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Entrevista a Florentino Solano, poeta ñu savi

grissel-gomezLa poeta y académica Grissel Gómez Estrada conversa con el escritor Florentino Solano, quien recibió en 2021 dos premios: el Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas (poesía) y el Premio de Literaturas Indígenas de América.

 

 

 

Entrevista a Florentino Solano

Grissel Gómez Estrada

 

Florentino Solano
Florentino Solano
El poeta ñu savi (mixteco), Florentino Solano, recibió en 2021 los dos premios quizá más importante de literatura en lenguas originarias en América Latina: el Nezahualcóyotl de Literatura en Lenguas Mexicanas (poesía) y el Premio de Literaturas Indígenas de América (Plia), con el poemario Todas las voces de mi madre y La danza de las balas, respectivamente. Nacido en Metlatónoc, Guerrero, en 1982, campesino, licenciado en Educación Secundaria, Solano ha publicado los libros de cuentos Cerrarás los ojos para no ver (2013), Alma de poeta (2011), Todos los sueños, el sueño (2003) y el poemario bilingüe La Luz y otras noches (2012). También ha sido becario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (Pecda, 2016) y del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca, 2017). En diciembre de 2021, recibió el Plia, durante la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, con un discurso emotivo que denota su compromiso social, que también se ve en sus libros. He aquí su sentir.

 

 

 

Ganaste dos premios en el mismo año: el Nezahualcóyotl y el Plia. ¿Cómo le haces para escribir tanto y en géneros tan distintos como crónica y poesía?

Mi esposa Martina –que también es escritora– y yo nos hemos dedicado de lleno a salir adelante; llegamos a San Quintín, Baja California, muy jóvenes, con nuestra hija en brazos. No teníamos nada, todo lo construimos desde cero. Prácticamente dejamos nuestros proyectos literarios, hasta que en el 2012 publiqué un libro de cuentos titulado Cerrar los ojos para no ver y, en 2013, el poemario bilingüe La luz y otras noches. En 2017, con la invitación de la editorial artesanal Pana Editores, en Ensenada, publiqué un libro de minificción en mi lengua: El amor y otras manifestaciones. Entonces, en 16 años publiqué tres libros, lo cual es muy poco. En 2020, por la pandemia, decidí dejar el trabajo, pues implicaba mucho riesgo de contagio. Mi esposa se hizo a cargo de nosotros. Gracias a ella pude trabajar tanto el poemario Todas las voces de mi madre y la crónica La danza de las balas.

Para escribir, me ha ayudado mucho la lectura; escribo indistintamente, sin cerrarme a un sólo género, aunque empecé escribiendo poesía. En mi lengua todo es imagen: las palabras por sí mismas son imágenes. Al pronunciarlas, mi mente ve una imagen, luego ve otra y otra, y eso me ha favorecido. Por ejemplo, la palabra tì sìndìkì significa "animal con horcón de cuerno" (= animal, sì’ìn= horcón, ndikí= cuerno), y en español, ganado vacuno. Al burro se le dice tì sô’ô kánî (= animal, sô’ô= oreja, kánî= larga), que significa "animal de orejas largas". Al agua se le dice tìàkuí (tíá= líquido, kùí= limpio, puro, claro); en la traducción sería "líquido claro o limpio". Estas palabras, por sí mismas, son imágenes. Cuando yo escribo recurro a ellas.

Por otro lado, en las comunidades estamos cercanos a la tradición oral. Mi abuelo le enseñó a mi papá varios rituales. Cuando voy con él, reza por nosotros, por enfermedad, etcétera, y en los rezos se respeta la rima, la métrica, las imágenes: cada verso, cada concepto, es una imagen. En cuanto a la crónica, fue un reto para mí, a pesar de que tengo arraigada la narración también por la tradición oral, en la escritura es diferente.

En resumen: la poesía tiene su esencia en los rituales. Yo siempre he dicho que los verdaderos poetas son los rezanderos, son los oradores de los rituales, porque ahí está la verdadera poesía del tû’ûn sávî. Es una poesía cien por ciento originaria, no la que se escribe a partir de estructuras occidentales. Respecto al cuento, también proviene de la tradición oral. Traemos la narración de manera natural, por la tradición oral que nos ha heredado no sólo la tradición cosmogónica, sino también hechos sociales.

 

¿Cómo has vivido esto de escribir en tu idioma? ¿Cuál ha sido tu proceso? Porque si ya es difícil aprender a escribir una lengua, su gramática, sus reglas, debe ser complicado tener que romper esas reglas prácticamente de inmediato.

