José Ángel Leyva
José Ángel Leyva

Presentación La Otra 153

José Ángel Leyva
José Ángel Leyva
El tiempo que nos consume y no consuma
José Ángel Leyva
Queridos lectores de La Otra, cada año solemos emitir deseos para que nuestras vidas sean mejores. No basta con los deseos, debemos forjar la voluntad de ser mejores personas, mejores ciudadanos, mejores humanos, mejores antecesores, mejores para las futuras generaciones.

 

 

Para unos, ser mejores es ser más competitivos, más fuertes, más afortunados, más desarrollados, más influyentes, más poderosos, más exitosos, más más. Pero ser mejores quizás sólo se reduzca a ser responsables con la vida que nos fue prestada, con las de los demás, con la vida en general. Ser lo que nos toca ser, lo que anhelamos. No hay otros, en realidad somos nosotros los eternos otros, los mismos que además de tener la vida tienen conciencia del tiempo, de su situación pasajera, efímera. Pero en ese lapso que nos toca respirar conscientes de nuestra condición finita podemos abonar para no sentirnos como una maldición de la Naturaleza, como su principal error, como un mal incapaz de ejercer el albedrío y salir de esa trampa en la que unos somos la negación de los otros, de nosotros.

La Otra 2020
La Otra 2020

La rebeldía y la inconformidad son quizás nuestros principales atributos humanos, porque la libertad es nuestro bien fundamental, vital, existencial. Ser o no ser, esa es la cuestión, y la cuestión es la llave de todas las cerraduras y los grillos. Nos educan para no pensar por nosotros mismos, nos imponen verdades que no admiten interrogantes, nos conducen a menudos por caminos ajenos, por rutas únicas cuando el mundo está lleno de posibilidades, de horizontes. Nos educan contra natura, porque según el mito cristiano el primer pecado fue la duda, la pregunta, la desobediencia. Pensar, cuestionar, decidir, equivocarnos, corregir, acertar, imaginar, son acciones por las que no podemos renunciar a ser. La libertad es nuestra mayor responsabilidad y nuestro única garantía de que hemos sido dueños de nuestro tiempo.

Este 2019 hemos sido testigos de avances y retrocesos en las democracias de América Latina, de movimientos independentistas en la Europa que se propuso la unidad y la mundialización, anunciando el fin de los nacionalismos. Hoy vemos esas luchas por la identidad y la recuperación de culturas y lenguas ocultas o prohibidas, marginadas, con más fuerza que nunca. La globalización es un hecho, pero lo son también las luchas emergentes por la defensa de los pueblos, como sucede en América, donde se conmemoran los 500 años de la llegada de los europeos a este continente y el reconocimiento del genocidio, de la imposición de una cultura sobre otras, de la apropiación no sólo de bienes materiales sino de recursos naturales y humanos, el impulso de borrar a golpe de espada y de dogmas el pasado de esos otros, de los vencidos. Las culturas originales demandan reconocimiento y visibilidad, se resisten a desaparecer, exigen su lugar dentro de las naciones, en sus proyectos de vida.
2019 es un mal año para la cultura y el pensamiento no sólo en los países donde la derecha se apoltrona y la barbarie dicta los valores que rigen en determinadas naciones y comunidades, también ocurre en esos países donde supuestamente arribaron ciertas izquierdas, a las que el pensamiento, la diversidad, el arte, el debate, las interrogantes son incómodas costumbres intelectuales. México no es la excepción, pero deseamos que no sea más que un año fallido de sordera y de miopía, porque si algo hace fuerte a México es justamente su cultura, su capacidad de renovarse en el pensamiento, su propuesta de ofrecerle a los países hermanos esas lecturas indispensables para abrir corrientes al pensamiento, a la memoria, a la imaginación. Tenemos un pendiente con la memoria de nuestros cientos de miles de muertos y desaparecidos por la violencia institucional y el crimen organizado, por el crimen. ¿Cómo se llegó a la pérdida del tejido social, institucional, cultural para que la impunidad rigiera el destino de un pueblo y un Estado?

manifestaciones

Latinoamérica  es un mosaico de tradiciones libertarias y así vemos cómo surgen casi de manera espontánea acciones de protesta y de inconformidad en Chile, en Colombia, en Nicaragua. Movimientos cargados de alegría y de indignación, de creatividad artística. Si algo no toleran los gobiernos ineptos y los autoritarios es el humor, el juego, la parodia, las preguntas. Los regímenes, cuando se ponen serios y sus cuadros políticos se convierten en comisarios y en espíritus morales, uno debe comprender que el futuro se fue al caño de la historia. La protesta con humor y creatividad hace tambalear a los poderosos.

2019 ha sido también un año de luchas feministas, y eso es muy esperanzador. Más allá de cualquier disenso con ciertas posturas una cosa está clara, no se pueden tolerar los feminicidios, las violaciones, los maltratos de géneros, la desigualdades.

El tiempo corre y los riesgos planetarios también, no sólo por los efectos del consumo de hidrocarburos, del llamado progreso, de la industria, de la ignorancia, de la tala inmoderada de los bosques, también por las pruebas nucleares y el armamentismo, por las guerras.

greta

2020 queremos que sea con La Otra una posibilidad amplia y extensa de pensar y de actuar en favor de esta responsabilidad que es nuestro tiempo.