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El tiempo es anarquista. Celedonio Orjuela Duarte

roca-celedonioSobre el libro Manténgase lejos de los tibios, de Juan Manuel Roca, Orjuela Duarte destaca su acento libertario para inyectar un antídoto contra la anestesia de los espíritus. "Los cuentos, ensayos, poemas invitan a mirar desde el envés del catalejo la esperanza del hombre en otro estadio."

 

 

 

El tiempo es anarquista

 Celedonio Orjuela Duarte

Lo que más refresca del libro collage, Manténgase lejos de los tibios, es el acento libertario en las sinuosidades de la existencia, golpeando con fuerza la sutileza de los Estados mediante organismos (llámense clero, ejército, educación) encargados de inyectar la anestesia necesaria que imposibilite el despertar de los espíritus.

Los textos aquí reunidos, incomodan el arresto normativo. Los cuentos, ensayos, poemas, antologías invitan a mirar desde el envés del catalejo la esperanza del hombre en otro estadio.

dibujo-de-roca-cheloPor eso los ensayos sobre el ocio, la desobediencia civil, son una crítica al trabajo alienado, mecanizado, por el trabajo desinteresado y libre. La burla al tiempo del reloj. Un niño/ se zafa de la mano/ de su padre/. Entra por la puerta/ giratoria de un hotel / y tras el giro, /al volver a la calle, / Es un anciano. O el murmullo de acordes de lo mejor de los gringos, su música, discurre entre la muerte de Saco y Vanzetti De allí desciende la mirada de un Cristo libertario como el que soñara Wilde en su estupendo texto libertario El alma del hombre bajo el socialismo.

Dicen los estudiosos del anarquismo que en los últimos años ha recobrado un renovado interés el pensamiento ácrata. Podría pensarse que en este momento el tiempo es anarquista, en el entendido que hay una inmensa fuerza laboral en el mundo de brazos caídos, cuya respuesta se manifiesta a través de nuevos nervios organizativos que desafían a los Estados del mundo que han ido quedando al descubierto por el abandono de los intereses de sus gentes, mediante invasiones en todas partes del globo. Los empresarios han vuelto el trabajo un oficio a destajo, es decir, el desgaste al máximo la mano de obra sin ninguna consideración por su bienestar. Esa millonaria población humana sometida al destajo que deja el capitalismo salvaje y los gobiernos cómplices de ese capital va en aumento, gobernada por un neoliberalismo asfixiante.  Los ciudadanos no tienen salud ni vivienda, las necesidades básicas no se satisfacen, incluyendo el ocio. Un solo ejemplo: a los cafeteros en Somalia, o en Brasil los vemos arrasando la selva amazónica mediante monocultivos como la soja para alimentar cerdos. En Colombia los extensos cultivos de palma africana solo forjan desplazamiento y muerte.  A todos estos atropellos responden organizaciones libertarias, no patronales, copando los espacios con nuevos reclamos. Respuestas desideologizadas, a través de organizaciones de Derechos Humanos y otros recursos jurídicos que eviten la expoliación del gran capital; en esas reivindicaciones han hecho presencia las organizaciones libertarias por los derechos de los trabajadores.

El poeta Juan Manuel Roca ha entendido el anarquismo en su cuerpo teórico ajeno a ideas y tratados sistemáticos, es un pensamiento fragmentario que posibilita la avenencia de diferentes tendencias e intereses que pone en situación a los gobiernos. Su mira, quizás utópica, es la desaparición de los Estados.

