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Luis Marcelo Pérez. Todo hace y se rehace en el aullido

luis-marcelo-perezPoeta, narrador, ensayista, periodista, editor, gestor cultural y activista social uruguayo, a decir de Juan Manuel Uría busca la raíz animal del hombre. Una muestra de su poesía.

 

 

 

Todo hace y se rehace en el aullido
poético de Luis Marcelo Pérez

 

Juan Manuel Uría (poeta y ensayista)

«Una madrugada llamada renuncia». Así termina el «Lobo atado» de Luis Marcelo Pérez. Y es que se ha de renunciar, pienso, de algún modo, para llegar a la raíz animal, al espíritu del lobo atado que sueña en desatarse y, en flor de aullido, lamer el cuerpo (en su cautiverio, tan imaginado) de su amada. Renunciando a la decencia: «desnudos/ muy pero que mucho/ de decencias», porque la decencia es moral, histórica, es decir, limitante; y cuando de amor animal se trata, cuando es el cuerpo desatado, la piel sin aherrojar, la lengua que busca desesperadamente el infinito de un seno en la metafísica de la unión (la amoralidad, recuerden, de aquel andrógino mitológico), la indecencia es libertad, la indecencia, muy pero que mucho, es signo de un ángel caído y vuelto a levantar. (Lucifer, amante). Creo que todos los que amamos (y el poeta ama, escribe como ama, a qué si no su pluma), y Luis ama, Luis-lobo, Luis-amante, buscamos con desesperación esa fusión con la amada, con la carne, la sangre, los huesos, en un querer volver a la bestialidad pura, al sexo sin adjetivo ni etiqueta, para saciar el hambre de la hembra, el hambre propio, el hambre del lobo. «Lobo atado» trasuda deseo, este deseo. Trasuda deseo y grita fiebre, la fiebre del animal que somos (ya lo he dicho), del animal que no queremos dejar de ser, en búsqueda de la verdad que se esconde en ese deseo, del umbral del instinto que nos llama, alejado, tras del cual se esconde, desnuda de todo, desnuda del tiempo, desnuda del mundo, perfecta, esa Belleza terrible que tiene piel de ortiga,  Ella, así con mayúscula, hecha diosa, transustanciada en Loba, mujer-loba dueña ya de nuestros sentidos. No madre, ya no loba-madre, fundadora de nada; porque ya la mujer no será sinónimo de nada, no es madre de nada (indecencia, llámenla indecente, Ella sonreirá y mostrará sus colmillos). Sólo cuerpo deseante y deseado. Cuerpo con el que fundir otro cuerpo, un monstruo de piel transparente que llegue a donde la razón no llegará jamás. Cada palabra de «Lobo atado» es una tesela de deseo de un mosaico sin referencias, quiero decir, sin historia, quiero decir: donde la razón queda suspensa por la pasión que lo devora todo, por un cuadro donde todo es posible, donde todo puede caber y, lo más importante, donde todo puede pasar porque deseamos que pase. Porque aquí lo que importa es el Ser, la raíz, el alma, y lo que acontecerá si osamos de una vez ligar la humanidad con la indecencia de la libertad, con la libertad de lo monstruoso. El Ser es monstruoso porque es libre; o es monstruoso cuando es libre, bello monstruo siempre. Es la civilización, el orden, quien califica al monstruo. Pero aquí el poeta, aquí Luis-monstruo y amante, lo reivindica, rebelde, y dice sí al monstruo, a la loba, a lo indecente. Monstruo que anhela el poeta, al que invoca, digo, Luis Marcelo Pérez, en este libro lleno de saliva y sudor, de piel y hueso, es decir, de poesía. Ese monstruo que araña y que lame, que atrapa la palabra esperando que se transforme, por fin, en carne, que no sea ya sólo una muestra de grafito bastardo en un papel, sino que se produzca por fin la magia, la alquimia soñada por todo poeta: que lo escrito sea verdad, se transforme en realidad, emerja del papel, y nos muerda.

 

 

POEMAS para LA OTRA LITERATURA

 

1

Abro los labios
arrodillado
en la indefensa humedad
de su cuerpo
que sin tregua se retuerce
desnudo, seguro
sin límites.

4

Arriba tu cuerpo
debajo el mío
prendidos
por fuera, por dentro
más cuerpo los cuerpos
los nuestros.

5

Hacerte entre mis labios
en declaración de deseo
despacito
para darnos paso.

7

Fundiéndome en el sudor
de tus caderas
soy
sustancia nocturna
convertida
en deseo.

11

 A la luz de los espejos
he muerto
maldiciendo el sacrificio
pecado silencioso
de nuestros cuerpos.
Ya no hay tiempo, horas ni espacio
en esta guerra de muelles
sin oleaje
ni sangre que estalle furiosa.

12

Cuéntale
cuando nos dimos de beber
el azúcar de la piel
desnudos
muy pero que mucho
de decencias.

13

Tu beso
azota
desafiante a mis labios
habitantes sigilosos
de una madrugada
llamada renuncia.

********

Calle abajo
la lluvia nos moja
bajo la desgajada luna de abril
sin cómplices, nos arropamos
en las escalinatas del Banco Oriental
resecos de pasión
y lejanos de silencios
que embistiecen una pausa.

*    *     *

Mil veces dije noche
te espío, lo sabes
sobre aquella esquina
que nombra la cercanía
de una cordillera
que desnuda tu vientre
como mi mano sobre el papel
en esta ciudad de ausencias
donde pronto me invadirá el olvido.

 

 

Luis Marcelo Pérez (Uruguay,1971).
Poeta, narrador, ensayista, periodista, editor, gestor cultural y activista social. Desde el año 1998 dirige y conduce el periodístico cultural «El Mural» (RNU) la radio pública de su país. 
Su obra ha sido editada en las Américas, Europa y Asia y traducida al portugués, italiano, inglés, japonés, alemán y chino. Escritores como Ruben Bareiro Saguier, Volodia Teitelboim, Roberto Burgos Cantor, Carlos German Belli, Miguel Barnet, Antonio Gamoneda y Mario Benedetti han elogiado y prologado su obra. Ha publicado siete libros de poesía, cuatro de ensayo, uno de narrativa y uno no ficción. Es el fundador, director del Festival Internacional de Poesía de Uruguay.