Henri Luque Muñoz. Entrevista de Fredy Jezzed

henry-luqueHace años, en las mejores épocas de la revista Alforja, Margarito Cuéllar, junto con Henri Luque Muñoz, nos aproximaron a la poesía colombiana. Ahora Fredy recupera la memoria del ya fallecido Henri Luque.

 

 

Henry Luque Muñoz
El amor es una escuela del sufrimiento y la poesía un fenómeno de seducción

Fredy Yezzed

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Henry Luque Muñoz
Como un embajador de la poesía colombiana podríamos definir al poeta Henry Luque Muñoz (Bogotá, 1944-2005), quien durante sus trece años de estadía en Rusia gestionó y forjó trabajos cardinales que abrieron una mirada singular sobre la lírica colombiana; muestra de ello es esa “Selección de poesía colombiana del siglo XX” vertida al ruso para la revista América Latina de Moscú en 1991, donde causa emoción ver los versos de José Asunción Silva, Aurelio Arturo y Mario Rivero, entre muchos, por primera vez a la lengua de Dostoievsky. Pero, no sólo allí culmina el deseo de compartirnos su experiencia, pues tradujo al español “Cuentos petersburgueses” de Nicolás Gógol (Editorial Norma, 1993), quizás una de las mejores traducciones por la calidez y emoción poética de su lenguaje. Y más allá, tenemos que agradecer, quizás la antología más importante y amplia en el extranjero: “Tambor en la sombra, antología crítica de la poesía colombiana del Siglo XX” publicada en México en la Editorial Verdehalago en 1996.

Héctor Rojas Herazo escribió a propósito del Libro de los caminos : “Todo está escrito en clave poética. Ninguno de los graves misterios que atormenta nuestra orfandad podría ni siquiera ser intuido sin la labor de estos excelsos codificadores. Henry Luque Muñoz —en su tono riguroso, sensual, atormentado- ha vuelto a referirnos la tierra. Entregándonos un nuevo instrumento para encarar la destrucción y defendernos del olvido”. De la obra de Henry Luque Muñoz, finalista en 1990 del Premio Casa de las Américas de La Habana, Cuba, destacamos sus libros de poesía: “Sol cuello cortado” (1973), “Polen de lejanía” (1998), “Arqueología del silencio” (2001) y el libro que publicó póstumamente la Universidad Nacional de Colombia en 2006: “Escrito con la garra del halcón (Del Diario inédito de Alexandr Pushkin)”. La siguiente entrevista tuvo lugar en el famoso restaurante Salerno en el centro de Bogotá y buscó indagar en las claves que invaden la poesía de Luque Muñoz: el amor, el erotismo y la muerte; además, de adentrarnos en el oficio del poeta y del crítico literario.

Fredy Yezzed: —Para comenzar deseo hacerle unas cuantas preguntas generales acerca de sus gustos. Tan sólo déme nombres y títulos de obras. El poeta que merece más atención crítica en Colombia a su parecer.
Henry Luque: —José Asunción Silva con todos sus mitos.

El libro más interesante de la poesía colombiana.
Morada al Sur de Aurelio Arturo.

El mejor poema de amor en Colombia.
“Esta rosa fue testigo”/ de ése que si amor no fue,/ ninguno otro sería./ Esta rosa fue testigo/ de cuando te diste mía!/ El día, ya no lo sé/—sí lo sé, mas no lo digo—/ Esta rosa fue testigo (…)”. Ritornelo de León de Greiff.

El mejor poema (de uno de sus contemporáneos, vivo, preferiblemente).
—Difícil, bastante difícil, hay muchos… Es de mis afectos La alondra y el alacrán de Giovanni Quessep.
                                  
En una línea, ¿qué es la poesía?
—La poesía es un fenómeno de seducción.

¿Qué es hacer poesía?
—Siempre he dicho que no es sólo escribir. Es, también, una manera de comportarse ante el mundo.

¿Qué reprime a la imaginación?
—Toda institución reprime la imaginación.

¿Cree en la inspiración?
—Creo que no hay que esperar estados de lucidez. Que cuando llegue la inspiración me encuentre trabajando.

¿Qué es la literatura?
—Un riesgo definitivamente.

¿A qué está obligado el poeta?
—A ser la persona culta de su época.

