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Alejandro Sandoval, México, 1957

alejandro-sandovalOfrecemos de este autor una muestra de poemas del libro El paso de las bestias y las aguas que aparecerá pronto en librerías con el sello de Ediciones sin nombre.

 

 

 

Poemas del libro
El paso de las bestias y las aguas
de Alejandro Sandoval Ávila,
Ediciones sin Nombre, México, 2016

 

Nos amó      como pudo
desde su alma sajada.

Sol dislocado
          su eclipse consistió en la ajena complacencia.
Desconozco sus gozos
y poco supe de sus tristezas profundas.

Su voz no estuvo
pero sus alegrías se ajustan
a las mañanas de café ligero.

En ella      la palabra esposa
nombró al predominio ante la sangre:
el señorío de la sumisión
nunca fue suficiente.

¿Acaso hay olvido posible?

               &

Abril          alcanzaba las ventanas
y los campanarios sornaban sordos.
María disponía sus manteles ceñidos a otras memorias
          laderas de capirotada y días de guardar
para transfigurarlos ante el jolgorio.
La casa estaba mejor abastecida.

Era el privilegio de los convidados que llegaban
buscando el agridulce licor de la feria.

De ningún modo el silencio petrificó el umbral:
ellos      radiantes      exaltados
se acogían a nuestra mesa en donde los aguardaban
     el pan      la sal      y el vino.

               &

Hoy miran a su padre por última vez.
Sedentario ante vientos adversos
su rictus musita una calma de pantano.

Cuando vivir era algo poderoso
había una llama que trenzaba sus rutas
y nunca imaginó los espantajos que anudan la infidencia
          la miseria de tres espejos contra el lodazal.

Abierta la ventana      danza el hedor a viejo
          a anciano de hospital que se resiste
               a lluvia centenaria que lo envuelve.

               &

Se recostaba en la colina
y los álamos se tornaban dorados.
Las piedras del día ya no eran un estorbo.
Asumía la siesta como una góndola
que lo llevaba al segundo y definitivo despertar del día.

Más de una vez aspiró
          con el regreso a la indolencia de esas calles
a caminar por una ciudad desolada.

                &

Disfrutaba de la cerveza al cenit
y los fines de semana con calma parduzca.

En su ajetreo tuvo malos presagios
y aprendió a caminar en aguas bífidas
          a entender los nortes
que el olor a carroña le insinuaba.

Al final de cada día
sabía encontrar algún voluptuoso goce.

 

(Alejandro Sandoval Ávila. Aguascalientes 1957.
Realizó estudios de Filología Hispánica en Cuba.
Escribe poesía, narrativa y literatura para niños.)