Curiosidades de animales. Nilton Santiago

nilton-santiagoNilton Santiago, reconocido poeta peruano, cuya obra fue galardonada con el XV Premio Casa de América de Poesía Americana y el Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro 2019, desde la ciudad de Barcelona, donde actualmente reside, nos habla de animales fantásticos y dónde encontrarlos.

 

 

 

Nilton Santiago
Curiosidades de Animales

 

Todos descendemos de la mirada de un gorila

"Envían a rehabilitación a un mono alcohólico en Rusia"
(Fuente: Reuters)

Como Cioran, no somos más que un puñado de intersticios,
oh gorila mío, dos soledades metódicas,
como dos colillas en un cenicero.
Es cierto, compartimos la melancolía de los pájaros congelados
la rara costumbre de amar sobre los árboles,
de llorar y defecar leyendo a Mallarmé
o de salir con dos copas de más de cada incendio interior.
También jugamos cada día con la pureza de ser impuros,
con la estrella que navega en nuestra sangre,
desviada de su curso,
cansada de balbucear luz sobre la sonrisa de los jubilados
y de las putas, esos bellos mamíferos exiliados.
Ya lo sabes, buscamos el mismo empleo
y lloramos al mismo animal desde el que cada día nos despertamos.
Oh, gorila mío, también tu mirada
es la ventana por donde Dios espía al mundo
ese otro mamífero fúnebre que nada sabe de nosotros.

 

Curiosidades de animales

El frío entra en la lágrima.
20 palestinos caminan sobre una gota de rocío y en Oaxaca han secuestrado a un colibrí.
Nadie sabe por qué, pero el abrazo de un migrante yace sobre las vías de un tren, abandonado entre caricias borradas con quitamanchas.
Sería su destino, diría el padre de mi madre, todos somos un ratón de laboratorio en una partida de ajedrez.
"No obstante compartir el 95% de sus genes con los humanos, los ratones no sueñan papá" —le dice mi madre.
El ajedrez es un juego de viejos, abuelo.
"La higuera envejece, pero cada día me trae más mariposas" —me responde él.
Una farmacéutica enciende un cigarrillo y se peina con una osamenta de pescado. 
Le da igual que mi abuelo haya ido a extraerse una iguana del corazón.
Cierro los ojos: mi abuelo entra a casa con una bolsa llena de patas de pollo.
A mi abuelo le gustan más las patas de pollo que los partidos de izquierda. 
Está harto porque en el sindicato hasta las peceras son una república populista con un presidente medusa. 
El cuerpo de la medusa inmortal es un 96% agua de lluvia —dice mi abuelo.
Abro los ojos: salgo del trabajo con el corazón hecho añicos.
El frío cree que la lágrima es un trozo de mar.
Han pasado tantos años tantísimos años desde que me llamaste oso de anteojos oso perezoso.
No sé por qué, pero la vida de las platas de interior le interesa más a la prensa que 20 palestinos colgados de una estrella.
El Oaxaca han ejecutado finalmente al colibrí.
Nadie quiso pagar el rescate, aunque ahí los tulipanes son la calderilla de los ángeles.
(Aunque también se dice que el otro día en México un policía falso detuvo a uno verdadero).
El frio sale de la lágrima con una bufanda.
Se acaba de enterar de que el organismo del oso perezoso deja de funcionar a las dos semanas de haber muerto.

 

Treinta y tres pingüinos

Mis padres y yo salimos a recoger un anuncio de correos.
Cuarenta y cinco papagayos lloran sobre una nube recién nacida de este sábado por la mañana, pero no llueve.
La economía de mercado no lo permitiría.
Mi madre dice que el pan de hoy es el hambre de mañana.
Yo le digo que tener una ideología política es igual a creer que las cigüeñas creen en los ángeles.
Me saco unos cuantos geranios de los párpados y despierto a mi padre.
Salimos de casa, como granos de arena que son hormigas que son átomos de aire.
Cientos de cigarras nos brotan de los bolsillos mientras caminamos.
No hay casi gente en la calle, los espejos lloran solitarios en las estanterías.
El sol es como un pequeño canguro que sale del marsupial de la mañana.
La oficina de correos es un océano lleno de langostas.
El sobre que me entregan es frío, como las maneras del funcionario.
Cuando lo abro, un pingüino salta sobre el suelo.
"No puede ser" —dice mi madre—, "no puede ser que haya tantas langostas".
Mi padre coge al pingüino, pero éste llora desconsoladamente al verme sonreír.
Mi padre dice que los pingüinos son los únicos animales capaces de convertir el agua salada en agua dulce, "así que en realidad llora miel".
Se lo mete en el bolsillo de la camisa como lo hacía conmigo cuando era una semilla.
Mi madre le dice "que no se fíe" ya que, si los pingüinos pierden un huevo, "se lo roban de sus vecinos, cuidado con tú corazón" —le grita al oído.
Mi padre no oye lo que hablamos.
Se ha quedado medio sordo desde que se puso una caracola de mar en el oído y escuchó la voz de Dios.
El funcionario de correos tiene todo el cuerpo lleno de pequeños cangrejitos que le cortan las ideas, por eso es tan maleducado.
Volvemos a casa como granos de arena que son hormigas que son átomos de aire.
Cuarenta y cinco ruiseñores diseccionan un pañuelo lleno de lágrimas.
Mi padre no oye lo que hablamos.
"¿Por qué todos lloran?" —se pregunta.
"Porque las lágrimas se las lleva el viento", —le responde mi madre con los ojos llenos de lágrimas descocidas.
Mi madre y yo mientras tanto cocinamos: lubina al horno para pingüinos que no oyen, que son granos de arena que son hormigas que son átomos de aire.
Tengo un sueño terrible que no me deja dormir.
Ya son treinta y tres veces que un pingüino que ha perdido un huevo se ha llevado mi corazón.