Dos cosas que se necesiten para ser poeta.
—Conciencia artística y vanidad.

¿Cuál es el principal compromiso que debe adquirir el joven que desee escribir?
—El compromiso con la disciplina. El escritor nunca está hecho definitivamente. Si no se ha leído lo suficiente es pobre el trabajo. El poeta se crea, se labra por medio de trabajo constante, día a día. Trabaja hasta cuando no está escribiendo.

El sentimiento en la poesía…
—Usualmente se piensa que el que no está enamorado no sufre, pero para escribir hay que tomar distancia de lo sentimental. Picasso dice que el arte es una mentira que dice la verdad. No tengo la necesidad de suicidarme para poder hablar del dolor. El poeta puede elaborar estados de lucidez negativos o positivos que le generen versos que lleven su condición o intención a la creación de una estética.

Quién es el principal enemigo de la poesía?
—El ser humano satisfecho; el que lo ha tenido todo, el que ha venido al mundo a transitarlo, no a cuestionarlo. La gente feliz no escribe, son los más anti-literarios. Aldo Pellegrini dice: “…aquel que ignora la poesía es un mutilado como el que ignora el amor”.

En el mes de mayo de 2002 apareció su quinto libro de poesía titulado Arqueología del silencio. Es corta su producción poética para treinta años de vida artística, ¿no le parece?
—La cantidad no es calidad. Hay muchos poetas que por ampliar sus escritos, por incrementar “supuestamente” intensidad al texto, escriben más de lo debido, logrando, eso sí, que se atrofie la obra. Lo mío es un homenaje a la síntesis, a la racionalidad en el escrito. El poeta debe ser muy inteligente, escribir hasta donde le convenga.

¿Persigue el éxito cuando escribe?
—Cuando se escribe no hay que buscar la gloria, ni el dinero, ni el reconocimiento; muchas de esas cosas no le pertenecen al autor; pero no hay que negarlo, algunas cosas van llegando a medida que se escribe, y sobre todo, cuando se escribe comprometidamente.

Cuando termina de escribir un texto se lo muestra a alguien para que opine al respecto o así se va directo a la imprenta?
—Por rigor y respeto con la obra y con el lector siempre se lo presento a algún colega para que me colabore con su lectura del texto. Humildad o vanidad, llámalo como quieras. Lo cierto, es que siempre es bienvenido lo que mejore la obra y esa es la valoración de algún poeta. Por ejemplo, en Arqueología del silencio, nos sentamos toda una mañana a corregir el poemario con el poeta Philip Potdevin, quien hizo anotaciones y recomendaciones valiosísimas.

Algunos poetas creen que lo mejor es mostrarle el libro a un enemigo, ya que éste te dirá todos sus defectos.

Mencionó hace un momento al lector, ¿piensa en él cuando escribe?
—Definitivamente. Hay que sentir. Hay que sentarse en la silla del lector para experimentar qué es lo que siente, y preguntarse si el escrito logra o no el objetivo, que es sorprender. La verdadera correspondencia del autor es conmover al lector.

Veo que recrea el mundo medieval en su poesía y en especial el tema de la muerte.
—Sí, sin lugar a dudas. Es uno de los grandes temas de la poesía. Mira, te lo explico de la siguiente manera: para los egipcios la muerte es tránsito, sus dioses no le prometen azufre y dolor, ni desgarramiento. El Libro de los muertos, uno de los tantos libros prologados por Borges, dice que para ellos no existe el fin del mundo; hay muerte pero sin trascendencia; no hay un sistema diabólico; es decir, donde no hay dolor no hay misterio, no hay enigma. En esa forma, el cristianismo resultaría ser dolor y debilidad, una de las invenciones más grandes de la Edad Media, ésta crea al Diablo, nace el terror al infierno, el terror así mismos. La relación de los egipcios con el más allá es confortable; la muerte cristiana tiene dudas. Dime si eso no es atractivo para la poesía?

Es decir que se interesa por el tema del dolor.
—Sin dolor no se puede vivir. El dolor es humano, tan indispensable como la misma respiración o como el amor.

Me ha hablado de la muerte ¿cómo quiere que le llegue la muerte?
—Escribiendo… y en buena compañía.

