Jorge Enrique Adoum: El verbo latinoamericano

ibargoyenSaúl Ibargoyen
Hace muchos años, entre 1978 y 1980, cuando con el poeta Jorge Boccanera preparamos tres volúmenes “casi” antológicos de la producción poética latinoamericana del siglo xx, bajo el sello pirático Editores Mexicanos Unidos, incluimos poemas de Jorge Enrique Adoum…

 

 

 

 

JORGE ENRIQUE ADOUM:

EL VERBO LATINOAMERICANO

 

 

Saúl Ibargoyen

 

Saúl Ibargoyen
Saúl Ibargoyen

 

Hace muchos años, entre 1978 y 1980, cuando con el poeta Jorge Boccanera preparamos tres volúmenes “casi” antológicos de la producción poética latinoamericana del siglo xx, bajo el sello pirático Editores Mexicanos Unidos, incluimos poemas de Jorge Enrique Adoum. Sus títulos: “Despedida y yo”, “Recado de la peste” (que por mal trabajo editorial salió mutilado) y “Pont St. Michel”. Fueron varias las ediciones de esas antologías, que recorrieron América y España con bastante fortuna (la dineraria para los editores, la metafórica, y por tanto espiritual, para autores y lectores, que lectores hubo, y aún hay, muchos).

 

Fue buena ocasión para quebrar aun en lo mínimo -en aquella época de internet ausente y, sobre todo, de dictaduras oligárquico-militares que ahora pretenden resurgir ante el doble discurso del imperialismo- distancias y silencios, desinformación y prejuicio, omisiones e incomunicaciones, incomprensiones y elitismos.
Esto me lleva a las palabras de Jaime Labastida: “¿Por qué la crítica no ha colocado la poesía de Adoum entre las de otros poetas decisivos de la lengua española?”  Esto implica, pero no de manera totalizadora, un obstáculo entre el mensaje poético de Adoum y el receptor hispanoamericano (aunque no es el suyo el único ejemplo, aquí y en otros países. Y no mencionamos su obra novelística, que alcanzara resonancia y que sin duda tiene vinculación íntima con su poética).

 

Lo anterior, ya sea soslayamiento, ninguneo, ignorancia, des- información, tal vez y sin tal vez resulte del manejo, en ocasiones impúdico, del poder cultural y mediático, de influencias mafiosas, de procederes estéticos y posturas de ideas que, si bien son de añejo origen, hoy aparecen explícitamente volcados en una acentuación de enfrentamiento ideológico local y continental,  muy particular en razón de la crisis general del sistema y de la presencia de propuestas originales y de nuevos actores sociales, etc., que ameritarían un examen riguroso.

 

Ahora bien, cuando estuvimos en Ecuador el año pasado, en la extraordinaria Fiesta Internacional de la Cultura, hubo oportunidad de recibir una antología de la poesía ecuatoriana, a más de libros de Adoum editados por el Ministerio de Cultura y de distribución gratuita. Y también nos preguntamos: ¿Por qué no se conocen en otros sitios, como México, el Cono Sur, Centroamérica, etc., al menos entre poetas jóvenes, críticos y lectores especializados, los versos de tantos autores ecuatorianos, con excepción quizá de un Jorge Carrera Andrade, un Alfredo Gangotena, un Iván Carvajal, estos dos últimos incluidos en la colección Material de Lectura de la UNAM…? Hay que añadir que en México las revistas Alforja y Blanco móvil  ofrecieron recientemente muestras de la poesía de Ecuador. Podemos decir que, al cabo de tres décadas de trabajar con talleres de creatividad poética, no recordamos más que dos o tres alumnos que manejaban alguna información sobre la lírica de Ecuador. Y tampoco, salvo los nombres de siempre, la de otros países latinoamericanos. Hoy, incluso el internet se usa, en tal sentido, de manera limitada, más allá de las revistas virtuales y otros nichos informativos.

 

Volvemos al mismo trillo. ¿O es que la poesía, por las propias condiciones de su génesis y su desarrollo de varios milenios, todavía no ha encontrado los rumbos que le corresponden como producto cultural de uno y de todos? ¿O será que el libro, el periódico, el internet, el disco, la oralidad, los talleres, la canción, los sistemas de enseñanza, los encuentros y festivales poéticos en el mundo ya no son suficientes para atender eso que llamamos poesía y cuya producción -cualitativa y cuantitativa- nos está rebasando? ¿O será que todavía no han sido inventadas o descubiertas las cuerdas de energía socio/cósmicas que, mezclando los tiempos orales y escritos de la distintas culturas, sean capaces de originar un tempo nuevo, profundamente histórico y raigalmente espiritual?
La lectura de esta oportunísima antología, última publicación del sello y revista Alforja (ahora ya está La Otra en acción), que prologa sabia y brevemente Jaime Labastida, fue la que provocó nuestras impacientes reflexiones. Impacientes porque, en este tiempo que como lectores concretos respiramos, la propuesta versal de Adoum, curiosamente, me alejó de sus poemas leídos            
años atrás y en varios momentos. En verdad, no reconocimos por completo siquiera los releídos en las ediciones recientes traídas de Ecuador. Fue como si en nosotros cada poema, aun cada verso, devorara o borrara al de abajo, o a las capas de versos que se forman con las lecturas sucesivas o renovadas.