Jorge Riechmann

jorge-riechmannDel libro inédito de Jorge Riechmann Fracasar mejor algunos textos de este español vinculado con el grupo de la conciencia.

 

 

 

Jorge Riechmann Fernández (Madrid, 24 de marzo de 1962), poeta, traductor, sociólogo, ecologista español. Autor relacionado con el grupo de poetas de la poesía de la conciencia.

jorge-riechmann
Jorge Riechman

 

Del libro inédito de Jorge Riechmann Fracasar mejor.

rimbaud, el monstruo

Un niño que es padre. Un charco del que nacen ríos continentales. Una conífera cuyo esperma rojo fecunda aves, fantasmas y serpientes. La mirada de esos ojos glaucos, a la vez penetrante y extraviada, nos asombra pero no deja de inquietarnos. De una mano a otra pasa un testigo que abrasa las estaciones de su recorrido. ¿Quién cree que lo ha visto?

 

condición humana

Tuve que hacerme cargo de asuntos que me sobrepasaban, en situaciones para las que no estaba preparado.

 

poesía y reforma fiscal

El gran Adam Zagajewski opina en una entrevista que los poetas “deben tener opiniones sólidas en cuanto a la vida y la muerte, pero no opiniones políticas: la reforma de la legislación fiscal no creo que sea asunto de los poetas”. Manifiesto mi profunda discrepancia. Que tengan cosas sensatas que decir sobre la vida y la muerte, de acuerdo: pero ¿por qué los poetas no deberían también tener opiniones sólidas acerca de la justicia?

 

cavamos en una oscura galería

Hemos de vivir, medita Christa Wolf, “conforme a una brújula interior insegura y sin moral adecuada, pero no debemos seguir engañándonos por más tiempo. No veo cómo terminará esto; cavamos en una oscura galería, pero tenemos que cavar, eso sí.”

Cavamos en una oscura galería; braceamos para no ahogarnos en medio de la tormenta: empujamos monte arriba el peñasco de Sísifo. Y encima, según nos dicen, ¿deberíamos imaginar a Sísifo feliz? Quizá no, pero debemos ayudarle todo cuanto podamos a fortalecer su ya notable aguante, esa impresionante capacidad de resistencia; y debemos ser capaces de acompañarle en el minuto precioso en que se deleita con el rayo de sol que acaricia su lomo bañado en sudores.

Y, por supuesto, no deberíamos hablar de Sísifo en tercera persona. Sísifo eres tú, Sísifo somos nosotros, Sísifo soy yo.

 

la fecundidad del vacío

Anna Caballé comenta un libro de conversaciones con Jean-Paul Sartre: “Cuánto ha cambiado nuestro mundo desde los años setenta: de la pasión por el Absoluto de Sartre o Beauvoir a nuestro relativismo desesperado que apenas tiene respuestas, más allá de las cuestiones capaces de generar beneficios”. Y es que, en efecto, un mundo que sólo parece capaz de preguntarse “dónde está mi 3%, dónde está mi 25%” no sólo es abismalmente nihilista: también es rápidamente autodestructivo. Su recorrido resultará muy corto en términos históricos, a partir de la aceleración hacia el abismo que prendió alrededor de 1980.

Cuánto nos cuesta entender las dinámicas de crecimiento exponencial (con esos tiempos de duplicación que menguan prodigiosamente). Cómo ha cambiado el metabolismo sociedad-naturaleza en los últimos ochenta años aproximadamente, y sobre todo en los últimos treinta (los años alrededor de 1930 y 1980 como goznes del siglo XX) es algo que desafía la imaginación humana. ¿Desde qué fecha diría usted que los habitantes actuales de la Tierra hemos emitido la mitad de los gases de efecto invernadero, en tiempos históricos? La respuesta es estupefaciente: ¡desde 1980! Apenas en tres decenios, tanto como en muchísimos milenios antes: así se comportan los crecimientos exponenciales. Nos cuesta entender que el mundo actual, en lo que a impactos sobre la biosfera y los ecosistemas se refiere, no tiene nada que ver con aquel donde vivían nuestros abuelos.

Dicho todo lo cual, sin embargo, hay que insistir en que la “pasión por el Absoluto” que evocaba Anna Caballé es una pasión malsana. ¿Seremos de verdad capaces alguna vez de reconciliarnos con nuestra dependencia, nuestra finitud, nuestra contingencia –con la intensidad del ahí y la fecundidad del vacío?

 

habla la cabeza verde de Marc Chagall

Ni animales ni ángeles –por más fantasías al respecto que alberguemos. Pero sin el diálogo con el animal y el diálogo con el ángel, tampoco humanos.

 

el filósofo y el banquero

Nietzsche cita con aprobación a Stendhal: “Para ser un buen filósofo hace falta ser seco, claro, sin ilusiones. Un banquero que haya hecho fortuna posee una parte del carácter requerido para hacer descubrimientos en filosofía, es decir, para ver claro en lo que es” (final del parágrafo 39 de Más allá del bien y del mal). El banquero como “espíritu libre” –ya que dispone suficientemente de la lucidez, la indiferencia ante el sufrimiento ajeno y la nuda voluntad de dominación que, según Nietzsche, constituyen lo más importante del equipaje del filósofo.

