Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela

Blanca Varela
Blanca Varela

Sobre la aparición del libro Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela (compilación de ensayos sobre la escritora peruana), de Mariela Dreyfus y Rocío Silva Santiesteban, Armando Alanís Pulido nos aporta su propia lectura.

 

 

Armando Alaníz Pulido
Armando Alaníz Pulido

LAS COSAS QUE SE DEBEN DE SABER DEL LIBRO «NADIE SABE MIS COSAS».

I.   LA POESÍA ES EL LUGAR Y EL CAMINO.

Hay un hermoso lugar común  al que irremediablemente todos los que alguna vez hemos presentado un libro o hablado o escrito sobre algún autor no  hemos podido escapar y es el que sentencia: el mejor homenaje para un escritor es leer su obra, sin duda este libro es un reconocimiento y por supuesto un homenaje para una escritora que ha palpado con sus letras, la historia dura y difícil de la cultura peruana de los últimos años.

II.  DEJAME QUE TE CUENTE… LA REALIDAD.

Blanca Varela
Blanca Varela
La poesía es un trabajo de todos los días, no la elegimos nos elige, no nos pertenece le pertenecemos, no es otra cosa que la realidad y a la vez la única y legítima puerta de escape, que mejor que con las propias palabras de la poeta peruana Blanca Varela, para empezar a hablar de este libro «Nadie sabe mis cosas» un volumen que reúne reflexiones de treinta y cinco autores en torno a una de las más importantes poetas de Hispanoamérica, por si esto no fuera poco Mariela Dreyfus y Rocío Silva Santiesteban las compiladoras agregan una antología personal de Varela, entrevistas a la autora, un archivo fotográfico, una cronología y una completísima bibliografía que incluye además números especiales en revistas, tesis y enlaces web; el estudio comienza nada más y nada menos que con las palabras de Octavio Paz que sirvieron como prólogo al primer libro de Varela publicado en 1959 por la universidad veracruzana y termina con un epílogo de Mario Vargas Llosa lo que convierte al libro en una verdadera guía para entender y disfrutar con conocimiento de causa la obra Vareliana, cabe destacar que por completo este trabajo no resultará exhaustivo para quién lo consulte, lo estudie o para quién simplemente acceda a el por el simple placer de la lectura, ¿Por qué señalo esto? porque como dice Heidegger: «la creación no es otra cosa sino la fijación de la verdad mediante la forma»  y me encuentro en palabras del crítico peruano José  Miguel Oviedo que en Varela hay una negativa radical a aceptar la realidad tal como nos es dada lo que me da pie a definir su poesía como una minuciosa y discreta insurrección cotidiana contra cada pequeño acto que tienda a apagar el fuego de la imaginación, es decir (vuelvo a las palabras de Varela) no evadir la realidad sino explorarla, encontrarle un sentido, convivir con ella, asumirla.

Entonces asumamos el contenido del libro: Octavio Paz define a la muchacha peruana como un poeta surrealista, lo surrealista no como escuela o manera sino como estirpe espiritual y advierte que para algunos poetas la realidad es una búsqueda de sentido y al mismo tiempo una transformación de la actitud del poeta, aclarando que la actitud es interior, José Miguel Oviedo hace algunas precisiones sobre la poesía escrita por mujeres señalando que esta es una fuente de malentendidos y de prejuicios disfrazados de halagos y repasando desde el desafortunado y algunas veces  peyorativo adjetivo  de «poetisa» hasta la complacencia de los críticos (hombres y mujeres) que aplauden la feminidad y la sensibilidad femenina por encima de la parte permanente de la obra, para llevarnos hasta la herencia dominante desde principios del siglo XX  (Agustini, Mistral, Storni, Ibarborou) y aterrizar en un grupo generacional compuesto por la mexicana Rosario Castellanos, la salvadoreña Claribel Alegría, las uruguayas Idea Vilariño e Ida Vitale y la argentina Olga Orozco, en lo personal incluiría en ese grupo a la mexicana Enriqueta Ochoa.

Dos ideas claras más sobre el surrealismo atendidas por Oviedo, la confirmación de algo intuido:  si Bretón no hubiese fundado en París el surrealismo este hubiera aparecido de alguna manera en América Latina y otra confirmación esta sobre la realidad ya antes mencionada como la base discursiva de la poesía de Varela: el surrealismo no busca los territorios del sueño para fugarse de la realidad, sino para penetrarla del modo más intenso y radical.