Es el proceso que seguimos la mayoría: cuando nacemos, la primera lengua que aprendemos es la materna. Sólo la hablamos. De ahí aprendemos el español: a hablarlo y a escribirlo. Toda la tradición literaria está en español. Después, decidimos volver a la lengua materna para escribirla. Es un proceso nuevo y complejo, pero a final de cuentas logramos sincronizarnos, no confundirnos, no perder la cabeza. Yo empecé escribiendo en español. Cuando estaba en la universidad, en Guerrero, apenas se empezaba a formar el alfabeto del tû’ûn sávî, pero lo poco que había en esos tiempos me ayudó, pues hasta ese momento me di cuenta que podía escribir en mi lengua; no sabía si literatura, pero se podía escribir. Entonces empecé a escribir cuentos que aprendí de mi papá. Nos contaban muchos cuentos cuando yo era niño. Y así empecé a ejercitarme, actualizándome con el alfabeto. Fue un proceso de adaptación muy largo, no de un año. Escribir mi lengua, decodificar lo oral en la escritura, fue un proceso totalmente diferente, emocionante, un reto que me gustó y seguí. Publiqué primero en español hasta que hubo la oportunidad, en 2013, de hacerlo de forma bilingüe.

Pasar de mi lengua materna al español es un poco difícil, porque hay cosas que debo girar completamente para representar la imagen original. Procuro no usar neologismos, sino figuras literarias, el lenguaje que normalmente no está ahí, lo cual termina siendo un proceso de experimentación. Todo tiene un por qué, cada palabra. Eso es lo que platico con los muchachos en mis talleres literarios –últimamente he impartido varios–, en los cuales aprendo mucho. Les digo que es muy difícil representar en el español lo que dices en tu lengua y, para ello, que hagan uso de todos los recursos existentes. En el español hay muchísimos recursos, pero es preciso conocerlos y ver cuál se adapta a lo que quieres decir. Aunque también nos metemos en líos, porque si abusamos de estas figuras literarias, a lo mejor ya no vamos a comunicar el mensaje. Entonces, debemos mediar y buscar un equilibrio para que no se pierda el mensaje original y éste sea lo más cercano a las imágenes.

 

Sacrificar la forma por el contenido… Sobre el Premio Nezahualcóyotl, Todas las voces de mi madre, me llama la atención que la voz lírica sea femenina. Y no es la primera vez, porque has escrito cosas sobre niñas abusadas en primera persona. Tú mismo has dicho (me ganaste las palabras ayer en tu discurso) que le das voz a quien no la tiene, y una de ellas es la voz femenina, como en los versos:

Porque aquí somos flores
no mujeres.
Cortar, poseer, adornar;
el amor qué.

O en estos otros, donde tal cual, sin metáfora, se habla del problema de la venta de niñas:

ahora que voy inundando el camino de sal,
ahora que voy con un hombre que será mi esposo,
ahora que me llevan,
ahora que me han comprado para otra casa…

Estamos en tiempos donde se pregona la inclusión. Es necesario también que alguien de otro género tome la voz y denuncie las situaciones difíciles que viven las mujeres. Es una deuda que yo tenía con mi abuela, con mi madre, con mi esposa y mi hija, las mujeres de mi familia de diferentes generaciones. Vivieron muchísimas cosas cada una, en su tiempo, pero todas, hechos complicados. Los mixtecos habitamos una región –hay que reconocerlo– muy machista, en donde las niñas no tienen decisiones propias sobre con quién se van a casar, por ejemplo, tema que muchas veces no se quiere abordar, ni por el gobierno ni por nuestros representantes del pueblo, para no meterse en problemas. Obviamente, debemos dialogar desde la comunidad sobre este tema tan importante, para concientizarnos, para entenderlo, para comprender la dimensión, la manera en que afecta a las mujeres, a las niñas casadas sin su consentimiento. No hablo del dinero, de la dote (es un tema que aparte), pero el hecho de que la niña no decida con quién casarse rompe con sus derechos. En los últimos meses, hemos leído mucho en los medios sobre estos casos, como el ocurrido en Cochoapa el Grande, Guerrero, donde la joven terminó encarcelada por huir de la casa de su suegro. Al niño, el esposo, lo mandaron al norte a trabajar, porque adquirió una deuda muy grande para casarse. Entonces, la niña se queda con los suegros.

 

El muchacho también es violentado.

