Poeta con un tiro en la cabeza recupera la escritura

Poemas de Fausto Ávila.
José Ángel Leyva

José Ángel LeyvaMe dijo que se llamaba Fausto y que no bebía alcohol porque tenía un tiro en la cabeza. Fue la segunda vez que visité Colombia y lo encontré en una reunión de poetas lo más cercano a la imagen de los infrarrealistas mexicanos. Me llamó la atención su sentido del humor, su ironía, su capacidad de reírse de sí mismo.

Me confesó que ya no escribía porque el proyectil en el cerebro le impedía recordar lecturas y cuando intentaba redactar se le olvidaban las ideas. En mi tercera visita a su país, una amiga suya habló de él y supe, sin que mencionara la tragedia, que se refería a Fausto. Sólo dijo dos o tres cosas de Colombia y de un poeta atraído por las armas. Escribí entonces un poema: “El poeta lleva un tiro en la cabeza.”

José Ángel Leyva
José Ángel Leyva

     Fausto era, es, un emblema crudo de la cultura violenta que define a un país. Entonces no imaginaba que en Fausto estaba viendo también el anuncio de esa turbulencia cruel que se cernía sobre México, de esa descomposición social que nos arrastraba a la ignominia y a la negación del otro. Hay otros casos que hallé en el camino de mi fascinación por Colombia, que en verdad no siento un país ajeno, sino parte de una realidad que va y que viene en mis pensamientos y afectos. Conversaciones con personajes cercanos al mundo literario que habían pasado por todas la experiencias de la guerra, desde ser soldados, guerrilleros, paramilitares y sicarios. Pero siempre extraña, paradójicamente, salvaba mi espanto un gesto de humanización en sus relatos, una justificación de cómo se puede llegar a la depredación más encarnizada por causas ajenas a sus voluntades. Esa es la fuerza perversa de la inequidad y la injusticia, de la impunidad y la corrupción. La política y el crimen se entreveran para hacernos creer que las causales provienen de nuestra naturaleza mala, de nuestras raíces imperfectas

   No alargaré más este relato; lo único que pretendo decir es que Fausto ha recuperado la poesía. Hace aproximadamente diez años que lo vi y nunca más he vuelto a encontrarme con él. Por diversos medios me llegaron noticias suyas. Un amigo de él leyó mi poema y buscó a Fausto, luego me encontró a mí. Nos puso en contacto por teléfono. Una mañana de trasnoche me despertó una llamada telefónica en el hotel de Bogotá, era la voz de Fausto. Hablamos un par de horas y me contó de sus incapacidades, de su soledad, del abandono de su mujer y sus hijos, de cada uno de los medicamentos que debe tomar para mantener la conciencia y la vida, del hallazgo de la pintura sin tener nociones de artes plásticas. Su psicóloga sorprendida le dijo que la sensibilidad buscó salida por alguna parte ignorada. Si no podía leer ni escribir podía expresarse con colores y formas.

   De nueva cuenta, por azares del destino, me llegan emails escritos por Fausto. Su hermana fue a una lectura mía y me pidió mi dirección electrónica. Desde entonces tengo una correspondencia irregular con él. Hace no mucho me envío un conjunto de poemas que tardé en leer, debido a mis numerosas ocupaciones, que en verdad no son pocas, y además sin becas ni apoyos. Mi suerte no corre por los corredores institucionales. Un día, en un viaje largo, en el avión, decidí comenzar la lectura pospuesta. Me quedé sorprendido de la fuerza, de la sinceridad inteligente que manaban de esos versos que no saben hablar de otra cosa que del dolor y de la muerte, de la orfandad y del coraje para no dejarse derrotar por la desgracia.

    Pronto, seguramente, saldrán publicados estos libros de Fausto. Porque en verdad, como digo en el poema que le dediqué, le pesan los versos como plomo.

 

Fausto Ávila
Fausto Ávila

 

El poeta lleva un tiro en la cabeza
                                          A Fausto

Pensaba que la muerte no dolía
mas sintió una explosión de dolor en la cabeza
Era un joven intenso de Colombia
Hombre        niño           viejo

Le gustaba arriesgar el corazón en la ruleta
y jugar a darle sentido a las palabras
a ponerle nombre a los sucesos
que la demencia y el horror definen innombrables

Se puso a revolver las letras del revólver
Se puso el chaleco salvavidas
Alquiló su vida como escolta

¿En qué país estoy? se dijo
cuando la bala le rompía la frente
y se alojaba estupefacta en el cerebro

Nunca perdió el conocimiento
ni la imagen vívida del arma
¿En qué país estoy? interrogaba a los curiosos
el guardaespaldas boca arriba
con ojos de poeta
   de mártir
   de  extraviado
   de suicida

¿En dónde sobrevivo? se pregunta
ese hombre cuando escribe
y le pesan los versos como plomo
y le vuelven los nombres de la muerte

¿En qué país   en qué país?
repite la bala estacionada en la cabeza.

