Centenario del nacimiento de Juan Sánchez Peláez. María Antonieta Flores

maria-antonieta-floresUna de las voces más relevantes en la lírica latinoamericana cumple cien años de su nacimiento y el próximo año cumplirá 20 años de su muerte. María Antonieta nos obsequia esta aproximación a su obra y ha seleccionado algunos de sus poemas.

 

 

 

Centenario del nacimiento del poeta venezolano Juan Sánchez Peláez

María Antonieta Flores*

 

Juan Sánchez Peláez
Juan Sánchez Peláez
Una de las voces fundadoras del discurso lírico contemporáneo nacional, de alta resonancia tanto en la poesía venezolana como latinoamericana, es la de Juan Sánchez Peláez (25 de septiembre de 1922 – 20 de noviembre de 2003). Publica su primer libro en 1951, Elena y los elementos, un suceso verbal y estético que marcó huella en la poesía de su país por la manera como introdujo imágenes surrealistas vinculadas a lo erótico y a lo existencial. Las tempranas vivencias que le ofreció el grupo surrealista La Mandrágora de Chile (Sánchez Peláez tenía deslumbrados 18 años cuando se vinculó al grupo) fueron fundamentales para la cristalización de su voz. En 1969, fue seleccionado para el Programa Internacional de Escritura (IWP, University of Iowa) y ocupó un cargo diplomático en Madrid en 1976. Recibe el Premio Nacional de Literatura, el galardón más importante que en aquella época podía recibir un escritor por parte del Estado, en 1975. Se residencia definitivamente en Caracas en 1978, para ese momento ya era considerado un renovador del discurso poético venezolano por la crítica y por sus pares.

Su obra poética es breve. A su primer libro se suman: Animal de costumbre (1959), Filiación oscura (1966), Un día sea (1969) Rasgos comunes (1975), Por cuál causa o nostalgia (1981), Aire sobre el aire (1989). Siete libros que ofrecen una transformación que va de la exuberancia pasional al despojamiento verbal. Un camino hacia la esencia del decir. La palabra, concisa, necesaria y a la sombra de la soledad, nada pide ni propone, prefiere hablarnos con la intimidad de sus visiones y su sabiduría en el tono del susurro que no cesa en su reverberación, en un ritmo que profundiza hacia lo íntimo desolado y deseante desde la exactitud de la palabra que funda y revela, de nuevo, el mundo para que sea un lugar habitable, receptivo. Sus poemas surgen de tópicos universales y de la modernidad al consustanciar la vivencia existencial solitaria y presa de la alienación con el Eros como fuerza vital redentora y ascensional. Así, expresa y construye el deseo en un contexto donde predominaba el silencio y el intelecto, reprimiendo la emoción. De esta manera, contribuye a integrar el discurso erótico al consciente poético, lo que favoreció el reconocimiento, la anagnórisis, del yo definido a través del deseo por el otro. 

Sus primeros poemarios reflejan la consciencia del conflicto entre el principio de placer y el de realidad: la vida como plenitud y la cotidianidad, la costumbre, como lastres asesinos. Obviamente el primer aspecto está en Elena y los elementos; el segundo, en Animal de costumbre. De este conflicto irresoluble, emerge la visión de la mujer como sujeto redentor carnal y no idealizado.

A cien años de su nacimiento, hay que celebrar la poesía de Juan Sánchez Peláez en su filiación oscura, en su huidiza y permanente textura que recoge nuestros rasgos comunes y nos revela que somos simplemente animales de costumbres, desgarrados entre la vida que acorrala en la rutina diaria y el abismo que el Eros, siempre redentor, ofrece como posibilidad para la trascendencia y para una extraña salvación que ronda el vértigo y lo desconocido, ese presentimiento profundamente vivenciado y anhelado.

Abrir de nuevos las páginas de sus libros es revivir revelaciones, es reencontrarse con esa fascinación inicial de aquella edad cuando poemas de Elena y los elementos mostraba secretos, misterios que escapan de las palabras. Porque el vertiginoso verbo del poeta tiene el signo de lo iniciático, capaz de mostrar lo que habita después del umbral.

Ya en el centro de ese misterio, inseparables palabra y vida, el poeta dice: “Y este que soy yo: blanco y anciano en mi libro.” No desde otro lugar puede definirse y presentarse para reconocerse tránsito y movimiento: “Voy hacia la clara imagen, con mi deseo.” Así como conoce su rumbo, posee la certeza de lo que le corresponde como poeta y voz de su tribu: “Mi oficio es como la lluvia: acariciar, penetrar, hundirme.”