Totalmente. Y, lejos el esposo, el suegro quiere aprovecharse sexualmente de la niña, quien huye; llega a su pueblo y, en lugar de que las autoridades le den protección, la meten a la cárcel junto con sus padres, porque éstos la recibieron en su casa. La noticia sobre el caso empieza a esparcirse: gracias a dios que existen las redes sociales. Se movilizan las autoridades, organizaciones sociales, y rescatan a la joven. Pero los suegros, los papás del niño, dicen: "Bueno, regrésenos el dinero" de la dote. Esas cosas deben acabarse. Yo no tuve que pagar para casarme porque mi suegro desde muy joven empezó a salir a trabajar en los campos agrícolas del país, y eso le abrió la mente. Los que están a favor de estas costumbres se defienden diciendo "Es mi postura", "Aquí yo mando". Toco en el poemario esos hechos, el sufrimiento de la mujer que termina aceptando esas condiciones y se enfoca en sacar adelante a su familia.

Además de ese tipo de dolor, está el que surge al momento de migrar hacia los las diferentes partes del país, la discriminación, el racismo, las violencias física, sexual y emocional de todo tipo. Esto se debe abordar en la literatura. Ese fue mi motivo para trabajar en este proyecto, como un pequeño homenaje a las vivencias de las mujeres que resisten en este contexto. Por eso también el título: Todas las voces de mi madre, estamos hablando de muchas voces, de distintas mujeres.

 

En ese sentido, y como se ha preguntado a lo largo la historia de la literatura, ¿crees que ésta abone algo en la realidad, ayude a transformarla?

Para ser sinceros, no creo que mucho, pero por lo menos algo se genera alrededor del texto. Por ejemplo, en las presentaciones se pone el tema en la mesa, se hacen propuestas para generar un diálogo en la comunidad, mismas que los medios difunden. Precisamente, hace un rato estaba leyendo una nota que se publicó en un muro de Facebook de la montaña de Guerrero, donde las mujeres de Cochoapa el Grande se quejan de no ser tomadas en cuenta por la gobernadora, quien fue a Tlapa, se reunió con ciertas mujeres involucradas en su gabinete, en este espacio laboral, y firmaron un acuerdo sin las mujeres de la comunidad, quienes dicen: "Bueno, no nos tomaron en cuenta, y si no van a venir a apoyarnos, que no venga a imponernos leyes para vivir". Considero que, aunque sea positivo que los gobiernos se preocupen, debe generarse ya este diálogo directamente con las mujeres.

Hay muchos pendientes en las comunidades. Nos hace falta la educación: no hay escuelas, y si las hay, los maestros van dos o tres días a la semana; hay clases hasta tercer grado de primaria, y si los niños quieren seguir, deben irse hasta el municipio a estudiar el resto. Los padres creen que es mejor que se queden en su comunidad a ayudarlos, a cuidar a los chivos, las vacas…

 

¿A quién le das voz en La danza de las balas?

Es una voz colectiva, una voz que denuncia los hechos violentos que han vivido los pueblos de la región de la montaña, y muchos otros pueblos del sur. De este hecho no se ha hablado, sólo en unas cuantas líneas, creo que en el periódico El Universal, en una nota muy general, pero sólo dice que unos campesinos –sin mencionar el nombre del pueblo– detuvieron a unos soldados, cuando en realidad fue un hecho que estuvo a un hilo de reventarse y provocar una masacre. La danza de las balas es una crónica de un conflicto de tiempo atrás por la presencia de soldados en el pueblo. En una feria de la comunidad, unos soldados echaron balazos, pero por suerte no hirieron a nadie, por suerte, porque era una multitud. La gente se enojó, golpeó y aprehendió a los soldados, lo cual ocasionó que la base militar rodeara al pueblo para rescatarlos. La gente se armó, y yo no supe en ese momento de dónde salieron armas de todo tipo; obviamente, también había gente que traía machetes, palas y todo lo que hubiera. Hubiera sido una tragedia porque tanto el ejército como el pueblo estaban dispuestos: el primero nomás estaba esperando la orden, y el segundo, listo para responder. Y aunque eso no pasó a mayores, ha habido muchos muertos en la montaña: campesinos en manos de manos del ejército y viceversa.

 

Por último: ahora que ya ganaste los dos premios más importantes para lenguas originarias, de México y de América, ¿qué sigue? ¿Pensar en otro premio, pero ahora sin etiquetas, un premio nacional?

Por supuesto. De hecho, ese es mi reto. Yo siempre he dicho que es necesario romper con eso. Por eso público indistintamente en español y en lengua, no tengo ningún inconveniente con eso. Los escritores en lenguas originarias debemos medirnos con los demás, pues hay muy buena literatura que merece competir por esos premios en español, mexicanos. También mi familia pregunta qué vas a hacer después de esto. Pues, participar en las convocatorias. Me gustaría que empiece a reconocerse la literatura de los escritores hablantes de otra lengua, y se conozca a escala nacional, pero no como literatura folclórica. Dicen que "se oye bonito" la lectura en otras lenguas de México, pero no veo que también se reconozca la capacidad, el talento, el trabajo. Eso espero.