Despertar
Me voy a hacer añicos y lo sabes
Un lunes a las dos péeme
Después de levantar la mañana
Con grúas de voluntad indómita
Me voy a quebrar como la voz cristalina de una anciana
Y la lluvia erosionará esta ansiedad sobrecogedora
Tiras de mi estómago hasta la garganta
me escueces con lagartos roca
Me das tres minutos exactos para respirar
Voy a bifurcarme en cientos de seres
Que hunden sus manos en las tripas de sus hijos
En la boca sedienta de su amante
Voy a cerrar los ojos y voy a llorar despacio
Como un canto que nace en el nahual de la noche
Y sube hasta la nube de unos ojos que ya no son míos
Un bosque de pedacería metálica
Un tiempo como un avión supersónico
Un foco encendido en las ruinas de una casa.
Mayra
Porque eras este cuchillo recién afilado
que estalla las vísceras de la noche
para exigirle al Mike
que nos abriera de costado
hasta la última ventana del verano
La pira de los pájaros de fuego
refleja en los charcos de agua y aceite
su exquisita confección alucinante
O sólo en nuestros ojos
se incendiaban los soles
la compulsión
por destrozarse la cabeza
contra los estantes
de las bibliotecas
y los bosques helados
donde se escondía el diablo
Porque también eras alarido
en una copa de Dry Martini
oh, my sweetest, my love
mi corazón tigre de bengala
Porque nadie dirá nunca
que no ardiste
La noche siempre
es el escenario
donde surjen tus ojos
y me gritan
en este sueño de caída libre
donde te miro y no
porque es verdad
que nuestra sangre habita
el vínculo de llama:
el éxtasis de morir todos los días
Milo
En cada palabra que abre la puerta a los caminos
me tenderé a tu lado
para escuchar el silencio de tus ojos detenidos
Desgarrarás la carne hasta encontrar su semilla
para sembrarla en este lugar donde no duele
suspendida en este trance que te habita:
regálame la gracia inmóvil que
conjura el dolor que alumbra un hijo
niño dulce, promesa de verano
Hemos muerto todos contigo
ninguna afirmación nos hará justicia
En el deslave de un cerro en la tormenta se gestó la noche
y esta noche llovió y llovió para seguir lloviendo…
Llueven las palabras sobre las piedras
sobre los ríos peces llueven
y mañanas llueven en ayeres
y llueven mares en el cielo
el verano en tus ojos liberados
Alicia Eugenia Segura nació en la Ciudad de México, es poeta, crítica, ensayista y articulista de varios medios nacionales e internacionales. También es editora y autora de libros. Apasionada indómita de la filosofía y la filosofía del lenguaje, escribe también periodismo cultural y de investigación.
La Otra | Revista de poesía + Artes visuales + Otras letras Revista de poesía + Artes visuales + Otras letras