Esto lo refiero por cuanto Manténgase lejos de los tibios es un volumen de amplio espectro que nos permite aventurarnos a través del lenguaje libertario que viene de voces como, Lu Hsun, Chaplin, Albert Camus, Rimbaud, Darío Fo, Fernando Pessoa  al igual que de canciones que son himnos, o de teóricos como Thoreau. Esto permite que echemos a andar el anarquismo en el ambiente político y social del entorno colombiano. Encontramos que ese inmenso valor teórico ha sido ignorado. Cuando había clase obrera en Colombia, jamás dieron cuenta de su existencia, en tanto en países como México, Argentina, Chile y el país más civilista de América, Uruguay, hubo respuestas ácratas.  A la palabra anarquía se le ha desviado de su valor semántico voluntaria o involuntariamente. Recordemos que la palabra anarquía deriva de dos voces del griego antiguo (an) (arjé) que significa ausencia de autoridad o de gobierno. Con el tiempo pasó a ser, en un sentido peyorativo, sinónimo de desorden, de caos de desorganización, pero es contrario, es la búsqueda de un hombre auténtico, por eso siempre el anarquismo está incomodando el Statu Quo para que no se propague la inercia de burocracias fallidas.

Desde Pierre Joseph Proudhon sabemos que el anarquismo ha sido alimentado por los gestores de grandes revoluciones mundiales. Ellos han venido sosteniendo que los creadores del desorden es el mismo gobierno, por tanto, el término anarquía, para Proudhon y Bakunin, habla de la construcción de un nuevo orden estable y racional, fundado sobre la libertad y la solidaridad. Querámoslo o no, los anarquistas han sido los grandes gestores del derrumbe de dictadores, si nos atenemos a que uno de sus principios es la negación de toda forma de poder y más exactamente del Estado, quizá una de sus mejores fuentes es Max Stirner.

En ese universo de amplio espectro que propone el libro del poeta Juan Manuel Roca sopesamos la falta que le hicieron las ideas libertarias a las fábricas, a los sindicatos y otros ámbitos sociales colombianos que dinamizaran el sano debate y se hubiera evitado andar en armas. Porque el anarquismo no persigue otra cosa que la búsqueda de la libertad, lejos de los dogmas.

Soplan vientos anarquistas en las barricadas, han sacado a la panzuda burocracia sindical a las calles, mediante su inteligencia han excitado a las masas y han tumbado dictadores, como es el caso de Fujimori en el Perú o allá en el otro extremo geográfico lo que antes fuera Yugoslavia que en la guerra fría se fragmentó en cuatro Estados. Uno de esos nuevos Estados es Serbia que enloqueció a un comunista, Slobodan Milosevic, quien ocupó la presidencia de Serbia de 1989 hasta el 2000 cuando fundó el Partido socialista de Serbia. Se propuso hacer una limpieza étnica, campos de concentración, desempleo, pobreza represión y muerte. A ese extraño socialismo se dedicó ese hombre que llamaban El carnicero de los Balcanes.

Vale la pena recordar: un grupo de estudiantes cansados de la tiranía, se comienzan a organizar desde las barricadas en Belgrado y con la propaganda ideada por ellos, encontraron apoyo internacional, esas ayudas les servían para la propaganda ideada por ellos mismos y que apuntaban en todos los blancos, no solamente contra el dictador, sino contra unos partidos de izquierda en permanente disputa por ganarse el poder. Se llamaron   ОТПОР (Otpor) que significa resistencia y su símbolo era un puño en tinta negra. Algunos de sus dirigentes terminaron en el establecimiento y otros en la derecha.  Ejercieron un liderazgo oculto y misterioso con el ánimo de instalar una verdadera democracia, cosa que lograron. Lo llamativo para occidente es cómo en una sociedad cuna del Marxismo-leninismo, se forme un leviatán en donde se creía que, por ser una sociedad de esencia proletaria, con los zares y el estalinismo era suficiente.

Un fantasma recorre el mundo en los jóvenes, pero no es el fantasma del comunismo, es una diáspora de intereses que mueven a los jóvenes del mundo en esta aldea global frente a diantres que quieren el mundo para sí, su principal enemigo, las redes sociales. En todo caso, es una deuda acumulada por dictaduras y regímenes fracasados, por tanto, la excitación de las masas por la fuerza de las nuevas generaciones conducirá por lo menos al renacer de las democracias y con ellas las ideas cooperativas como las quiso Proudhon o el Estado ideal de Thoreau.

