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Tapetes voladores de Armando Carrillo

carrillo-celedonioCeledonio Orjuela Duarte nos aproxima a esta antología poética publicada en Bogotá por Taller de Edición Rocca, titulada Pesimismo con desparpajo.

 

 

 

Armando Carrillo en tapetes voladores
Celedonio Orjuela Duarte

 

A Armando Carrillo le pudo haber pasado lo mismo que al poeta Carlos Obregón Borrero, (1929-1963) o Emilia Ayarza (1919 -1966), en el sentido de que tuvieran que agenciarse sus libros, por fuera del entorno oficial, a través de conocidos como una suerte de colectivo surrealista, por cuanto sus versos se entronizaban más en el tono vanguardista que en las formas tradicionales, como un ingrediente más a la indiferencia de la oficialidad de la época, eso se nota en el rigor de la poesía de los autores arriba mencionados.

Armando Carrillo, nació en Cúcuta en 1948 y murió en Bogotá en 2015. Su vida corrió en ese periodo de Colombia que se denominó La Violencia Oficial y el siguiente que llamarían Pacificación del país, etiquetas de los historiadores, pero ninguno de los dos periodos ha llegado a su fin.

En cuanto a las expresiones artísticas fue una etapa muy productiva, como lo dijera el poeta Friedrich Hölderlin  ¿ Para qué poetas en tiempos de penuria? , se preguntaba en su gran elegía Pan y Vino, para responderse » Los poetas  son cual oficiantes benditos del dios del vino, errando por las comarcas bajo la noche Sagrada. De manera que en cuanto a poetas destacados daremos algunos nombres que dejaron versos para recordar en esta «horrible noche» como Fernando Charry Lara, Rogelio Echavarría, Héctor Rojas Erazo, Mario Rivero, María Mercedes Carranza, Raúl Gomez Jattín…

El presente libro de Poesía Completa, de Armando Carrillo. Reúne tres libros fundamentales: Pesimismo con desparpajo (1978), que lo conforman alrededor de cincuenta poemas. Desde la primera tonada del libro

Pecatez parca

Por  la  mañanita  alucinaremos mañana
hablaremos  de  la  Lumpenlimonada
desearemos  literatur anarquista
compraremos   bermejas    empanadas

(poco culoncita se llamaba ella)

donarás   afiche  sobre  vietnamitas heroicos
a este hotel  -esquizofrenizada-  arribarás
trayendo  rojas  pantuflas  pedos  amapolas

(tus juguetes senvejecieron ¿cierto?)

aplastaremos  cucarachas   burguesitas
llevaremos   las   patas   hacia   un   edificio   morado
no   bajaremos   ascensores
Porque lengüetazos  en   cosiánfira   a  esa   hora…

(mujer estéril timoneaba un microcarro
En ciudad de los contrabandistas).

se presiente que atraparía su universo personal eminentemente lírico a pesar de entrar en ellos el habla y la jerga popular, pero se elevan a un tono valiente en los cuerpos de los libros,  algo lleva el uno del otro, es lo que llaman estilo; en esos cuerpos que son sus libros  está la herencia  vanguardista, fragmentaria, en construcción y fallida en algunos de sus postulados, pero quedaron propuestas que siguen su marcha como lo que hace Armando Carrillo; prescinde de la forma del poema convencional, prefiere los espacios en blanco que prefigura la ausencia-presencia del signo. La puntuación en Pesimismo con Desparpajo, es dada por la respiración del poeta en sus versos, que el rigor mismo del signo, en el entendido que la puntuación es posterior a la escritura, por tanto, en sus poemas hay espacios para que el lector imagine la función de los signos, el poeta sabe sus licencias, como experimentación, quizá acogiéndose a lo que dijera André Bretón: ¡Ante todo al diablo la lógica! También al idioma se le debe acosar, maltratar, reducir a la nada. Ya no hay más verbos ni sujetos, ni complementos, sólo hay palabras que hasta pueden significar otra de lo que dicen.

La jerga lumpesca adquiere otra semántica en el poema cumpliendo su fin estético y a la vez lo nuevo, su antiestética, que alerta a la tradición en la búsqueda de nuevos cánones. En atención a lo cual me atrevo a vaticinar que el presente libro será una caja de resonancia para las nuevas generaciones de poetas como lo fue y sigue siendo Raúl Gómez Jattín, aunque ambos manejan ese tono marginal desde la alta escritura, sus senderos son completamente distintos, en Jattín hay un Yo que se impone en casi toda su poesía, en  Carrillo hay una condensación de atmósferas que abren mucho más el duende del poema, en Carrillo sabemos que estamos en un universo eminentemente metafísico que se va sosteniendo en espacios siderales. A la vez estamos en una sala de cine, o en una niñez un poco perversa, como toda niñez, este libro matizado por aquelarres y otros espectros que nutren la fantasía del poeta niño, aquí nacen sus fantasmas, por tanto, el Yo del poeta queda diluido por un sinnúmero de presencias que vienen de mitos preferiblemente paganos y otros prehispánicos que lo acompañarán en los siguientes libros.

