Uberto Stabile, un poeta de los de antes

Exigencias de la edad

Dicen que lo último que se pierde es la esperanza,

pero si ya has perdido el sentido del humor,

¿de qué te sirve la esperanza?

Te doblo la edad

duermo la mitad de horas que tu

fumo tres veces más

gano cada día la paciencia que tu pierdes a diario,

y aún piensas que somos almas gemelas.

Después del amor siempre llega el sueño

y mientras tu roncas yo devoro cigarrillos,

tu ansiedad tiene un límite

la mía un final.

Cuando pierdas el sueño

descubrirás que el amor es siempre

otra cosa,

lo que para ti es un mito

para mi es sólo una leyenda.

Es la edad la que no perdona

no admite créditos, devoluciones ni transferencias,

podemos compartir una vida

pero de la muerte nos tendremos que reír a solas.

 

 

Vidas rebeldes

Ningún camino de flores conduce a la gloria»

Jean de la Fontaine

Cuando era más joven pensaba que ser libre era ser libre

algo así como no tener obligaciones ni compromisos,

nada por lo que vivir, nada por lo que morir

rebelde sin causas conocidas.

Años más tarde descubrí que alguien

tenía que tirar la basura todas las noche,

porque la vida y la casa empezaban a oler mal,

como huele uno cuando crítica todo cuanto no es.

Años más tarde descubrí entre la basura que tiraba

el dulce aroma de mi propio hogar

tu ropa sucia, mis fotografías

los juguetes viejos de los niños

y esa llave que nunca supe lo que abría,

pero ya había perdido la casa

y tuve que reconstruir la esperanza

mucho más lejos de dónde estaba calculado.

Ahora, cuando cada noche salgo a la calle con mi bolsa de basura

y aprovecho el paseo para encender ese cigarrillo que despierta

los perros del vecindario

y los veo en sus casitas encendidas consumir la vida,

me doy cuenta que en la oscuridad

era más fácil ser libre.

 

 

Jack Kerouac, Pocahontas y yo

Íbamos Jack Kerouac, Pocahontas y yo

camino del sur en mi vieja furgoneta escuchando

John Lee Hooker en la radio

Despeñaperros pa´ bajo y algo más en el cuerpo

cuando recogimos al estudiante colombiano

haciendo autoestop en la gasolinera de Bailén

con un master en geología y dos piedras de hachís en el bolsillo,

contando historias de Manu Chao y las FARC

y el estado de sitio y una muchacha de Cáceres que le prometió el amor

y se quedó con todos sus travelcheques como recuerdo.

Íbamos, digo, camino del sur desentonando a coro al Camaron

palmeando sobre el salpicadero de la Nissan

creyéndonos libres y soberanos en un país que no reconocemos

ni quiere reconocernos,

cuando vimos la luna sobre la ciudad de Córdoba y suspiramos

como si fuéramos niños de plata en un jardín prohibido,

y nos cogimos de la mano porque en un momento todos fuimos indios

como Pocahontas, Moctezuma y nuestro amigo colombiano,

indios en una reserva de vino, ceniza y hechizos,

y conjuramos al futuro para que nos fuera propicio

y el futuro se nos hizo de pronto irreversible, irreverente, irrevocable.

Y tuvimos que enterrar en una sola noche

a los amigos que habían muerto desbocados, de amor

de velocidad, de locura, de la vida misma que ahora nosotros

en el umbral del siglo reclamamos desde la memoria.

Como pasajeros de un poema sin destino

íbamos Jack Kerouac, Pocahontas y yo

camino del sur encañonando con insolencia

la sien plateada y sospechosa de una Europa limpia

ordenada y preparada para repeler el hambre que nunca

nos dejaron reclamar.

 

 

Dice Gillespie

Dice Gillespie que la muerte no es lo peor

que no es el dolor la mejor escuela

ni el hambre nos convierte en héroes.

Dice Gillespie

que nos son más fuertes quienes más pueden

que lo son quienes más resisten

quienes de la derrota levantan victorias.

Dice Gillespie

que lo más peligroso no es el peligro

que lo más peligroso es la seguridad

con la que eludimos diariamente el peligro.

