José Ángel Leyva

Proyecto de renovación La Otra

15 de febrero 2018 – Carta al núcleo directivo

Ciudad de México, 15 de febrero 2108

Alfredo Fressia
Juan Manuel Roca
Víctor Rodríguez Núñez
Jorge Boccanera
Jean Portante
Ángela García
Alina Dadaeva
Pablo Molinet

 

Queridos amigos, les escribo de manera colectiva por mi limitación de tiempo para hacerlo de manera personalizada. Pero en verdad encuentro en ustedes muchos punto de afinidad que me hace pensar que son más y más fuertes que nuestras diferencias. Al menos eso me indican los diálogos que he sostenido con todos de manera individual y muchas veces en grupo.

Ya hace 10 años que iniciamos este proyecto de información, difusión y promoción de lectura de poesía y de los poetas, al que nombramos La Otra, la revista, y también por consecuencia la editorial, que ha dedicado gran parte de su esfuerzo a producir libros. Como saben, me ausenté de la editorial durante un año, pero no de la revista. Ese año que pasé en Marsella me sirvió para meditar mucho acerca de la utilidad de esta afanosa tarea divulgativa y de entrega, que es verdad ha mermado mi propia obra, al menos en su productividad y si se quiere en su visibilidad. Pero esto último es lo que menos importa, al menos no tanto como lo primero. Cuando concluí mis estudios de medicina y recibí el certificado que me reconoce dicha formación profesional tomé la decisión de abandonar esa profesión por las letras. Desde entonces le he sido fiel a dicha determinación, aunque no sin impurezas, pues el periodismo y el trabajo editorial me han servido para mi manutención. Desde esa perspectiva es que escribo, porque hoy me siento más comprometido a responder con mayor entrega a la escritura poética y literaria. Y así lo hago.

Pero entonces, se preguntarán, ¿a qué vienen estas líneas previas? Pues a que lo obvio demora más en revelarse. Ya desde Alforja, una iniciativa que duró once años y terminó diluyéndose a causa de las vanidades y de las mezquindades, que algunos insistieron en llamar la «Fraternidad universal de los poetas», tomé conciencia de la utilidad e inutilidad de esas acciones editoriales encaminadas más a visibilizar a los poetas que a la poesía. Este es el punto, porque de algún modo La Otra ha seguido ese mismo camino. Quizás no con tanta evidencia, pero sí. Ha sumado lectores, pero no ideas ni generado surgencias. Esta palabra que tomé de la Oceanografía: «Ascenso a la superficie de masas de agua profundas –frías y ricas en nutrientes–, debido al movimiento de aguas superficiales mar adentro.» Y es que es importante la renovación, no sólo de cuadros sino de energías, de pensamiento, de miradas. En cada uno de ustedes visualizo, en distintos ángulos, un sentimiento de inconformidad con el que me identifico. Insisto, con todos sus asegunes e intereses personales sobre los colectivos, pero al fin y al cabo comunes en mayor o menor grado. En todos advierto que esa inconformidad es auténtica, sincera, debido con certeza al profundo amor que profesan por la poesía y la lectura, sin restar su sentido de justicia y dignidad, de conciencia social, su ética.

He pensado, como primer punto, para no abrumarlos, en priorizar la poesía y los poemas antes que a los poetas. Es decir, que la obra revele al autor y no el autor nos hable de la obra. Parece una necedad, pero no lo es. Colocar en primer término el análisis de una obra por sus virtudes y defectos representa un paso a hacer abstracción de los movimientos extraliterarios que valoran a individuos o grupos de poder, a personajes más de la vida política que de la búsqueda estética y de la curiosidad lírica. Si lo pensamos bien, hay autores de quienes nadie recuerda un solo poema, una sola idea, una sola línea de pensamiento o un verso, pero están en boca de todos, en el enfoque de todos. No obstante, hay autores de quien nadie habla: hay grupos, colectividades que leen y memorizan poemas, textos de esos autores invisibles por alguna razón más fuerte que los argumentos de quienes señalan el camino de lo poéticamente correcto, de lo supuestamente trascendente. La estandarización del discurso es un hecho inocultable. Los concursos, los premios, las becas, las capillas han impuesto intereses y criterios que empujan a los creadores a escribir y a elaborar obras que responden mucho a lo que se espera de éstos y no a lo que exige el espíritu, la necesidad expresiva y comunicativa. Esa traición, que no tradición, tiene lugar también en el mismo sitio donde se gesta el impulso del mercado, vender y comprar, sin atender a la necesidad básica del hombre.

Se trata pues de proponer lecturas desde La Otra que perturben e inquieten, que motiven la reflexión y el argumento sobre lo que se escribe y lo que se ha escrito, sobre lo prescindible y aquello que se resiste al olvido, aquello que se renueva desde su longevidad y su naturaleza legítima, desde su origen auténtico e inconforme, más allá del propósito mismo de su autor. Aclaro, no publicar tanto lo que llega de manera espontánea sino lo que los miembros de La Otra buscan, encuentran, localizan, descubren, sospechan. Cambiar la dinámica y su sentido colector por el de la exploración y la pregunta.

Quiero convocarlos a formar parte de un Consejo Directivo de La Otra (electrónica), que nos comuniquemos periódicamente de manera grupal o individualmente para proponer rutas y acciones, miembros que puedan aportarle sentidos diversos a nuestras publicaciones. Además, que formemos un Consejo Editorial Internacional de poetas jóvenes para que sean ellos quienes conduzcan  y controlen La Otra por diversos territorios intelectuales.
Vamos a iniciar con tertulias mensuales en la Ciudad de México con algunos invitados para discutir temas de nuestro interés. El primero será «el miedo», el segundo «Antologías ¿para qué?». Ambos temas formarán parte de los siguientes números.

La intención además es crear condiciones para un recambio generacional y darle continuidad a este proyecto en el que la mayoría de ustedes ha participado de manera directa e indirecta.
Les pido nos dediquen unas cuantas líneas como respuesta a esta invitación. Pueden decir no, por supuesto, con la mayor comprensión de mi parte a sus razones para la negativa, o dar un sí que recibiremos con júbilo. También pueden proponer más personas para integrar este Consejo Directivo.

Reciban un fuerte abrazo, de su amigo
José Ángel Leyva

 

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