 

Poemas de Fausto

RETRATOS DE LA GUERRA

I

5:30 a.m.
Caminan presurosos por la calle los estudiantes
cuelgan de sus espaldas los pesados morrales
una lluvia fina, minúscula empapa sus cabellos
y agita la respiración haciendo expandir al
máximo sus fosas nasales – exageradas –

5:30
De la mano van juntos
él oficinista, auxiliar, jefe de compras
ella secretaria, auxiliar, recepcionista
él deja que ella acomode el nudo
de la corbata,
él arregla el cuello de su camisa;
suben al bus y se pierden en la
distancia.

Aquí la guerra es un rumor, una canción
que se repite eterna en el radio de la
buseta, en el televisor donde almuerzan
en los diarios que reposan bajo sus brazos
la guerra aquí esta deslucida y es
apenas un sonido ambiental.

 

III

Siempre he querido
aprender a jugar cartas
pero imagino que solo es posible
en el campo de batalla
no puedo pensar
en un aire mejor
que el del sudor
y la sangre.

Finalmente solo quien
está dispuesto a morir
sabrá que su juego
no va mas allá
de mantenerse al límite
del fracaso.

 

IV

Cenicienta salió de su casa
y no se sorprendió al ver
que sus carruajes se habían
convertido en calabazas.
Su miedo le puede más
y el grito desgarrado
del hada
ambientó de manera perfecta
su despavorida carrera
hacia la muerte

 

V

Con frecuencia
veo en la calle
gente que se conflagra
a expensas del apresurado ritmo
de vida
también he visto
a quienes
auguran terribles catástrofes
a cuenta de la impiedad
de los hombres
la calle glosario del hombre
el lugar perfecto
para renombrar la vida.

 

———- O ———-

 

Una jovencita
de incipientes senos
y mirada tímida
enseña su caminar al público
ella no sabe que en
su pequeños universo de libros
un maestro envejecido
prematuramente
espera paciente
un lugar
bajo su falda de cuadritos

Dos pequeños
juguetean con sus risas
en la memoria
se esconden
en los laberintos del recuerdo
recogen flores
de su jardín inventado
dejando caer una
lagrima de nostalgia.

Dos pequeños
auguran en un balde
de arena
castillos y temores
canciones y soles de
esplendor magnifico.

Dos pequeños
aletean con sus sombras
al aire de la tarde
izan cometas con colas
de trapo
y patean indolentes
pelotas ajadas
heridas entre las rocas
del viejo parque
del recuerdo.

Dos pequeños
yo y mi sombra
jugamos al escondite
en las hendiduras
de la vida.

De la tarde
en que caminamos  -por última vez-
de la mano por las calles
persiste el humo del café
que tomamos después de la lluvia
el calor de nuestras manos
metidas en los bolsillos.

Del amor y las promesas
quedan las palabras
no dichas
los discursos que
se dejaron sobre la mesa
ese último cigarrillo
compartido.

Del dolor
permanece el dolor
intacto
Del recuerdo
no ha cambiado nada
es el mismo sabor
de la orfandad
¿acaso el olvido
no era otra posibilidad?

 

———- o ———-

 

En el bus de la mañana
los enamorados rozan
sus cabellos húmedos
recién salidos de las duchas
sus cuerpos exhalan el frescor
de las gotas de agua
y sus corazones están tibios
del amor matutino
No conciben que a la tarde
–        ya cansados
con el peso de las horas –
el regazo de otro
sea promesa
y desde ahora el vientre
tiembla con el dulce frío
de las manos que ajenas
juguetean con sus vellos

El tiempo lo aprendí
de pasear la soledad,
de la puesta del sol
en las tardes invernales
de las prendas de ropa
paseando, deslizándose
en el lavadero de mamá.

El tiempo
corre inminente
despiadado
ave de mal agüero
sueño desatado.

El tiempo no lo
aprendí de los relojes
lo entendí
cuando el amor
desato su odio
sobre mí.

 

———- o ———-

 

De la cama
en donde hacíamos
el amor
–        a cualquier hora del día –
extraño el olor
húmedo del llanto
y las palabras de despedida
el eterno adiós
que goteaba de nuestras
manos

 

———– o ———-

 

Cuando las historias
para contar se acabaron
la noche se torno fría
entonces, dimos rienda
suelta a nuestras manos
hicimos el amor
cerca de la ventana.
Fue sexo triste.

Cuando la última prenda
se desprendió
salí corriendo
me vestí
con las lagrimas
que brotaban de las
ausencias
y los recuerdos me
tendieron una celada
no volveré a tu piel
así no salga más
de mi soledad.

 

———- o ———–

 

En la tarde
pinte pájaros para ti
sin entender
que sabia
que tu vuelo
era inminente

 

———- o ———-

 

Fabriqué muñecos
de plastilina
para ahuyentar la soledad.

Grabé mi voz
para tener
con quien hablar

Soñé paraísos
para creerme ángel.