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Pedro López Adorno. Poemas

lopez-adornoDe origen puertoriqueño, catedrático de literatura hasta el 2012 en la ciudad de Nueva York, en el Hunter College, es una voz que se reafirma en español en el seno de la sociedad estadounidense.

 

 

 

10 Poemas de Pedro López Adorno

 

Cuadro

 

La tarde es ovillo gris. La ciudad
en el espejo tropieza contra el hielo.
Llega la noche y viaja uno como puede.

Al otro día el aire ahuyenta nubes
como el gato a las ardillas del jardín.

Cazador cuyo infortunio emula al desvelado
ser que en la ventana cuenta ariscas
plumas por las ramas.

«La ráfaga que podríamos ser.» Piensa
cómo dispersan los residuos.
Alarmas. Avenidas. Incendio
que hace acto de presencia
en la opulencia de un Madison Avenue
12 de diciembre, Au Bon Pain, hipócrita y soleado.

Contempla el viaje como puede. Bosteza
su interior. Café éxtasis la caminata
transparente. El progreso
del ser en el ser mismo: estolidez
de ascensores y cubículos. La pasión
del desencanto. La oreja en el olvido.

La tarde se revuelca
en su alberca gris. La ciudad
tropieza contra el hielo del espejo.

Llega uno como puede a la noche:
ráfaga, gato, ardilla, rama,
jardín, éxtasis, bostezo.

Algazara el incendio,
la fuga

 

 

Mangosta

 

¿Para qué vive el viento esta vez? ¿Para qué
el sol precipicio incomprendido?

¿Para quién proyecta equilibrios la incertidumbre?

Partículas de luz. Toman rumbo
las obsesiones de las hojas. Piel
de felicidad las ramas en lo alto.

Uno jerarquiza pensamiento
pero entre las rocas resuscitan
palabras, bípedos y anfibios
que han muerto o mueren.

Orilla y transparencia. Ocaso y caos.

Cimarronaje de higuacas el vaivén
de sombras. El camino.
Antuvión de las lluvias.

Gorjeo en el ladrido humano que busca
manantial. El resto es rumor. Vibran
las ratas sobre el musgo

y uno, roído por la naturaleza
muerta de las horas, se hunde en la alberca
imprecisa de una tarde de julio.

¡Cuán discreto el disfraz!

Ahora sí. Uno ve imperfección y sequía
desde la paupérrima ceguera de yunque
tan alto. Parece mentira tanto aire

en los brazos. Tanta brisa en el vientre.
Tanta ráfaga en la molicie de los muslos.

Unción, contemplación, blanda
almádena de esperas. Uno pierde el turno,
el tino, el desvarío. Cuasi árbol

se desgaja uno hacia la cima. Sube uno.
Siente el aire. Retoza con el frío.

Asusta altura tan gárrulas
alas. Quiere uno
deletrar lo prohibido.

Tiene enemigos.

A cada rato se gana el desprecio
de los déspotas. Carné de paria
la subversión de su volumen.

Si lo encuentran mientras suben 
no pierdan el tiempo en simulacros.

Conoce del amor cada silencio,
de la corrupción su algarabía.

Los científicos de Agricultura decoran
el bosque con su semblanza
de alma en pena.

No alimenten su enclenque
doctrina de sonidos. No hace
falta clemencia. Hace tiempo tiene cueva.

Cuidado al acercarse.

Le da rabia el olor de la mentira.

 

 

Gemidos del rocío

 

Obstinado en su dispersión el día
renombra su septiembre. Jueves
acaso por la decisión de un trueno
entre las hojas mas no llegan
las aguas al anhelado embalse
o enjambre de batalla.

Cierta nomenclatura nos hace nómadas
tan cerca del prodigio
en cauce oscuro
tan lejos de la probabilidad
del paisaje.

Plasmado en bóveda
nuestro destino manifiesto.
Aljibe o trance que transmigra
entre las aldabas del deseo en reposo.
Maridaje del corazón y su chillido.
Lenguas desterradas
hasta las aves de la tarde.

Ascendente genitalia el desmayo.
Desmadrarse así
blando navegar por un desvelo
de aromas perversos. Alguien bautizará
eternidad a ese somos y no somos
lecho en la sombra.