“Manténgase lejos de los tibios”, acoge aquello de que existen varias clases de anarquismo y grandes variaciones en el pensamiento de cada uno de los libertarios más representativos. Al poeta le incomoda el asunto de los muros, ese constante reacomodarse, producto de invasiones y migraciones a través de los Estados. Ya el poeta Hans Magnus Enzesberger en su ensayo La gran migración: en una de sus treinta y tres acotaciones, dice que El mito de Caín y Abel refleja el conflicto entre tribus nómadas y sedentarias. “Fue Abel pastor, más Caín se hizo agricultor”. El conflicto territorial culmina con el fratricidio. Pero la gracia de la historia reside en que, después de haber dado muerte al nómada, el sedentario acaba a su vez desterrado:

“errante y vagabundo vivirás por la tierra”.

Al poeta alemán le eran congruentes las ideas anarquistas, sus investigaciones sobre la Guerra Civil española y la incidencia del anarquismo en aquella contienda, produjo la novela collage, El corto verano de la anarquía, un homenaje que le hace el poeta alemán al anarquista español Buenaventura Durruti.

En su trasegar caminos con irreverentes, el poeta Roca se encuentra con el dramaturgo Darío Fo, creador de La muerte accidental de un anarquista y conversa con él teatralmente ante la furia de la Santa Sede por conceder el premio nobel a un impío.

Los poetas habitan en este libro como lo exige la tradición, desde Homero para la cultura occidental y los taoístas para la cultura oriental, la poesía esa loca de la casa, por insumisa, deja a la vera del camino versificadores anodinos. En otro apartado de la antología El anarco y la lira, decía que para los lectores colombianos de poesía, una compilación de esta naturaleza, no deja de causar inquietud, por dos razones fundamentales; en Colombia el anarquismo pasó sin dejar rastro, por tanto Colombia no tuvo la fortuna de hacer parte de esas cofradías que pisaron tierras americanas en la primera mitad del siglo pasado, creando sindicatos anarquistas, comunas, cooperativas y expediciones que bordeaban la utopía. Esa mudanza, le dio tal vigor al anarquismo que sigue tan vivo como antes porque nació sin ataduras (partidos, doctrinas). Los ajusticiamientos son un claro ejemplo de ello, por tanto, los anarquistas en Colombia (entendiendo que en cualquier lugar del mundo siempre habrá un anarquista) en esos aparentes debates de las capillas estalinistas-maoístas, trotskistas, corrían el riesgo de ser ajusticiados y acabar hasta el último reducto que desprestigiara los líderes mesiánicos.

Pero los anarquistas siguen ahí como lo dice Cristian Ferrer en su libro Cabezas de TormentaDe no haber existido anarquistas nuestra imaginación política sería más escuálida, y más miserable aún. Y aunque se filtre únicamente a cuentagotas, la “idea” sigue siendo un buen antídoto contra las justificaciones y los crímenes de los poderosos, por tanto, siguen siendo subterráneos, como la poesía y otras formas de libertad; el mismo vocablo como lo sugiere el compilador en algunas de sus reflexiones de esa relación paralela entre poesía y anarquía. Ambos vocablos, cuando los pronuncia cierto sector llamémoslo Kitsch tienden a deformarlo deliberadamente; ya lo advierte el poeta Juan Manuel Roca: ninguna palabra más vejada que la palabra anarquía, una divisa que ha cobijado a un largo cortejo de creadores insumisos y de teóricos libres de servidumbres. Es difícil encontrar tanto amor por el otro como en el “santoral” anarquista, esa legión de hombres y mujeres que tanto han enriquecido la izquierda del mundo.

Al final de la lectura del presente libro, nos queda el saber que un nuevo fantasma recorre el mundo, el fantasma del anarquismo.