En su obra se presiente un aliento erótico ¿Qué es el erotismo, para usted?
—El erotismo es el cuerpo que asciende; y tiene presencia en tres dimensiones: lo mágico, lo religioso y lo corporal. Es contemplación del cuerpo. Recuerda esa imagen de Octavio Paz, de los dos hindúes desnudos haciendo el amor, sin acariciarse.

La palabra placer.
—Es importante mencionar que el placer es una forma del conocimiento y del descubrimiento; la experimentación es otra forma de ingresar al conocimiento. El placer rejuvenece a quien lo vive.

Alguna vez le escuché en clase decir que el erotismo es anárquico.
—Claro, el erotismo es una forma de la anarquía; el que se dedica al placer no trabaja, no cumple con las tareas, no produce; es anti-capitalista.

Y el secreto para que haya erotismo?
—Si no hay amor, no hay erotismo, dice George Bataille.

Los versos de amor que más le llaman la atención.
—Hay muchos…muchos…; son de mi agrado los versos de Torcuato Tasso “…El tiempo que no entregues al amor/ es tiempo perdido”. O estos otros de William Blake: “Amor es sólo la complacencia de sí mismo/ y atar a otro es su deleite; / se regocija cuando los demás pierden la calma/ y construyen un infierno a despecho de los cielos”. O este otro de Elias Canetti, para terminar: “El amor es donde menos existe la piedad”.

¿Qué es el amor?
—El amor es una conciencia de la carencia, una escuela del sufrimiento; por eso el que busca el goce es el descontento, el insatisfecho.

 

 Bogotá, miércoles 6 de noviembre de 2002

 

 

Poemas de Henry Luque Muñoz

De: “Escrito con la garra del halcón
(Del Diario inédito de Alexandr Pushkin)”.

Selección Fredy Yezzed

 

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VI

Las noches blancas descubren el lado oculto de las cosas.
El silencio yace colmado de presagios,
Un talismán me abre el camino.
En cada diente tuyo arde una hoguera que ilumina la eternidad.
En tus ojos abiertos se yergue el color de la maravilla.
Tu cuerpo desnudo es una noche blanca.

Me exhortan a hincarme ante el icono carmesí,
Pero sólo tengo huesos y sombra
Para rendirme ante el hechizo que propagas tú,
Cuerpo construido de premoniciones y de armas de caza.

El paraíso existe. Está en tu nuca.
Abrazado a tu luminosa oscuridad huyo de mi cárcel rodante.

 

XIV

Princesa mía:
Sólo tú conoces esta desolación adornada de jazmines.
Aleteas sobre los bosques enllamados
Mientras yo me arrastro bajo tierra.
Tu carroza tirada por alazanes que miran como un rey
Danzan en la estepa. El viento es la música
Que seduce mis oídos castigados por el horror.
Tu corona desgastada por la melancolía
Se pasea calladamente por los cielos del otoño.
Diosa, caminas invicta sobre vidrios frotados.
El desvelo ingresó en tu ánima como canción definitiva.
Tras las ventanas se oye el látigo de cinco puntas:
El señor feudal abre grietas en el espinazo de su criado.
En el Estanque de la Libertad hay una mano
Que dibuja versos perfectos en el agua.

Princesa mía, hada de las soledades de Rusia,
En tu estandarte el halcón justiciero vence la punta de la lanza.
Nuestro encuentro en pasadizos ocultos
Vuela hasta hoy en forma de tinta y de nostalgia.
Sobre las cúpulas de oro los pájaros evocan tu nombre.
La sangre que a todo galope viaja por el misterio
Sobrevive tan sólo por haber ingresado
En el país de tus párpados.

 

XVI

Después de acunar tu rostro entre mis manos,
Cuando ya te habías dado a la fuga,
Permanecí largo tiempo
Sin borrar de mis palmas la forma,
Sin trastocar tu frente alta y limpia,
Sin alterar tus cejas, ni tus ojos,
Ni la suave quijada.

Permanecí con tu forma entre mis manos
Para que no se me fugara ese recuerdo.

 

XX

El viaje es un oficio interior:
Se llega a donde se quiere llegar.

A lo desconocido.

Si todo hombre es una sombra de sí mismo,
El espacio que lo nombra es otra sombra.