1
La tristeza es una cosa que se siente, aquí
Maite Dono.
El hombre huye asustado con un traje de buzo
mientras tiene miedo a la enfermedad.
Si se emborracha, después
viene la tristeza.
Si ama, después
viene la tristeza.
Amar es más difícil que perseguir a una bandada de pájaros
pero yo amo.
Yo no siento la tristeza como Dono,
ya no siento la tristeza, aquí.
Todos están solos,
todos están locos,
los amados son como los pájaros
y no voy a entrar en esa espiral.
Amo la luz y el color del cielo,
me gusta cómo huele el mar,
quiero aspirar el olor de tu pelo,
eso es tan bello,
eso es entrar en la espiral.
Tumbarse en la arena,
evaporarse y desaparecer, no lo es.
Virginia Fernández, Almería, Lluvia, ed. Fondo kati, 2020.
2
Martes, enero 19, 2021
Ahora que estoy lejos
del que me escucha
digo
la nieve se derretirá.
Ahora que no me escuchas
digo
amado, la noche cierra
tus párpados
y estoy contigo,
no cubras con tus manos la tristeza
pues la lluvia se la llevará.
La mañana es clara
y me llevas.
del libro Desierto, IEA, 2024
3
Domingo, enero 23, 2021
A partir de «Tombe la neige»
de Salvatore Adamo.
Me he convertido en un pájaro
y la nieve cae.
Te has marchado,
me he convertido en viento
y la nieve cae.
Mi corazón desamparado
aparece en mi sueño
y tus labios
están cubiertos de nieve,
no puedo verlo
los envuelve la blanca nieve
aunque te llame con dolor.
Aunque llame con dolor
sola la blanca nieve cae.
4
El sentir bosquimano
En las mañanas claras del verano,
los pájaros siempre vuelan alto por los caminos del cielo
que los lleva a las aguas del mundo,
buscan los ríos,
danzan las alas
y siento en mi espalda el batir de mundos y picos,
como aquel bosquímano,
siento fluir por las venas la libertad del estornino.
Canto el canto del riachuelo,
siento el frescor bajando por la espalda,
ya llega y baila,
resbala y cae como fluyen las lenguas.
Silente llega la noche y duermo en la rama,
vivo en el aire y solo escucho el viento
que viaja a mis tobillos como una serpiente
y sube, sube, sube.
Así la vida va.
5
Verano
Vivo en un baldío páramo del mundo. Camino de mi hacia el centro, del mundo hacia la estrella, de la noche hacia el abismo. Quiero de las soledades, amparos, de la vida, pájaros cantarines. Heme en la tierra del desierto, caminando hacia su centro. Elijo, de la grieta, la herida, de su apertura, el cielo. Alas volando hacia todas partes, sean los manzanos, mi casa. Creo en los árboles y las montañas, en los bosques y ríos, en las extensiones áridas y en toda la geografía por la que viajan nuestros lamentos y nuestras dichas. Creo en la tierra, creadora de los animales y de los hombres. Creo en el sol con el que nos calentamos y gracias al que contemplamos la belleza extrema de la tierra por la que flores y espinos pueden vivir. Creo en la noche por la que el día se hace bello. Creo en la lluvia que nos moja y hace crecer la semilla que nos dará de comer. Alabada sea la tierra por la que vivimos y respiramos cada día. Amado, ¿Qué soledad es ésta que invita al recogimiento? ¿A qué soledad me traes? ¿Adónde se alojarán las noches? ¿Adónde irán los miedos? ¿Qué soledad será ésta si no es llamada nieve? Amado, la lluvia es temblorosa como una luna sobre el mar. No ha visto las estrellas. No ha visto los peces. La lluvia tiene un manto, todo lo cubre. No ha visto el cielo. Ciega, la lluvia cae. La lluvia es
Del libro Bosque, ed. fondo kati, 2020
Virginia Fernández Collado, BÉDAR, (Almería – España), 1977 es autora de los libros de poesía Depredador, ed. La oficina, 2015, Poemas 2006-2016, ediciones del Genal y Fondo Kati, 2017; Bosque, Fondo Kati, 2020; Lluvia, Poemas 2006-2016, Fondo Kati, 2020, Los cantos de Layla, Fondo Kati, 2020, Desierto, IEA, 2024. Varios de sus poemas han sido publicados en antologías de India, Colombia, Albania, España. Es miembro del Departamento de Literatura del Instituto de Estudios Almerienses.
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