“Balas de plata”, de Elmer Mendoza

balas de plataBruno Ríos, Sonora, trae de nuevo una de las novelas más reconocidas del sinaloense, en la que se recrea una “cosmovisión norteña” o el mundo del narco.

 

 

La cultura del narco en Balas de Plata de Élmer Mendoza
Bruno Ríos

Bruno Ríos

            Parece ser que el narcotráfico en México no solamente ha transgredido los límites inherentes a su actividad, sino que ha comenzado a inmiscuirse en nuestra manera de concebir el mundo. Y es en los momentos de crisis en donde la literatura juega un papel crucial para la significación de la cultura, en donde el texto transforma cómo le damos significado a nuestra realidad, así como cambia y modifica el sociolecto, es decir, la manera en que nos expresamos verbalmente, el lenguaje y cómo nos conducimos. Es por ello que las novelas sobre narcotraficantes, sobre este fenómeno del narcotráfico, han abarrotado las librerías y se han convertido en esta meta mexicana del escritor: crear la novela ejemplar del narcotráfico. Balas de Plata no es la excepción.

balas de plata

            Publicada en el 2008, Balas de Plata significa el regreso de Élmer Mendoza (1) a una cosmovisión norteña, de su tierra, que a su vez se empapa de múltiples significados. Más allá de tratar el narcotráfico como un mero tema de violencia, Mendoza utiliza los recursos novelísticos del género policiaco para narrar la historia del Zurdo Mendieta, detective de la ciudad de Culiacán, Sinaloa, quien trata de resolver una serie de asesinatos extravagantes, atribuibles al excentricismo del narcotráfico, a sus maneras de matar. Los muertos por balas de plata son aquéllas víctimas que no vemos todos los días, clave para resolver los casos, una línea de investigación crucial que llevará al paradero e identidad de los asesinos.

            Con una prosa fluida y siempre amena y cercana al lector, aunque cada vez más alejada del lenguaje coloquial voraz de Un asesino solitario, (2) (la novela que puso al escritor en los primeros puestos de la literatura mexicana y que aborda de lleno la temática del narco, publicada en 1999)la novela de Mendoza atrapa al que se adentra en ella y lo transporta a un mundo real que resulta a veces incómodo, pero indiscutiblemente cierto. Sin embargo, el mayor logro de la novela no es la trama en sí, sino la creación de una verdadera radiografía de la genealogía del héroe, o antihéroe que es el capo. Mendoza rememora el narcotráfico rural y norteño, más que la situación urbana que se ha suscitado en los últimos años. Se refiere al capo como un hombre de “cuarenta y dos años, alto, fuerte, de tez blanca y ojos azules; lucía una esclava de oro en cada brazo, una gruesa cadena y cuatro anillos de diamante, vestía una camisa azul de seda, y un Levi’s clásico, botas de piel de avestruz” (Mendoza 47-48). Es claro entonces que el género de la novela del narcotráfico encuentra uno de sus mayores exponentes en Élmer Mendoza, ya que construye toda una cosmovisión de la cultura del narcotraficante, que no se vale de estereotipos.

Elmer Mendoza

            Si hacemos referencia a la teoría de la Semiosfera del texto de Iuri Lotman, (3) queda claro que el narcotráfico no es solamente un negocio, o una actividad ilícita, sino una cultura periférica con sus propios sistemas semióticos, con sus propios procesos de significación que han logrado infiltrarse al centro. Es por ello que vemos a personas completamente ajenas a la actividad del narcotráfico cantar narcocorridos, utilizar todos aquellos signos que denotan dicha cultura, que compran carros grandes con rines cromados y le rezan a Malverde. La novela de Mendoza es la prueba fehaciente de toda esta cosmovisión, ya que muestra no solamente lo que los narcos hacen en Culiacán, sino la manera en que esto ha afectado en la vida cotidiana de la gente común: el miedo y el tratamiento de los medios. La obra juega con el género periodístico precisamente para demostrar que la cultura se ha expandido, que ha absorbido lo que un grupo antes periférico ha logrado mostrarle a la sociedad. Además de ello, los símbolos de adoración se vuelven cada vez más comunes: es por ello que aparece Malverde, santo patrono de los narcotraficantes.

           En adición a lo anterior, dentro del mundo narrativo de la obra, los personajes se encuentran atados a un poderío que se esconde, que yace detrás de las instituciones y de la vida cotidiana: “Son narcos don Pablo, gente muy pesada, dueños de vidas y haciendas” (170). En suma, Balas de Plata es una obra que responde a una problemática social y que describe de manera exacta el lado humano e inhumano del narco, una cultura que se gestó en el campo y en el mundo rural, y que se ha trasladado a las ciudades para posicionarse como el reto más grande que ha enfrentado nuestro país desde la Revolución. También, es una muestra de que la literatura, en tiempos de crisis, sufre una transformación productiva, una etapa prolífica que demuestra la importancia del lenguaje y el papel indispensable del quehacer literario en nuestros días. Balas de Plata es el reflejo de nuestra cotidianidad, aunque a muchos no nos guste.

 

Notas:
1.- Mendoza, Élmer. Balas de Plata. México: Tusquets, 2008.
2.- Mendoza, Élmer. Un Asesino Solitario. México: Tusquets, 1999.
3.- Lotman, Iuri M., La Semiosfera I. Madrid: Cátedra 1996.