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Presentación La Otra 169, mayo de 2021

jose-angel-leyvaCasa de la Poesía de Marruecos
Y todos los días de la poesía
José Ángel Leyva
Agradezco mucho a la Casa de la Poesía de Marruecos esta invitación para expresar algunas palabras en el Día Mundial de la Poesía, que coincide con el equinoccio de primavera.

 

 

 

        Los antiguos habitantes de este territorio conocido ahora como México consideraron indisolubles la flor y el canto. La belleza de la vida y el poder de la palabra, la sangre y el pensamiento. El rey poeta Nezahualcóyotl nos dejó la sabiduría y la belleza de sus versos, enalteciendo lo más preciado para el poeta: "Amo el canto del cenzontle, / pájaro de cuatrocientas voces./ Amo el color del jade, / y el enervante perfume de las flores,/ pero amo más a mi hermano,/ el hombre". También advirtió sobre el carácter transitorio de la existencia y la arrogancia humana que oculta la inevitable caducidad, como quien pretende ocultar el sol con un dedo. Ante esa derrota inaugural, el Rey Poeta lanza el  "Yo lo pregunto" : "Yo Nezahualcóyotl lo pregunto: / ¿Acaso de veras se vive con raíz en la tierra? / Nada es para siempre en la tierra: / Sólo un poco aquí. / Aunque sea de jade se quiebra, / Aunque sea de oro se rompe, / Aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. / No para siempre en la tierra: / Sólo un poco aquí."

        Celebrar la poesía es reconocer su función regeneradora, su imprescindible lucidez en tiempos sombríos, en épocas triviales, en momentos vacíos o en periodos líquidos donde lo virtual y lo desechable se entronizan. La poesía, con su poder no utilitario, ni mercantil, renombra la realidad y le devuelve la memoria, esa memoria que viene de lo oculto, de lo sagrado, de lo innombrado, de lo ya vivido. La poesía nos recuerda que somos memoria acumulada, olvido efervescente en los límites del lenguaje, en los balbuceos de la lengua. La poesía nos devuelve al diálogo con el otro que nos habita, con esa otredad que garantiza la extrañeza de nosotros mismos, porque el lenguaje poético es la inclusión dialógica con nos otros, con los otros que nos constituyen, y con esos otros que están conformados por nos otros.

        Cuando evoco al Rey Poeta Nezahualcóyotl pienso en esa gran diversidad que constituye a la mayoría de los países latinoamericanos. Somos la flor y el canto, también la sangre derramada y heredada de otros pueblos. Por nuestras venas corren sedimentos culturales de Europa, de África, de Asia. Árabes, judíos, cristianos, musulmanes nos dan esa noción de la diversidad y de la presencia no sólo inevitable sino deseable del otro. Quizás por ello en Latinoamérica la poesía continúe siendo un instrumento inútil que se riega con devoción.

        Juan Gelman ha dicho que la poesía es "ese árbol sin hojas que da sombra", que la poesía, la verdadera poesía es lengua calcinada que renace cada día de los límites del lenguaje, que se busca en los balbuceos de la lengua. Por su parte, el poeta español Antonio Gamoneda afirma que la poesía es la sustancia musical del pensamiento, que la poesía es la forma irregular del habla, que es, además, la expresión más pura de la realidad, por ello no es literatura. Y yo coincido con ambos porque encuentro que la poesía, en efecto, es una forma de rebeldía y de insumisión genuina ante las realidades impuestas, que es una expresión de resistencia y es la resistencia misma ante las leyes del mercado, que es la encarnación  de la flor y el canto por las que nadie cobra ni paga, pero todo el mundo las necesita para respirar y guarecerse del mal tiempo. Porque la poesía puede ser también un trago amargo que nos endulza y nos refresca, nos devuelve la conciencia de vivir con más intensidad el viaje, ese poco tiempo aquí, en la tierra.

        La flor y el canto, la primavera, el misterio de nombrar lo innombrable y reconocer lo que es de suyo indefinible: la muerte, la vida, la poesía. Liberemos la voz, su flor, su canto.

Feliz día de la poesía.

José Ángel Leyva, Ciudad de México, 21 de marzo 2021.