Laberinto fiel cuya atarraya
alberga los gemidos del rocío.

 

 

Continuamos nadando

 

Triunfamos intocables toda la tarde aquella
nadando hacia un sur sin fin
casi lluvia en los hombros. Las tijeras
de los blindados cuerpos
destilaban gota altísima de trueno
por la cima de lo que intentaba ser.

Todos los ríos en ascuas. Todas
las naves abolidas. Nadando nuestro
sur sin fin. Paraíso sin freno los anfibios
ninfómanos de nuestra nómina de huesos.
Maremoto  los labios. Amor
húmedo vuelo.

Velamen de descalabrado néctar y compás
de guayabas y papayas en la lengua
del mar al fin orilla
hacia un sur sin fin del paladar
que por un enjambre de angulas
continuamos nadando.

 

 

Entrañable cárcel

 

Inconfesables sílabas han llegado a la casa. No han
tocado la puerta. El reflejo de sus células se ha
disfrazado de brisa al rozar las ventanas. Recorren
la casa. Toman lo que he borrado. Comen lo que he
abolido. Respiran el ardor que alguna vez viví tal
dinastía de Ixión. Piensan como yo que el mundo es
una selva de centauros, que más allá de
malabarismos mediáticos hay que cambiarlo.
Damos vueltas y vueltas por la casa sin saber cómo
llegar a ese objetivo. Pasamos de tal forma
inabarcables horas. La inquietud de las cortinas
presagia que otras sílabas pronto invadirán. Vuelvan
recorridos, cifras, sombras de palabras que, atadas a
una gran rueda, intenten descubrir si es alguien o
nadie el que goza prisión al detenerlas.

 

 

Reanimación de la intemperie

 

Sulamita eras en Palés.
Ahora y para siempre desconcierto
de la ciudad nunca dormida. Huella
de voz en diáspora como la alcoba
de un mar tipo Rincón y qué
importa a los demás
la proliferación. El porvenir
de nuestras bocas en la  asfixia. No

morirán lo imprevisible del prodigio
ni almejas ni migas de sueño
prisioneras del musgo de tus muslos
despiertos. Fiel fugada igualdad.
Nunca abolida arena en mordedura
de caderamen por las aguas.

La invocación irá tal vez a ningún
lado pero irá. Sobre todo
y a largo plazo la migración
de los roces por la primera
sombra. Huracanada homilía.

Piensa, cuando puedas, en la extraviada
vela. La demasía. Vela
puro principio y fin al lamer

los cuerpos la cicuta como si fuera miel
la travesía. Allí los acantilados. Allí
seremos piedra. Velludas
montañas sin olvido.

 

 

Maniobras

 

Con todo el arsenal, la apoteósica apertura apresura
maniobras cuesta abajo, boquiabierta, sumando
zumbidos hacia el tablero de la resurrección.
Pensamiento en avalancha. Método al compás de
encantamiento.

No atraso la caída; los puntos y las comas de la
combinación. Necesitaría anticuerpos de no sé
dónde ni cuándo para contrarrestar la fuerza de
gravedad que me aúpa a lo incierto. Zumbo
entonces los dedos con el fin de igualarme a la
desesperación. Entrego las armas y las letras de la
lengua al paraíso de abismos.

Apertura apetecible la clausura. Incandescencia y
vigilia. Aroma parecido a derrumbe.

 

 

Devorados por la coreografía

 

Un estallido allá a lo lejos.

En la hazaña de ese ruido
el repentino halcón
como un desembarco o despedida.

Luego la llovizna toca fondo.

La sospecha o campo de tensión
entre ramas secas
traza el trance de truenos
de la futura dicha. Colonia deleznable
la minúscula extensión de tierra
en que muere uno de embolia
o picazón de asombro.

Escépticas nubes evalúan la conversación.

Los invitados decoran la hierba
con sus licores y hors d’oeuvres.

 Necesita uno libar algo secreto
para que las encuestas sean fracasos
y la vida en familia no termine
acostumbrándose a los muebles.