El segundo Pavesas (1984) lo conforman 89 poemas. Con la misma fuerza o quizá más, el lenguaje lumpesco, recordemos que este término viene del marxismo, refiriéndose a seres marginales, sin educación, proclives a la prostitución, al robo, de ahí que sus usuarios se atrincheran en su propio lenguaje como mecanismo de defensa que muchas veces los acorrala o los hace fuertes, son sus inventores. La jerga se concibe con la unión de palabras que le son familiares a través de la apócope, el apóstrofe o la contracción de palabras dada por su fonética o lo que en el conteo silábico de la rima tradicional llaman sinalefa. En algunos de los poemas de Pavesas ocurre que inicia el verso con el sintagma verbal de la frase, como quien lee en una gramática invertida, pero sin perder sentido; inserto en evocaciones cinéfilas, cuando en la ciudad proliferaban los cineclubes, en un ciclo, preferiblemente Román Polanski, retorcidas de demonios o Liv Ullmann, la encantadora actriz noruega, un tanto alcohólica que recibió en sus brazos la muerte del famoso director Ingmar Bergman, o María Sabina la chaman de la etnia mazateca del estado de Oaxaca, quien llamaba a los hongos alucinógenos «niños santos». La cantante Beatriz Castaño, tomó ese nombre para su grupo y les puso su música a unos poemas de Armando Carrillo, Raúl Gómez Jattín y otros poetas generacionales. Por ahí en las filas de los cine-clubes encontraba esas mujeres alucinadas que el poeta retrata en sus trajes, drogas y pobreza. Lo pagano del hombre lo hace insistente, lo trascendente importa desde los aquelarres del hombre al desnudo. Por tanto, su poesía es underground, no es la dejadez es la trascendencia desde la psicodelia con duendes y arlequines.

En sus aposentos de Transilvania

la pálida muchacha hizo chichí
Si. Es la hora de jugar con fuego
que vivan las cometas bienamadas
que bailen las vestales con sus duendes
adiós   adiós   ánima-underground
que la Chiqui se quite la mortaja
Y siga fabricando sus granadas
en las nochecitas y en el alba
detrás de unas hojas de cerezo
sobre las alas de los abatidos
adiós   adiós   pálida-underground.
Que con alaridos de las Trilces
Se desaparezcan los murciélagos
creados en terrazas de saudade.
Adiós    adiós   underground-borrachita.

Carrillo trasparenta la muerte como en una placa radiológica, como los versos que siguen de uno de sus poemas en prosa del libro que hemos vendido hablando, que por demás los poemas no tienen título, por tanto, ofrece una lectura de continuo en un torrente de lenguaje en forma de collage, lenguaje de referencias cultistas y ocultas, al lado de palabras herméticas que vienen del invento de la jerga insertas en los versos en un maridaje que funciona en otra gramática que logra el poeta: «La esquelética abrió los ojos. Vio los gusanos que se desplazaban en su pecho. Se oían las pisadas de la muñeca asesina. Quería destapar el ataúd, llamar en su auxilio a los duendes. De ahí que Armando quiera mucho los personajes de Juan Rulfo y los nombre en algunos de sus versos. Pero Carrillo es quizá un poco más festivo con la muerte, al fin y al cabo, es una muerte alucinada y su alucinación es anarquista, expresión que se fortalece en el poeta dado que la anarquía es un pensamiento móvil, no es sectario y mucho menos fundamentalista, es libertario, en él confluyen diferentes tendencias producto de hombres de pensamiento y otros de acción. En el poeta acuden las tendencias más utópicas llevada al extremo alucinante de las drogas:

Conozco trasnochos
cocino en la nochezuela
me duelen las letras del alma
no encuentro a doárman
él grita y fuma como un lucero lánguido
valium diez algunos te añoran
aunque te disfraces de azul
la música invade la cocina
alucina al pulpo de las llamas
amiga no encuentro las pavesas
estoy perdido amigo
pero conseguiré un sendero
el camino de los silenciosos
esa carretera tan amable
el suelo de los lúdicos cementerios