Para enlazar a Varela con esta última confirmación acudo a otro mexicano Adolfo Castañón, cuyo texto » La piedad incandescente» aparecería en la segunda edición de la poesía reunida titulada «Canto villano» 1949-1994 que publicara el FCE en 1996, Castañón hace una deliciosa disección del universo Vareliano, un universo radical, donde la impercepción, la exactitud otra, nos hace ver el lenguaje del poema y el lenguaje del poeta, en comunión, en un lúdico incendio que reconoce y reconcilia el pacto para convertir lo interior en exterior sin usar el cuchillo.

Por otra parte la francesa Modesta Suárez, define a Varela como una poeta que «ve en pintura» y observa las evocaciones de cuadros en sus poemas  que juegan con el arte en un sentido más amplio y la realidad, y aquí por supuesto no podemos dejar de mencionar su relación el pintor también peruano Fernando de Szyszlo lo que la lleva a decir que lo pictórico en Varela está inscrito por caminos autobiográficos (su estadía en París, la relación con Bretón que era además coleccionista de pintura, etc, etc.)

Concha García, aborda la presencia de la muerte con la que Varela parece estar familiarizada: «¿Quieres que te diga una cosa? -le confiesa en entrevista- a la peruana Rosina Valcárcel, aunque te suene escalofriante casi no me sorprendió (se refiere a la muerte de su hijo en un accidente aéreo) porque es algo que yo esperaba, creo que hay que esperar esas cosas terribles: la eternidad es hoy, hoy que estoy viva todo esto no me convence, así es que tengo que estar buscándole sentido a las cosas» la española afirma: Varela escribe para ayudarse a no morir porque la realidad es un lugar incomodo e inabarcable.

La reconocida crítica inglesa Jean Franco asume a Varela como uno de los poetas más implacables porque lleva la gana del alma que es el cuerpo hasta sus últimas consecuencias, la otredad es a su vez la iluminación que reconoce la verdad, la desmitificación al conjurar el lado sucio de la vida, ese que nos lava los ojos y nos clarifica el entendimiento y la posibilidad de reconocernos «porque ácido ribonucleico somos/ pero ácido ribonucleico enamorado siempre».

Susana Reisz, argentina, aborda a la manera de una composición musical las diversas voces del concierto Valeriano, y nos informa que la autodefinición de Varela : «siento con la imaginación», sugiere que su poesía es los residuos de un caudal de emotividad, donde no exhibe afectos sino que reflexiona sobre ellos.

La chilena Eliana Ortega, reafirma que a pesar de las dificultades para acceder a la obra de Varela, esta se ha convertido en un nombre inevitable para el canon de la poesía latinoamericana contemporánea y la ubica además como uno de los autores que abordan el mestizaje como un paisaje profundo, semejante a la sangre o a las raíces.

Roberto Paoli, italiano, escribió el prólogo a la primera edición de la poesía reunida de Varela que el FCE publicó en 1986 con el título de «Canto villano» e insiste en el rigor ético de la autora y que la hace conseguir en sus poemas un efecto estético con el mínimo de recursos estéticos, menciona que es precavida contra las trampas del lenguaje, antipoética y antiexperimental Varela reduce la expansión física del discurso verbal, manteniéndose austera y siendo a la vez intensa.

Acabo de mencionar solo a una decena de los especialistas y críticos que han aportado sus interpretaciones y sus lecturas en torno a la obra de Blanca Varela (peruanos, mexicanos italianos, ingleses, chilenos, argentinos) que con opiniones establecen un mundo, nos resta ahora a nosotros seguir fortaleciendo ese dialogo que Varela nos ha propuesto y al que nos ha invitado por medio de su poesía, sin duda «Nadie sabe de mis cosas» reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela, nos muestra las cosas por las que debemos de tomar en cuenta la obra de esta muchacha peruana que intenta domesticar a las sombras y a los fantasmas de sus exploraciones, -que en realidad son las  nuestras- de una manera espléndida y singular.

Excelente  el trabajo de Dreyfus y Silva Santisteban ya que constituye el principio y al mismo tiempo la culminación del rescate de una de las voces fundamentales de la poesía peruana e hispanoamericana del siglo XX.

Nadie sabe mis cosas

(Reflexiones en torno a la poesía de Blanca Varela)
Mariela Dreyfus/ Rocío Silva Santiesteban
Fondo Editorial del congreso del Perú
576 pp

Aquí una de las pocas entrevistas por ella concedidas: http://luzdelimbo.blogspot.com/

2007

3 comentarios

  1. Marco Guerrero Caballero