Escribir sobre la poesía de Eduard Sanahuja Yll es dibujar un mapa sobre un mapa. Es el palimpsesto de la tradición, un palimpsesto inmenso como la lista de los errores humanos; es aquello que nos precede (y persigue) aunque no queramos verlo, porque la tradición es un juego de espejos demasiado antiguo y voluminoso para no ser visto. Hablar de la poesía de mi amigo es arrastrarse por pendientes de palabras, siempre las palabras. Mi amigo ya lo ha dicho (y escrito):
El que és dit i és escrit
no s’esborra ni amb sang.
Lo ya dicho y escrito
ni con sangre se borra.
No busco la sangre cuando leo su poesía. Cuando la leo, hallo. Como el farmacéutico de Figueres que pintó Dalí, no busco absolutamente nada, porque hallo. Hallo el esqueleto de una barca donde se sentó Omar Jayyam para tomarse una copa de vino. Cerca tenía un plato de aceitunas, el mar, el pan primigenio, un muro de piedra seca, el olor de la insularidad profunda, el petricor de tierra antigua, allá donde se escribe con la voluntad de permanecer entre los intersticios de los sedimentos.
Hallo la herida:
l’aroma de la carn que el dolor ha marinat
el aroma de la carne que el dolor ha marinado
También hallo el amor:
l’amor és una set perfecta de dolor
el amor es la sed perfecta de dolor
o bien:
L’amor és tot o res:
no admet cap condició.
El amor, todo o nada: no admite condiciones.
Porque solo el amor puede salvar, si es que algo puede hacerlo.
Al final de la cursa, de la nostra,
només hi haurà un balanç, dues preguntes:
qui has estimat, qui t’ha estimat a tu.
Al final de la carrera, de la nuestra,
tan solo habrá un balance, dos preguntas:
a quién amaste, quién te ha amado a ti.
O quizás también la belleza, aquella que nos llevará a sobrevolar la ristra incontable de poetas que la eligieron, que la eligen y que la elegirán:
qui tria la bellesa
desafia l’atzar i es fa més lliure
quién elige la belleza
desafía el azar y se vuelve más libre.
En la poesía de mi amigo hallo el mundo de aquel niño que miraba desde la corteza de la enfermedad, desde la distancia aglomerada de algo parecido al desamparo interior, repleto de inocencia.
No és natural aquest món natural.
Tot és estrany.
No es natural este mundo natural. Todo es extraño.
En la obra de Eduard Sanahuja hallo también la honestidad radical, forjada con el hierro más inflexible, limpia como las mañanas de lucidez, cuando a pesar de todas las luces que nos quieren arrastrar a la euforia, no podemos dejar de ejercer
el dret universal de la tristesa
el derecho universal de la tristeza
porque
L’amor ha arribat tard a l’univers.
El amor ha llegó tarde al universo.
Porque la decepción también está presente. Lo está con la certeza ineluctable de la carne vencida y con la energía de las imágenes poderosas. Imágenes palpables, imágenes que se pueden seguir en el plano de la vida, densas y llenas a rebosar de fuerza y sentido. Exentas de sollozo inútil. Estáticas en su grandeza mineral. Monumentales en la quieta magnitud de su impacto.
cada llavi és un temple, cada poema un furt,
cada temps una lletra d’un alfabet que crida.
cada labio es un templo, cada poema un hurto, cada tiempo una letra de alfabetos que gritan.
Y acompañando las palabras que ni la sangre puede borrar, el ritmo. Esta partitura que Sanahuja escribe delicadamente, con un equilibrio sabio y discreto, hijo de aquella tradición oral que todo lo fundó. Un ritmo sutil que nos va encapsulando a medida que desgrana los poemas que nos hablan del mundo con una verdad que sacude:
No crec en mi,
però crec en el que escric.
No creo en mí pero sí en lo que escribo.
Y es en esta certeza donde hallamos al poeta en su plenitud solitaria, como un Omar Jayyam que saborea el vino sentado en el esqueleto de una barca y, mientras picotea aceitunas, se ríe de este tristísimo mundo. Porque la ironía también se aloja en los poemas de mi amigo. Una ironía ensartada en la distancia justa que permite ver con claridad sin aspavientos innecesarios.
Només el que no saps
és veritat.
Solo lo que no sabes es verdad.
Porque aquello que no se sabe no se puede decir. Y entonces nos encontramos frente a frente con la ausencia de la palabra. La palabra, que ni la sangre puede borrar, ya no está. Solo hay un silencio que esconde todos los misterios, porque
el silenci
és la distància més curta
entre dos punts de l’univers.
el silencio es la distancia más corta entre dos puntos del universo.
Pero mi amigo es tozudo y sabe que no hay nada que hacer, salvo escribir, salvo formar parte de la multitud que ha repetido, repite y repetirá la palabra poética, aquello que no sabemos. Y negará el silencio con el poema y buscará lo que todo poeta que sea digno de este nombre sabe que no hallará. Y en este noble fracaso mi amigo ha construido, construye y construirá su obra, que estimo y admiro con la fuerza de todas mis vísceras ya semideterioradas.
Porque sé que mi amigo, en su andar, en su obstinación por mantenerse sobre el esqueleto de una barca que nunca ha de zarpar, comparte la visión de un ciego que se llamó Borges:
Más allá de este afán y de este verso
Me aguarda inagotable el universo.
** Publicado en la revista Alga, núm. 85, otoño de 2021, www.castelldefels.org/alga/