 

 

60: el cielo abierto

 

Con la espiral de ser llega
a Rilke bajo una temeraria
tarde oliendo a brisa
otra latitud aún rumor
entre las hojas. Analiza (de pie)
el tablero en que toma al dictado
el alma de una lengua a sus sesenta.

¡Sacro Dios!

Brinda una vez más por
las lagunas y los éxtasis.
Sacrílega porfía de vivir a
unas leguas de la dicha. La partida en vilo.
Enterrado el más reciente 31 de diciembre
con procesiones y cervezas. La lealtad
de amigos y enemigos. Naufragio que en el aire
favorece transcurso. Marea alta y hora
para regresar al mar la yola
de pescadores de su barrio natal.

Las olas remándole abrazos
al maleable marisco de su cuerpo.

Piel que desmiente esa edad que ahora
aplauden. Recobrada resurrección
de ir entre galaxias a su auroral
pabellón de nubes a la manera de Mi Fu
y que Dios decida lo que falte.

¿Le falta algo acaso a la feroz
partida? ¿A los sesenta de táctica y temblor?

Dama y tres peones contra par de torres
y caballo resumen el sinfín.
Tablas no quiere en el paisaje. Sólo
aspira a una igualdad parecida al amor
o la muerte. Que el desenlace
incluya vínculo que despabile
a los que cifran fe en efímeras teorías.

Allí tiende su trampa: unas velas a media
luz y un coro «que los cumplas feliz»
con vino tinto en la mollera.
Cada vida hilada al jaque hasta salir
por la oblación del caos.

Movimiento decisivo el cielo abierto.

 

 

Objeto para ser destruído

 

Como vivir en Orion Nebula rodeado
de nubes de polvo y gas
triangulando la transición prohibida
donde la luz que surge del ruido de tus ojos
refracta la insurrección en que aventuro
tempo y desatino.

Me convierto de tal modo en el metrónomo
que se inserta sutil en la guarida
y si acaso el gemido o cumbre
por renacer a mil trescientos años
luz opaca el círculo

sean las brasas de esta lengua
en vela los golpes de navaja
que naveguen ciclópea soledad
por las retinas del orgasmo.

 

 

PEDRO LÓPEZ ADORNO (1954). Puertorriqueño. Doctor en Filosofía y Letras de New York University (1982). Como poeta ha publicado los siguientes libros: Hacia el poema invisible (San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1981); Las glorias de su ruina (Madrid: Playor, 1988); País llamado cuerpo (Lima: Editorial Lluvia, 1991); Los oficios (Sevilla: La Cuerda del Arco, 1991); Concierto para desobedientes (Río Piedras: Editorial Plaza Mayor, 1996); El gran olvido (plaquette) (Barcelona: Café Central, 1996); Cumpleaños-Poema/plaquette (Nueva York: La Candelaria #10, 1998); Viajes del cautivo (Xalapa: Editorial Graffiti, 1998); Rapto continuo (San Juan/Nueva York: Ediciones Babel, 1999)- edición limitada de 150 ejemplares cuyos 78 poemas representan un tarot poético; incluye caja de madera (obra del artesano puertorriqueño, Hipólito Figueroa) e ilustraciones de la grabadora puertorriqueña, Consuelo Gotay; Arte de cenizas/Poesía escogida: 1991-1999 (San Juan: Instituto de Cultura, 2004); y Opera ardiente (San Juan: Terranova Editores, 2009). Próximamente aparecerá en Caracas su poemario, Subversión del que surgía, bajo el sello de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello. Aparece antologado en Nueva poesía latinoamericana (México: UNAM, 1999); Una gravedad alegre. Antología de la poesía latinoamericana al siglo XXI (Valladolid: Editorial Difácil, 2007); Puerto Rican Poetry: An Anthology from Aboriginal to Contemporary Times (Boston: University of Massachusetts Press, 2007); Jinetes del aire. Latinoamérica y El Caribe Poesía contemporánea (Ecuador/México: Mayor Books, 2008); Vapor transatlántico (México/Lima: UNMSM, 2008) y Yunaites. Poesía en español en los Estados Unidos (Brasil: Lummer Editor, 2014), entre otras. 

Se desempeñó como catedrático de literatura de 1980 hasta el 2012.