Si alguien necesitaba una confirmación –no por indirecta menos valiosa— de que, en la era del capitalismo financiarizado, el nietzscheanismo tiende a ser puro conformismo social, hela ahí.

 

sucedáneos

El “milagro económico” español que se vino abajo en 2008, radiografiado en su vertiente más sórdida por un episodio delictivo: para que los técnicos de medio ambiente de la Junta de Andalucía hicieran la vista gorda frente a la destrucción de monte público para convertirlo en invernaderos de fresas (el “oro rojo” de la costa de Huelva, que exporta las cuatro quintas partes de la producción), los propietarios de fincas forzaban a prostituirse con esos funcionarios a sus jornaleras (marroquíes, rumanas o polacas). En la finca El Morcillo se destapó el hediondo asunto…

Muy al comienzo de la Ética nicomaquea (1096a), Aristóteles desecha sumariamente la vida de negocios como una forma de vida humana valiosa, porque (1) “tiene cierto carácter violento” y (2) “es evidente que la riqueza no es el bien que buscamos, pues sólo es útil para otras cosas”. Estas dos obviedades –la violencia del business y el carácter instrumental de la riqueza— han desaparecido casi por completo del horizonte cultural de nuestra época.

El turismo es un sucedáneo, la prostitución es un sucedáneo, el centro comercial es un sucedáneo. Preferimos los originales.

 

gadgets y devastación

Destruyen los servicios públicos y los bienes comunes, devastan la posibilidad de que pueda existir justicia social y sustentabilidad ecológica, y entregan juguetes a los niños de treinta o de cincuenta años: ¡mira, el nuevo smartphone que mueve las páginas fijando la vista en un ángulo de la pantalla!

 

William Blake, un místico jacobino

1

Qué simpático nos resulta el infierno de William Blake… Ay, si entre sus chispazos de inteligencia y nuestro presente no hubieran tenido lugar la Shoah o la destrucción atómica de Hiroshima y Nagasaki. Cómo haríamos rimar, también nosotros, Golden Rule con Golden Fool, si entretanto no se hubieran interpuesto antipáticamente el estalinismo o el ecocidio. Ah, con qué sublime ligereza nos permitiríamos anhelar el Infierno para descansar del Cielo, si en el siglo XX no se hubieran desplegado las vesanias políticas de Hitler y Pol Pot. Cómo bromearíamos a cuenta de las arrugas de la Ilustración, la cortedad de la razón y la inversión de los valores, si diversos milicianos en varias guerras cercanas no hubieran asado vivos a demasiados seres humanos, atados sobre parrillas o apresados dentro de neumáticos. Ah, bendita inocencia y bendita experiencia la de este genial poeta y pintor, de quien nos dicen que su mujer decía: “El señor Blake no me brinda mucha compañía: pasa gran parte de su tiempo en el Paraíso.”

2

Tanto el Amor como el Odio son necesarios para la existencia humana, que sólo progresa a partir de contrarios, declama heraclíteo este dialéctico poeta: pero a comienzos del siglo XXI, cuando el amor se nos ha encanijado tanto y el odio ha medrado como lo ha hecho –amancebado con la Indiferencia, y a esta señora sí que habría que retratarla con mayúsculas bleikianas–, ¿aún crees que podemos seguir permitiéndonos desear esa clase de progreso? En Blake apreciamos, es cierto, una poética de la transgresión apoyada –entre otros pilares— en la exaltación del deseo y la pureza de la energía. Pero ¿nos atreveríamos hoy a afirmar con tal ímpetu que “el mal activo es mejor que el bien pasivo”?

3

Si quisiéramos decirlo con el tóxico lenguaje de la mercadotecnia contemporánea afirmaríamos: el mal es sexy, el bien aburre. Pero eso equivaldría a una brutal falta de respeto, ¿verdad, míster Blake? Por eso retiro la indigna sugerencia casi antes de haberla planteado, y sólo insisto, quizá en otro orden de cosas: un libro de positive thinking podrá excitar mil veces más las mucosas del lector, las bajas pasiones de la lectora, que uno de dialéctica negativa; y sin embargo eso no lo sitúa un milímetro más cerca de la verdad.

4

Grande fue este hombre, no toleraremos que se le regatee reconocimiento. Y no debería sorprendernos la periódica infección de sus pupilas quemadas: soñó con incendios de extrema libertad. Es William Blake quien escribió: “En cada grito de cada ser humano/, en el grito de terror del niño,/ en cada voz, en todos los pregones/ oigo las cadenas que nuestra mente ha forjado.” No escatimaremos el tributo debido a su titánico esfuerzo por desgastar esas cadenas, que hoy no nos apresan menos que entonces, aunque los eslabones estén forjados con otros metales. Honor al gnóstico William Blake, cuyo “regüeldo profético” perturbó a René Char, aunque no podamos tendernos a descansar cerca de su yacija.

 

buscar lo que no es infierno
en el infierno

El mundo es el infierno –decía Arthur Schopenhauer–, y los seres humanos se dividen en almas atormentadas y diablos atormentadores. La respuesta mejor es probablemente la que sugirió Italo Calvino: “Buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio”.

No todo es infierno en el infierno. La belleza, el desapego y la compasión abren espacios insospechados. Un jaiku de Issa (1763-1827) completa bien la enseñanza calvinista:

“Ciruelo en flor…/ Las puertas del infierno,/ hoy, no se abren.”