Dos Poemas:
Roberto Pérez De Arenaza Alaña

Es lo mismo andar que volar:
nos estallan los días que dejamos de amar.

Hombre bala

Competir: lo peor.
Peor aún; competir para encontrar
lo peor aún.

Así andábamos empeorando el mundo,
discutiendo el pódium elevado
de los mayores males;
apocalípticos del Circo Mundial,
cabalgando desbocados,
quitándonos razones,
y tirándonos… tantas balas.

Al final se hizo silencio,
y solamente resonó:
(La guerra es lo peor).

Alguien rompió la pista central circense
sin reconocer lo psicópata en lo heroico,
sin rechazar la cara amable de la tortura,
el incógnito espectáculo del bien morir.

Claro que, nuestras guerras
fusilan poco en las noticias,
pescan poco en las redes,
no salen en Instagram.

 

Balas de goma

Llevas los años de modo elástico,
sin costuras ajenas en el traje
ni lecciones aprendidas en tu capa.

Miras a la cara del público, a alguna niña,
y puedes adivinar —crees—
cómo le viene, será…

Es mirar a un anciano ilusionado,
y desdibujas el niño
allí que fue, a pesar…

Jugar en la carpa del tiempo
puede ser disparar hacia atrás,
en el sentido de tu triste deseo:

porque quisimos crecer,
curar la infancia.

Y llegado el consumo de los años
un plan volátil de futuro
puede buscarse en una vida pasada;

y si no hay más,
poder irse rindiendo
al circo de la melancolía;

porque la infancia pesa,
está muy cerca;
es corta la vida.

 

Roberto Pérez de Arenaza Alaña nace y reside en Vitoria-Gasteiz desde 1971. Publica el poemario Naftaleno en junio de 2024 con la Editorial Cuadranta tras publicar bajo pseudónimo Intrafecto (Círculo Rojo, 2023) y alternando desde 1998 su formación literaria en grupos de escritura con diversas prácticas profesionales como educador social, sociólogo o profesor de intervención social y derecho laboral.
En su enérgico lenguaje poético incluye la ternura y el desamor; la ácida crítica social, la tristeza delicada o la ironía de lo cotidiano; la continua convivencia con la volátil memoria; la soledad laboriosa y la siempre inoportuna muerte, leyéndose sus versos más insatisfechos, nostálgicos y polémicos bajo el enigma y el humor.
Sus poemas encarnan la crudeza de los tiempos en que vivimos, ese, el de la inmediatez de las nuevas tecnologías, las guerras actuales que se pasan de largo o se “ignoran” por la velocidad en que gira el mundo, en sus versos libres encontramos las desventuras del hombre y su condición humana con un tanto de ironía, como el hombre que lo ha visto todo, que es capaz de transportarse al pasado, como un viajero en el tiempo a los años de la infancia, esa infancia que con heridas que quedaron por sanar, pero que pasó rápido pero que aún pesan, y lo hace desde la melancolía. El poeta que es capaz no sólo desde la auto observación, sino también desde la observación de todo cuanto lo rodea, puede transitar mundos posibles en la esfera de lo poético, Es decir, encontramos un desdoblamiento entre el presente de los días que vive y anticiparse al posible futuro, y al acaso de su vida propia y de la época que le ha tocado vivir.