Poemas |
Maritza Cino Alvear

mudanzas

los libros fueron transformándose en polillas
en cada mudanza fui perdiendo un poco de ellos
sin pena ni nostalgia me convertí en mala madre
los abandoné en cada casa
los aboné en cada casa
en cajones en cartones en repisas
en el baño en la cocina
en los rincones de mi cuarto
debajo de la cama
aglomerados en desorden:
un libro consumado debe macerarse en el vacío de
una casa
me convertí en mala madre
me alejé de sus cortezas y texturas
de subrayados y de notas
de los registros que se borran con el moho
los dejé entre larvas y silencio
entre mariposas moribundas

destinos
las cartas que escribí a mi madre
cruzaron el océano
llevaban
los primeros trazos del amor
la distancia
nos recuerda que estamos solos
en un cosmos de orfandad
las cartas que escribí en el encierro
en la cama en el altillo en la azotea
viajaron con su humedad habitual
inocentes insurgentes
las entregué al anonimato
cometas estropeadas
fraguaron incendios y hecatombes
arrasaron con todo lo incorpóreo
las inventé
las quemé
me escondí de ellas
me escondí en ellas
con la ventana abierta
el buzón cerrado
cartas que perdí con el sello del secreto
circularon escondidas / escindidas
en desorden
robadas / profanadas
con recados inconclusos
donde el amor quedó

lapsus

y como si el despertar no fuera
tuve que lidiar con la rutina y sus faenas
con lagunas mentales
y lapsus brutos
dormirme por instantes en pleno día
acariciar el mundo con un dedo amorfo
presagiar sin clarividencia los mosaicos
que desfilaban por la ventana del pabellón
donde permanecí como solista coral
deshojando margaritas de mi huerto vacío

recuerdo
cuando la abuela me hablaba de la inmortalidad del
cangrejo
la eternidad me sabía a crustáceos
cuando no era tiempo de veda
cuando la vida era breve
mi pensamiento volaba detrás de los duendes
al arte de amar
en los brazos de nadie
envuelta de sueños en una escalera vacía
donde todo era extraño
como el caminar del cangrejo
como el caparazón sazonado
bajo el tragaluz de la infancia

Exteriores

i
nuestro huerto ha empezado a echar raíces
ramitas de perejil y albahaca
tú abonas semillas híbridas
las gatas circulan en puntillas
yo sospecho que la vida es sólo eso

ii
las noticias son un bebedero fúnebre
carreteras cerradas congelan la vida
fuegos cruzados en las cárceles
un niño cae miles de cuerpos caen
ahora sé que la vida también es esto

iii
algo se fisura y se rompe cada tiempo
el universo es más banal y corrosivo
las ciudades se hunden
en un violento golpe de artimañas
desintegración
precipicios que avanzan
un método
para extinguir lo humano

iv

mis pasos han parodiado el aullido de los perros
se han topado con el pánico
pero de vez en cuando por las calles
aparece algún mendigo
que me empuja a otra atmósfera
me ofrece algo natural para mi sed
sus ojos lagañosos señalan otra vida
me cobija con harapos y retazos
me cubre de esa noche que yo ignoro

v
vendrás arrasando el huerto
y sus plantas veraneras
como un zumbido de abejas devorando
el panal
te esconderás en los bosques y alcanzarás
el fruto deseado
entre buganvillas y madreselvas
brotarás de la semilla del fuego
te detendrás para mirar los restos del alba
vendrás detrás de tus crías
a satisfacer la gloria de los ignorados

puente

el puente me recuerda al diván
donde nunca estuve ni reposó mi inconsciente
el olvido una mínima permanencia
donde todos vamos sin ofrendar nada a cambio
remover el equipaje de la infancia
dejarlo en el zaguán del barrio del sur
acompañar a mi madre por última vez
despedirnos con una vela encendida
no poder retener su imagen
ni el tamaño de lo absoluto

umbrales

desnuda del conocimiento y de la otredad
sin referentes ni epígrafes
indago la fórmula para desertar de estos signos
que me lleven por la simplicidad del camino
cojo la ruta más corta
para burlar la máquina del tiempo
conversar amenamente con otros
disfrutar del mar y sus secretos
tomarme algo en una mesa cualquiera
con visitantes que crean en la informalidad de las
horas
que no caminen de prisa detrás del futuro
inmunes a la gloria
al egoísmo y la envidia
ahora que sabemos que todo es fugaz

 

Maritza Cino Alvear, nacida en Guayaquil, Ecuador, en 1957, es escritora y docente en la Universidad de las Artes. Licenciada en Lengua Española y Literatura. Ha publicado diversas obras, incluyendo «Algo parecido al juego» y «El temblor de los huertos«. Ha recibido varios reconocimientos, como el Primer Premio en el Concurso nacional de poesía Medardo Ángel Silva y el Premio Nacional Ileana Espinel Cedeño en 2023. Su poesía ha sido traducida a varios idiomas y aparece en numerosas antologías.

 

Del conjunto de la obra de Maritza Cino Alvear (Guayaquil, Ecuador, 1957) se podría decir que estamos ante una fuerza verbal, un magma donde los sentimientos se hallan en continua ebullición. Pero sobre todo a partir de Escenas de memoria, la indagación en la palabra poética y en el yo muestra la madurez de una voz que nos atrapa y consuela: «Mientras me sorprenda esa palabra elemental / y me atrapen los peces de un cielo barroco / será posible falsear la escritura». Poesía necesaria, consciente de su vocación, y liberadora: Maritza Cino Alvear supone un descubrimiento por su frescura y profundidad.

Juan Carlos Abril