La poesía de Sánchez Peláez coloca ante el abismo, el borde, el precipicio. Y por esta razón exige al lector entrega y complicidad para que se pueda cumplir la seducción y conducir, a aquel que verdaderamente lee, a los territorios de lo indecible, vuelto imagen e invocación, para luego abandonarlo en el silencio, silencio preñado de sentido. De lo arrebatado, de la espiral envolvente, el poeta regresará luego con el decantamiento y la serenidad que deja la vivencia intensa del misterio y de lo oscuro iluminado:

La selva roja murmura, murmura, y de repente es toda la realidad del corazón mi selva roja. Y ella que es un péndulo que oscila en el gemido, mi selva roja, y ella que exclama con saltos leves de dicha, mi selva roja, en la ruta que conduce hacia ese hondo bosque fuera de la tierra anónima nos deja estar en ninguna parte y olvidarnos, nos deja no resbalar en la cosa que se evapora, nos deja la mediúmnica voz de nuestra certidumbre, y en paz, sin magnos errores, mi selva roja

El encuentro de dos realidades cuyas fronteras borra el verso del poeta es su legado:

blanco y nítido tiempo
tibia y desnuda nada
se vuelven también holgura
––agua pura
y mundo extraño es nuestro mundo
y la otra esfera.

Los poemas de Juan Sánchez Peláez están marcados por una respiración nocturna que no deja lugar para una relación lúdica con la palabra pues solo hay espacio para la reverencia. Inhalación y exhalación de lo primordial, lo perturbador y lo trascendente, poemas que nos señalan como seres signados por algún designio que despierta cuando su voz dice:

No te vayas a atribular,
tú,    
        que no tienes
planes hechos para el futuro
y que empujas el musgo
de los días
con tu trauma y
tu hierro marcado al rojo vivo en la nuca.

Así nos acompaña la poesía de Juan Sánchez Peláez.

 

______________       
*Poeta y ensayista venezolana.

 

 

 

Tres poemas de Elena y los elementos

 

POR RAZONES DE ODIO

Ella descubre el roce el barniz de su cintura
En los estados feéricos en un acantilado sensual
A cuyos pies se derraman almacenes hechizados
Los cuellos segados por fruición de la libertad.

Cuando escamotean sus cláusulas internas
Creo una virtud especial
Por razones de odio
Y es la mujer sometida al clima negro
En los portafolios los deshielos la lupa la colcha
de los muertos.
Los óleos de mi memoria revestidos de lanas ardientes
La mancha con sed del rebaño sideral
La lepra 
Del aljófar caído en los bosques.

 

RETRATO DE LA BELLA DESCONOCIDA

En todos los sitios, en todas las playas, estaré esperándote.
Vendrás eternamente altiva
Vendrás lo sé, sin nostalgia, sin el feroz desencanto de los
años
Vendrá el eclipse, la noche polar
Vendrás, te inclinas sobre mis cenizas, sobre las cenizas del
tiempo perdido.
En todos los sitios, en todas las playas, eres la reina del
universo.

¿Qué seré en el porvenir? Serás rico dice la noche irreal.
Bajo esa órbita de fuego caen las rosas manchadas del
placer.
Sé que vendrás aunque no existas.
El porvenir: lobo helado con su corpiño de doncella
marítima.
Me empeño en descifrar este enigma de la infancia.
Mis amigos salen del oscuro firmamento

Mis amigos recluidos en una antigua prisión me hablan
Quiero en vano el corcel del mar, el girasol de tu risa
El demonio me visita en esta madriguera, mis amigos son
puros e inermes.

Puedo detenerme como un fantasma, solicitar de mis
antepasados que vengan en mi ayuda.

Pregunto: ¿Qué será de ti?
Trabajaré bajo el látigo del oro.
Ocultaré la imagen de la noche polar.

¿Por qué no llegas, fábula insomne?

 

POSESIÓN

El mundo pesa inicuo y solemne en mis raíces.
Acepto tus manos, tu dicha, mi delirio.
Si vuelves tú, si sueñas, tu imagen en la noche
me reconocerá.
Mi sangre de magia fluye hacia ti, bajo la
profecía del alba.