Mi canción preferida
Cuando las teclas de ese acordeón
expresan tus sentimientos o solo emoción.
Cuando escucho sin pestañear,
solo unas notas, o quizás algo más.
El tiempo quiero detener
para verte sentir, verte estremecer.
Esa sonrisa que dibujo cuando te veo, e
se lunar que cuento es mi deseo;
brazos robustos, manos de fuego,
tan solo pensarte, besarte yo quiero.
Como lingotes de oro brillan
mis ojos al verte,
veo que me sonrojo
con solo delante tenerte.
La partida
Indago por tu mundo buscando una razón,
alentando a mis miedos, ahuyentando este dolor,
dagas manchadas de sangre y honor.
Recae sobre mí todo este peso que apenas siento,
vertiginosas son mis condenas,
barrotes esclavos, ni libertad tengo.
Por dónde has venido que ni te he sentido,
cuánto llevas ahí, para así yo sentir.
Qué puerta has cerrado, que ni mirar me has dejado.
Juego con palabras, sota, caballo y rey.
Cartas arrastradas, peones de ajedrez.
Una partida ganada, una ficha marcada,
rituales en el tablero presagio de mal agüero.
***
Irene Zalba Cabanillas (1971, Pamplona, Navarra) es escritora y poeta. En algunos de sus poemas combina versos, dibujos y pensamientos, creando una obra de gran riqueza expresiva. Además, ha colaborado en diversas revistas, como Sinestesia y Amalon (México), así como en la obra colectiva Entre versos anda el juego.
En esta ocasión publicamos dos poemas de Irene, y de los que haremos una pequeña referencia; <Mi canción preferida>, <La partida> el primero hace referencia al mito de Orfeo. La búsqueda de Eurídice en el inframundo y la imposibilidad del héroe griego de regresar con ella, es la imposibilidad del amor, de lo cual trata el poema, del deseo por el ser amado. Como en el mito de Orfeo, la música detiene el tiempo o lo elimina. Solo en el tiempo de la música y con ella la muerte puede desaparecer. Esto sucede en los primeros seis versos. Sin embargo, esta idea desaparece después y en los siguientes versos se enfoca sólo en la presencia del otro, del amado. Por otra parte, el poema está colmado de rimas asonantes y otros que terminan en una misma vocal: del verso 7 al 10: veo, deseo, fuego, quiero… Ya en los primeros versos encontramos acordeón y emoción, lo cual lo vuelve monótono. Además, la métrica de los versos no coincide. Encontramos versos de doce y quince sílabas o diez y trece. Los cual le resta ritmo y musicalidad al poema.
En el segundo poema desde la morfología misma del poema es clara la intención en que no haya estrofas definidas en los trece versos que lo componen, debido a la puntuación utilizada, por ejemplo; después del cuarto verso hay un vacío al igual que después del séptimo, ambos seguidos de coma, eso hace que el poema se haga más lento musicalmente hablando. Ya en la parte final el poema adquiere un mayor ritmo. En cuanto a la temática propuesto por el sujeto lirico, se hace uso del recurso de una partida bien sea del juego de las cartas o de una partida de ajedrez, tal y como en algún momento los poetas Jorge Luis Borges (Argentina) o Rosario Castellanos (México) hicieran un juego de palabras parecido con la temática de las partidas de ajedrez, pero con tonos distintos en dichos poemas, en el de Borges hace referencia al juego de la vida metido en un tablero donde todos se hacen prisioneros, en cambio en el de Castellano el sujeto poético se refiere al juego del amor, en una partida con reglas claras, como en la vida misma. Se hace esta referencia para aclarar que la temática entre distintos sujetos poéticos pueda coincidir, cada quien lo aborda según la revelación en su propio quehacer, lo que lo hace único es como cada poeta lo plasme en su propia obra, principalmente en esa búsqueda de voz propia, en ese sello poético personal Regresando, propiamente al poema La partida se encuentra imágenes cargadas de melancolía, dolor, desolación, incertidumbre. Es decir, desventuras de malos agüeros como presagios de malos tiempos. Para concluir diciendo que Irene tiene un largo por transitar en este camino de la poesía, que sin lugar a duda lo hará con pasos firmes.