Dice Gillespie

que no es un hombre acabado

que es un hombre que está acabando

que nunca el final sustituye al fin,

porque en realidad,

dice Gillespie

que le dijo Parker

que le contó Cortazar

que en lugar de hacer el amor

ya va siendo hora

de que el amor nos haga.

 

 

Los Impostores

El olvido es la madrugada donde el miedo les hace fuertes

son como amantes inexpertos despidiéndose una y otra vez

sin terminar de pronunciar nunca el definitivo adiós.

Los impostores conocen todas las entradas y salidas de los sueños

todos los rodeos que hay que dar para llegar antes a ninguna parte.

Los impostores se suceden uno tras otro

confundidos entre la niebla y el amor ciego

son el ir y venir de una misma cosa

el plazo de una deuda que no se paga.

Ellos trazan las fronteras de países imaginarios

y juegan a conquistarlos desafiando al miedo.

Son audaces ante la adversidad

y pálidos bajo el fuego.

Ellos siempre andan pisándose los talones

en su loca carrera por no ser advertidos.

Frente a la verdad son invisibles

mudos frente al silencio.

Los impostores nunca tienen el mismo rostro

ni usan palabras que los delaten,

emboscados en sus viejas gabardinas

los impostores pasean al acecho bajo la lluvia.

Dicen venir de lejos

pero son siempre del mismo lugar

sus huellas no perduran

sus manos frías cambian de color

cuando alguien las estrecha.

Los impostores habitan el amor

como se habita una casa vacía,

mienten para sobrevivir

y viven con la incertidumbre atada al cuello.

Los impostores nos engañan con su certeza transparente

nos conducen sin tregua ni descanso

al lugar de siempre.

Los impostores somos nosotros

cuando cerramos los ojos

frente al amor que duele.

 

 

En todas partescuecen patrias

Nací en Valencia

de padre italiano y madre gata

he sido charnego en Bacerlona

polaco en La Mancha

y churro en mi ciudad,

me llamaron spagnoleto en Italia

y en la escuela macarroni,

en Andalucía soy «el que habla fino»,

gallego en Cuba y en México gachupín,

en Berlín me tomaron por turco

y en Brasil me hablaban en inglés,

a los rifeños les parezco muy claro

y demasiado moreno a la policía de Miami.

He vivido en dos países, siete ciudades y quince casas

de las que sólo conservo sonrisas

y algunas fotos apulgaradas de amigos y familiares.

Siempre vengo de lejos

y lejos voy

con otra lengua, con otra luz

y la patria en los zapatos

para vergüenza de mis invasores.

 

 

uberto-stabile
Uberto Stabile nace en Valencia en 1959. Cursa estudios de Historia del Arte en la Universidad de Valencia. En la década de los ’80 dirige el café-ibrería Cavallers de Neu, la Editorial Malvarrosa y funda la Unión de Escritores del País Valenciano. En los años ’90 se traslada a Huelva donde coordina las actividades culturales de la Fundación Juan Ramón Jiménez, crea la tertulia y colección lietararia Las Noches del 1900, dirige la Feria del Libro de Huelva y funda la Asociación de Gestores Culturales de Andalucía. Desde 1994 organiza y dirige la revista de poesía Aullido y los Encuentros Internacionales de Editores Independientes bajo el nombre de EDITA. En la actualidad forma parte del consejo asesor literario de la Fundación Caja Rural del Sur y de la Comisión de Cultura de la Federación de Municipios y Provincias de Andalucía. Es además creador y coordinador de los site web www.riepa.org y www.editalter.com. Fundador y director del Salón del Libro Iberoamericano de Huelva desde el año 2007 y del Encuentro hispano – luso de Escritores Palabra Ibérica desde el año 2005. Actualmente trabaja como Director de la Casa de Cultura del Ayuntamiento de Punta Umbría en Huelva.

Ha recibido el Premio de Poesía Ciudad de Cheste (1983), el Premio de Poesía Villa de Alaquas (1985), el Premio Valencia de Literatura, (1987) y el Premio Internacional de Poesía Surcos (1997). Su poesía ha sido traducida al italiano, portugués, búlgado, catalán y francés y se encuentra recogida en numerosas antologías nacionales e internacionales.

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