 …….Sangrenegra en Samarkanda (1989), 181 poemas, y un epílogo titulado Otros poemas (2006), al igual que unos textos suyos aparecidos en El Espectador. El prólogo corresponde al poeta colombiano Juan Manuel Roca.
En principio creí que el libro tenía algo que ver con el pistolero Sangrenegra, que masacró familias en el Tolima, Cundinamarca…Colombia cada cuanto crea sus pistoleros que sostengan bandas con el fin de matar y hacer dinero, pero no es así, de eso ya se había ocupado el nadaísmo con algunas elegías a esos pistoleros o bandidos como los nombra la historia. En el libro de Carrillo Sangrenegra tiene otra sutil interpretación.

Se inicia con un epígrafe de Zósimo, el historiador pagano, quien no dejó de serlo a pesar de haberse instaurado el cristianismo en el imperio Greco-romano.

El libro lo compone un extenso poema que hace recordar a Aloysius Bertrand con El Gaspar de la noche, un referente imprescindible en la elección de la prosa poética, recordemos que el Gaspar de la noche legitima un microcosmos, entre la realidad y la ficción con historias cercanas al cuento o poemas de espléndidas metáforas.
En Sangrenegra en Samarkanada (1989).  Los signos del poema vuelven a su lugar tradicional, pero colmado de un universo que se acrecienta mediante ciudades y personajes icónicos que  logran su cometido  como la ciudad de Bizancio o los bellos nomos liliputienses, país y seres imaginarios que creara Jonathan Swift y que ha surtido toda suerte de variaciones en la imaginación de los artistas, por sus versos también aparecen Ondinas, bucaneros, epifanías o encantadora salamandras que se transforman en otra cosa con la ayuda de la mandrágora, que después se vertieran en soliloquios o cartas que vienen de ninguna parte: Las cartas llegaban sin letras, sin verbos, sin amorosas mandrágoras.

En este extenso e intenso poema, por cuanto los extensos poemas hace mucho tiempo dejaron de escribirse, tal vez porque en los tiempos que corren ya no hay héroes que generen cantos épicos. En los poemas de Carrillo, la noche es insistente, pero no es la noche romántica de Novalis, es la noche estelar. Ella se aproxima. La estrella estrellada está despierta. Se aproxima la noche, y la luna llena ya anda sobre sus despertares; en la sinagoga se instala los bermejos calcetines. En las galerías de Alejandra Pizarnik, aparece con sus luminarias…Ella se adorna para recibir la bella oscuridad. A las nubes se acercan sus alas, su pestaña y su alarido. La epifanía es la reina. Y la hormiga enferma recupera sus párpados, saca sus castañuelas, sus címbalos y sus asesinas, entonces la música asciende alguna escala lunar. Las ancianas y ella indagan en los mapas del cine. Quieren ver agonías de saltimbanqui, películas donde haya nosferatus malditos. Ella mira los cielos, y se pasea y ama como la vampiresa del cántaro.

Amo la noche. Pertenece a la sección de Otros poemas (2006), quiero hacer notar que a Carrillo le llegaban imágenes recurrentes a través de los libros como la noche o la niña de trapo o las sinagogas, por tanto:

Amo la noche.

Me zambullo en ella
Como si estuviese
Iluminado.
Le doy ríos y luna llena.

Amo la noche
Porque ella
Está más pálida
Que el bardo.
Estoy
En la ciudad
Del aquelarre,
Donde la gente camina
Sobre la carretera del ensueño.

La noche
Atesora lámparas maravillosas,
Aladinescas
Antorchas.

De la lectura de la Poesía Completa de Armando Carrillo, queda un sabor a otredad, una visión del hombre en lo cosmogónico, su mirada es limpia, no se retuerce en lo falsamente oscuro de cierta poesía que pretende ser inteligente para el halago de cierta retórica de metalenguajes académicos, en ese sentido este libro no hay de donde asirlo. La poesía de Carrillo viene de la calle, es orillero, pulsa la ciudad al ritmo de su corazón, palpa al ser humano en sus frustraciones que deja el vivir en el asfalto. Aquí se siente un poeta que se sostendrá en el tiempo. No hay juegos artificiales, tanto es así que para su generación pasó casi desapercibido, no era su talante ir de bufón de los que se acomodan con agrado en el statuo quo, sea cual sea, lo importante es estar en las luces de la escena. Armando Carrillo tragaluz de los otros poetas, los verdaderos.

Pesimismo con desparpajo

Armando Carrillo
Taller de Edición ROCCA
278 páginas
2017
Bogotá Colombia