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Luisa del Rosario Aguilar R.

Pianista: Luisa del Rosario Aguilar R.

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Luisa del Rosario Aguilar R.
Historia de una alumna de piano quien, a través de la curiosidad, retará a la historia de la música en México, con una pregunta que sigue sin respuesta.

 

 

 

 

LA INEXISTENCIA DE UNA INDUSTRIA EDITORIAL DE COMPOSITORES MEXICANOS

La historia de una alumna de piano quien, a través de la curiosidad, retará a la historia de la música en México, con una pregunta que sigue sin respuesta.

 Karenina Díaz Menchaca

Fue el enigma lo que llevó a la entonces estudiante de piano, Luisa del Rosario Aguilar Ruz, a realizar un estudio minucioso sobre la imprenta musical desde 1826 hasta 1877, tras cuestionarse el por qué habiendo tantos buenos compositores mexicanos no había y no hay, una industria editorial mexicana.

Siendo alumna del Centro de Iniciación Musical, hoy Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la década de los ochentas, era habitual que cada semestre a los alumnos se les pidiera una composición mexicana como parte de la currícula de fin de semestre.

«Parte de la evaluación era  buscar partituras para tocar música mexicana, las piezas de cada fin de semestre siempre debían incluir: una pieza de música barroca, una pieza clásica, una romántica y  una moderna», señaló Aguilar Ruz.

Sin embargo, el resultado era que todos los alumnos terminaban repitiendo el mismo repertorio. ¿Será que no había más compositores? A lo que Aguilar Ruz nos respondió:

«Hay mucha composición, pero no hay ediciones, entonces conseguíamos con los profesores la copia, de la copia, de la copia, de las bagatelas de Halffter y si bien nos iba autores del porfiriato, como Ernesto Elorduy, Jordá, Ricardo Castro o Felipe Villanueva», apuntó.

Esta duda frecuente es lo que abre la posibilidad de escribir la primera tesis de la maestría con el título: «La imprenta musical profana en la ciudad de México, 1826-1860″, para obtener el grado de Maestro en Historia, por la Facultad de Filosofía Y letras, de la UNAM.

Esta es la primera ventana al estudio que desembocará en demostrar qué casas editoriales existieron, qué casas de imprenta  y desde dónde arrancar con tan esmerada tarea.

Es importante mencionar que en toda la historia de la música en México, nadie había abierto esta conversación, quizás porque la duda no era tan relevante como lo fue para la pianista Luisa del Rosario, de manera que es un avance saber que no hubo interés ni en el siglo XIX ni en el XX por continuar comercializando las partituras de nuestros compositores mexicanos de aquella época e incluso de la actual.

Cabe agregar lo siguiente: «las únicas editoriales nacionales de cierta influencia eran Ediciones Mexicanas  de Música, que tenía en su catálogo, algunos de los ‘grandes nombres’ de la música de concierto de la primera mitad del siglo XX y la editora de la Liga de Compositores de Música de Concierto, que se ocupaba de publicar las obras de músicos de las últimas décadas de la centuria». 1

 

MÉTODO DE INVESTIGACIÓN

Una vez que la investigadora decide arrancar a partir del año de 1826 – que es cuando se publica la primera partitura litografiada en el México independiente- con datos del Fondo Reservado de la Biblioteca Cuicamatini de la  Facultad de Música de la UNAM, «un fondo sin ordenar ni inventariar», Luisa decide cruzar información con datos hemerográficos, es decir, de los avisos que los impresores publicaban en los periódicos desde 1840 revisados día por día para ir cruzando la información entre partituras y fechas.

Debido a la titánica tarea de más de 4 mil registros que sirvieron de base para la pesquisa correspondiente, la experta optó por dividir los periodos  y,  como resultado,  se dio la primera tesis (de maestría) que abarca el periodo  1826-1860 y la tesis de doctorado, monitoreando el rango de  1860-1877.

La autora nos lo describe detalladamente en la pag. 19 de su tesis doctoral La Imprenta musical profana en la ciudad de México, 1860-1877: «Para ello levanté inventarios utilizando herramientas de la bibliografía analítica descriptiva y después  analicé la información aplicando el método de la historia cuantitativa construyendo series de datos homogéneos que me permitieron establecer tendencias  y dibujar con ellas un panorama del negocio de la partitura en la ciudad de México, al tiempo que tuve la posibilidad de acercarme al contenido de los impresos en términos de géneros, autores e instrumentación: la partitura impresa como mercancía y como objeto cultural».

 

HALLAZGOS

Aguilar Ruz afirmó que para sus tesis de maestría y doctorado logró recolectar varios datos  importantes:

Uno de  ellos es que sí hubo en el centro de la ciudad de México establecimientos que vendían música en tinta y papel, entre 1840 y 1860, y si bien no existían reproducciones  – ya que  la música sólo se conocía en vivo o en partituras- , las impresiones musicales dependían de los gustos y costumbres de la época, (gracias a que la imprenta litográfica llega a México en 1825 con gran éxito); sin embargo, estos espacios de comercialización e impresión se fueron reduciendo continuamente.

Los principales talleres de edición fueron el de Manuel Murguía y Jesús Rivera y Fierro en la ciudad de México, pero éstas no pudieron darle batalla a la de los talleres alemanes: H. Nagel Sucesores y A. Wagner Levien (éste último para 1876 también abre una tienda de pianos). El decaimiento de los primeros talleres también se da por el fallecimiento de sus fundadores.

Otro dato es que la deuda historiográfica y musicológica con la imprenta musical no es propia sólo de México, también ocurre lo mismo con otras naciones de habla española, al contrario de países como  Francia, Inglaterra ó Estados Unidos con gran tradición bibliográfica y editorial.
Aún con todo, existen muchas dudas por aclarar según la musicóloga y entre estas están la estructura y funcionamiento del sistema de distribución de música impresa al interior de la república y «La pregunta de investigación sigue siendo la misma, todavía no la respondo, es por qué no hay al día de hoy, y sigue siendo en 2022, una industria de edición musical en este país», enfatizó.

Por otro lado, Luisa del Rosario Aguilar Ruz, ha contribuido en otros estudios, uno de ellos fue la invitación con sus comentarios en el libro Luis Hahn. Recuerdos de México. 2014, editado por el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) en donde fue pieza clave en su conocimiento de las impresiones musicales. Actualmente es doctora en Música con especialidad en Musicología y académica de la Facultad de Música, de la UNAM.

Finalmente, ante el cuestionamiento de en dónde quedará toda esta labor, Luisa del Rosario contestó que claro que  desearía que toda esta recapitulación quedé plasmada algún día en un libro para que el público en general pueda dar cuenta de tan interesante estudio, ya que en ambas tesis hay todo un bagaje detallado de lo encontrado, láminas de los repertorios que se publicaron por aquellos años de piezas muy particulares como polkas, valses, óperas, zarzuelas; sin duda, material que puede encantar a propios y extraños.

 

1. Luisa del Rosario Aguilar Ruz. La Imprenta musical profana en la ciudad de México, 1860-1877.Tesis de doctorado por la Facultad de Música. UNAM, 2018. Introducción, pag.1