 

Historia natural y moral de los avestruces

Los avestruces esconden la cabeza dentro de la tierra para buscar estrellas.
Lo hacen cuando ven pasar meteoritos del tamaño de un pequeño enigma, es decir, cuando saben que pronto tendrán huevos.
El tiempo no gira bajo tierra.
Simplemente esconde sus números e hipérboles en pequeños huevos de los que nacerán días amarillos.
El cerebro del avestruz tiene el tamaño de una lágrima humana.
Me lo dijo una vez un borrachín esloveno saliendo de un bar.
Llevaba en el corazón un búho soñoliento que lo orientaba en la oscuridad.
Fue una de esas noches en las que todos somos el mismo objeto perdido en un parking de carrozas de calabaza.
Los avestruces son primos lejanos de las aves elefante de Madagascar, que se extinguieron hace siglos y que medían hasta tres metros de altura.
La última fue vista durmiendo en un aeropuerto, temblando al reconocerse en la fragilidad de los aviones vacíos.
Se dice que los avestruces también están emparentados con las mujeres melancólicas.
Las mujeres melancólicas son seres del aire que te entregan cartas nocturnas para explicarte su pasado.
Poca broma, pero acabo de leer que una mujer egipcia de 30 años acaba de pedirle el divorcio a su marido porque no quiso comprarle un shawarma en su primera y única salida.
Si los peces pasan sed lo saben los peces cuando lloran.
Yo sólo sé que las estrellas son las pecas del universo y que el alimento favorito de los avestruces es un escarabajo de color plateado.
Por ello los avestruces se comen todo lo que brilla, como clavos o latas o marcapasos.
Las mujeres melancólicas lo saben y por eso no lloran lágrimas metálicas cuando encuentran estrellas y no setas bajo tierra.
El nombre científico del avestruz es Struthiocamelus que significa "gorrión camello".
Aunque en el antiguo Egipto el gorrión representaba la pequeñez.
El tiempo nos vuelve a engañar y este poema también.
No saber volar no significa nada.
La infancia de la mariposa aun brilla en lo que le queda de oruga.

 

¿Qué somos los humanos para los perros?

La luna pesa 81 billones de toneladas
y los neandertales quizás lo sabían.

Como sabían, hace 40.000 años,
que nos pasamos inviernos enteros
viendo cómo un enjambre de dudas
escapa súbitamente de nuestro estómago
cada vez que nos miramos al espejo
y vemos la mirada de un chimpancé.  

Hace siglos que venimos maldiciendo
los oficios de los sábados por la mañana,
(como borrar pinturas rupestres 
en el hielo acumulado en la nevera)
los oficios del sábado por la tarde,
(hacer la colada,
compartir el silencio de un mirlo enfermo).
Y todo para terminar descubriendo
que un mismo gen hace posible
el habla humana y el canto de los pájaros.

Acabo de leer que, durante un sólo día,
el corazón humano genera la energía suficiente
como para desplazar un vehículo
durante 32 kilómetros, pero es incapaz
de bombear la sangre de un chihuahua.

Los neandertales, como los perros,
no sabían quiénes eran hasta que no estaban
a solas con la luna,
como nosotros no supimos, hasta hoy,
que hace 40.000 años éramos
más chimpancés que humanos.

No obstante,
¿qué somos los humanos para los perros?

¿Pájaros o chimpancés?

 

Nilton Santiago nació en Lima, Perú, aunque reside en Barcelona hace varios años. En poesía ha publicado El libro de los espejos (II Premio Copé de la XI Bienal de Poesía, Lima 2003), La oscuridad de los gatos era nuestra oscuridad (Premio Internacional de Poesía Joven Fundación Centro de Poesía José Hierro, Madrid 2012), El equipaje del ángel (XXVII Premio Tiflos de Poesía, Visor Libros 2014), Las musas se han ido de copas (XV Premio Casa de América de Poesía Americana, Visor Libros 2015) y, finalmente, Historia universal del etcétera, con el que ha obtenido el Premio Internacional de Poesía Vicente Huidobro (Valparaíso Editores 2019).