Stefaan van den Bremt, Bélgica, 1941

stefaan-van-denbremtSeis poemas cotraducidos del neerlandés al español por el autor y Marco Antonio Campos, entre los cuales un poema al amigo poeta José Luis Sierra, fallecido recientemente.

 

 

Variaciones
(seis poemas)

Stefaan van den Bremt

traducidos del neerlandés por el autor y Marco Antonio Campos

 

SON DEL CORAZÓN
(variación lopezvelardeana)

Aquella música íntima ¿ha cesado
cuando se asfixió tu voz por falta
no de aliento, no de cuerdas, no de
oídos, por falta no: por abundancia?

Oigo el diapasón de tu corazón
que una última vez tantea su alcance.
Oigo la sangre impaciente que aún
de golpe busca la carótida.

Aquella música íntima ¿se ha apagado
cuando cantó demasiado alto el anhelo
por ella, una entre muchas, aquella
que te dijo el no que no puedes olvidar?

Oigo el suspirante cristianismo
y cómo contradice cada maldición
con bienaventuranzas de la virgen
cuyo encanto no pudo convertirte.

Aquella música íntima suena
tan fuerte: quien no quiera oírla  
la siente latir a pesar suyo
más alto en su propio corazón.

 

LA CIUDAD DE JOSÉ LUIS
para José Luis Sierra

Vi a los ángeles que la cuidan.
Aquel ángel azul sobre la cornisa rosada,
bello y mofletudo, como tú
de guardia. Desde hace años
y benditos días.
Hasta que ya no más.

José María sale al quicio de la casa,
José María– ¿Sierra o Sánchez?–
como si anduviera enhebrándose
con algún cabo suelto de la historia,
como si pidiera clemencia al aire
mientras su padre la construye,
reconstruye desde los cimientos,
y al amaestrar a perros de cantera
despierta a sus demonios, los conjura
con ángeles hermosos, adulterados.

Esta ciudad es de ustedes.
La deja vacante la Corregidora.
José Luis la dona a sus hijos.

 

CITA Y COMENTARIO
para Juan Gelman

Se ha extraviado / o borrado
la cita en el libro / los comentarios
reclaman un sentido / marcan
el paso / en un recóndito

como un niño con los ojos cerrados
en la tiniebla / envuelto en su valor /
vagando a ciegas / en sus adentros
rumbo al habla / en el lugar

de la cita con los desaparecidos
en el blanco / sol de medianoche
del desconsuelo / que inviernan
como sombra del insomnio

 

ÁLBUM INFANTIL
para Marco Antonio Campos

En fotografías de los años cuarenta
se ve a Leo con cara de dominador
que debe velar el otro rostro del niño
que juega con una muñeca que llama Frida
y a quien le encanta tejer ropita. (Es cuando
se quita aquella máscara ceñuda.)

Al lado suyo, yo, como hermano segundo,
sólo puede defenderse con la fuerza
de sus corajes. (Pues se acabó la leche:
¡qué buen chiste que hace reír a quien
no llora!)

Entre nosotros, más tarde, está la hermanita
con aquella gran cinta en su pelo negro
y en los labios una sonrisa forzada
un momento antes del sollozo fingido.

Más tarde aún –ya en los años cincuenta–
el benjamín, el que riendo quita importancia 
a todo lo que sucede, a lo que aún
había de suceder. Y yo, yo miro

fijamente el ojo abierto que lo ve todo;
convulsivamente encubro las primeras
espinillas en mi alma.

 

PLEGARIA POR JAIME SABINES

No podrás morir.
Bajo escalpelos
no podrás morir.
Huesudo, enfermo,
no podrás morir.
Así, sin aliento,
no podrás morir.

De memoria de hombre
no podrás morir.
En trance de muerte
no podrás morir.
A pesar del cáncer
no podrás morir.
A pie de verso,
no podrás morir.

Los topos ven:
No podrás morir.
Las piedras oyen:
No podrás morir.
Andan los cojos
tras de la banda.
Tarumba se alza.
No podrás morir.

Desde la tierra,
de su entraña misma,
regresarás:
no podrás morir.
Con tus muletas
te pondrás de pie,
y aunque te cueste
no podrás morir.

En puros huesos,
no podrás morir.
Harto de muerte,
no podrás morir.
Bajo la losa
no podrás morir.
Reza tu lápida:
No podrás morir.

 

Stefaan van den Bremt
RUIDO DE FONDO
         Como quien oye llover
         (Octavio Paz)

Escúchame como un ruido de fondo,
como un eco de rima. ¿Oyes
el tiempo que me acosa? Arruga
mis palabras, encoge mis sentidos,
dispone en la boca un silencio,
se mete en los pliegues del encéfalo,
me recuerda de prisa y corre
en el tono del niño que declama. 

¿Todavía me oyes? Tú, que eres hijo
del tiempo. Escúchalo pasar zumbando 
colérico, con el tutti de las arterias
en la opacidad de esa niebla.
Parásito voraz de mi memoria,   
está alumbrando en mí otra veta,
y monda el tejido nervioso
en la cabeza que me enajena.   

Oye, jálame la lengua, escucha
con el oído pegado a la cornucopia
del tiempo. Escucha el embrollo  
de rumores que hace correr –
y también te acosa a ti, quiere
decirte al oído la cosa que él
da por buena, y a mí me calla la voz
con demonios que me son ajenos.

Escúchame ya, es el momento
para contradecir al tiempo.
Escucha el ruido que interfiere
la línea que nos comunica.