 La poesía de Armando Romero se desprende del nadaísmo colombiano y emprende su propio camino. Desde su residencia en Estados Unidos resuena el mundo griego y el color y sonidos de América Latina y una voz íntima que nos habla de un viaje interior.
La poesía de Armando Romero se desprende del nadaísmo colombiano y emprende su propio camino. Desde su residencia en Estados Unidos resuena el mundo griego y el color y sonidos de América Latina y una voz íntima que nos habla de un viaje interior.

ARMANDO ROMERO, (Cali, 1944). Perteneció al grupo inicial del  Nadaísmo en Cali. Master y doctor en literatura latinoamericana de la  Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, obtuvo el grado con una tesis sobre  los poetas colombianos que él por primera vez agrupa con el nombre de Mito por haber colaborado en la revista  del mismo nombre, ensayo que en 1985 fue publicado en Colombia con el nombre de Las palabras están en situación.  Viajó y residió en varios países de América y Europa, entre ellos Venezuela,  donde fue promotor cultural, fundó revistas culturales, editó libros, hizo  cine. En Grecia escribió la novela Un día  entre las cruces (1993). Traductor e investigador, es actualmente profesor  de literatura latinoamericana de la Universidad de Cincinnati, en Estados  Unidos. «De poeta nadaísta a poeta totalista» lo define Eduardo Espina.
Libros de poesía: Los móviles del sueño (1976); El poeta de vidrio (1976); Del aire a la mano (1983); Las combinaciones debidas (1989) y A rienda suelta (1991); Hagion  Oros (2002); De noche el sol (2005); A vista del tiempo (2005).
Sus libros de ensayos, fuera del mencionado al principio: El Nadaísmo o la  búsqueda de una vanguardia (1988); Gente de pluma (1989).
Los de cuentos: El demonio y su mano (1975); La casa de los  vespertilios (1982); La esquina del movimiento (1992); Una mariposa  en la escalera —selección de los libros publicados— (1993); La raíz de las bestias (2002) y las  novelas La piel por la piel (1997) y La rueda de Chicago (2004). Con esta  novela fue finalista del concurso Clarín de novela en Buenos Aires y obtuvo el  Latin American Book award de la feria del libro en Nueva York.
Álvaro  Mutis escribió: «Esta poesía de Armando Romero no tiene antecedente en ninguna  escuela o grupo conocidos. Yo no le encuentro esas raíces, esos rastros que  denuncian presencias ajenas, visiones retomadas, condición por cierto nada  peyorativa siempre que esas presencias y esas visiones sean grandes y  valederas. Yo encuentro en la poesía de Romero un acercarse, un palpar y  narrar, luego, un mundo que le es esencial y sólo compartible a través de la  delgada rendija de sus poemas. Qué envidiable y qué terrible condición es ésta.  No creo que esta poesía goce —o padezca, según se mire— lo que suele llamarse  una gran difusión, una cierta popularidad. Son poemas escritos sólo para  poetas, son como agua que una noria febril devolviera a su cauce primitivo».
Y para su libro A rienda suelta escribió el poeta chileno Gonzalo Rojas: «Libros que se leen una vez y ya al  cerrarlos los damos por leídos, y libros que se están leyendo siempre. Es lo  que me ha ocurrido con este A rienda suelta, al que le sale luz por  todas partes, del poeta Armando Romero. No bien llegó a mis ojos el manuscrito,  ya no pude soltarlo. Rehallazgo animal, si es dable decir, de esa América  fresca que discurre en cada una de estas páginas. No es que otras piezas  líricas suyas como El poeta de  vidrio y la versión conjunta Del aire a la mano no resplandezcan con  luz propia ni que desoiga aquí el portento de su narrativa ni —menos aún— su  sistema crítico que llega al alumbramiento, pero esta construcción aérea y  diamantina me toca de modo singular. Zumbido imaginario y zumbido real cortan y  abren el juego con tal dominio en el oficio mayor que uno llega al  encantamiento con participación mágica y todo hasta registrar con seso propio  lo huidizo y permanente conforme a la mención de Sánchez Peláez. Si alguien  anda todavía pidiendo imaginación para descifrar el mundo, aquí fluye a  raudales desde un tratamiento del vértigo temporal que va más allá de los  trabajos y los días». 
En  el 2007 publicó Una gravedad alegre,  antología de poesía latinoamericana contemporánea y en  el 2009 la Universidad de Atenas, Grecia, le  otorgó el título de Doctor Honoris Causa.
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