leyva-feb2018
José Ángel Leyva

Presentación La Otra 131

Renovarse de cara a los otros de La Otra
leyva-feb2018Hemos comenzado a preguntarnos sobre la comunicación con nuestros lectores, sobre la lectura que ofrecemos y sobre quiénes constituimos este esfuerzo. Hemos iniciado a preguntarnos sobre algunos tópicos y acciones relacionadas con el soporte y con sus contenidos, con su formato y sus mecanismos, con sus movimientos y sus perturbaciones, con nosotros y los otros. Nos preguntamos si somos o no somo La Otra que deseamos, buscamos o pensamos, esa que debe ser siempre distinta de sí misma. Aquí una breves reflexiones de algunos de sus más fieles colaboradores que compartimos con los lectores de La Otra.

 

Hace ya más de 10 años que iniciamos este proyecto de información, difusión y promoción de lectura de poesía y de los poetas, al que nombramos La Otra, la revista, y también por consecuencia la editorial, que ha dedicado gran parte de su esfuerzo a producir libros. Ya desde Alforja, una iniciativa que duró once años y terminó diluyéndose a causa de vanidades y mezquindades, que algunos insistieron en llamar la «Fraternidad universal de los poetas», tomé conciencia de la utilidad e inutilidad de esas acciones editoriales encaminadas más a visibilizar a los poetas que a la poesía. Este es el punto, porque de algún modo La Otra ha seguido ese mismo camino. Quizás no con tanta evidencia, pero sí. Ha sumado lectores, pero no ideas ni generado surgencias. Esta palabra que tomé de la Oceanografía: «Ascenso a la superficie de masas de agua profundas –frías y ricas en nutrientes–, debido al movimiento de aguas superficiales mar adentro.» Y es que es importante la renovación, no sólo de cuadros sino de energías, de pensamiento, de miradas.

He pensado, como primer punto, para no abrumarlos, en priorizar la poesía y los poemas antes que a los poetas. Es decir, que la obra revele al autor y no el autor nos hable de la obra. Parece una necedad, pero no lo es. Colocar en primer término el análisis de una obra por sus virtudes y defectos representa un paso a hacer abstracción de los movimientos extraliterarios que valoran a individuos o grupos de poder, a personajes más de la vida política que de la búsqueda estética y de la curiosidad lírica. Si lo pensamos bien, hay autores de quienes nadie recuerda un solo poema, una sola idea, una sola línea de pensamiento o un verso, pero están en boca de todos, en el enfoque de todos. No obstante, hay autores de quien nadie habla: hay grupos, colectividades que leen y memorizan poemas, textos de esos autores invisibles por alguna razón más fuerte que los argumentos de quienes señalan el camino de lo poéticamente correcto, de lo supuestamente trascendente. La estandarización del discurso es un hecho inocultable. Los concursos, los premios, las becas, las capillas han impuesto intereses y criterios que empujan a los creadores a escribir y a elaborar obras que responden mucho a lo que se espera de éstos y no a lo que exige el espíritu, la necesidad expresiva y comunicativa. Esa traición, que no tradición, tiene lugar también en el mismo sitio donde se gesta el impulso del mercado, vender y comprar, sin atender a la necesidad básica del hombre.

Se trata pues de proponer lecturas desde La Otra que perturben e inquieten, que motiven la reflexión y el argumento sobre lo que se escribe y lo que se ha escrito, sobre lo prescindible y aquello que se resiste al olvido, aquello que se renueva desde su longevidad y su naturaleza legítima, desde su origen auténtico einconforme, más allá del propósito mismo de su autor. Aclaro, no publicar tanto lo que llega de manera espontánea sino lo que los miembros de La Otra buscan, encuentran, localizan, descubren, sospechan. Cambiar la dinámica y su sentido colector por el de la exploración y la pregunta.
Reciban un fuerte abrazo, de su amigo

José Ángel Leyva

 

 

Ángela García
Ángela García

Malmö, 23 de febrero del 2018

Querido José Ángel!

   Vuelves a llamarme en este momento en que propones una re-fecundación de la estrategia de difusión de la poesía y de los poemas, más que de nombres de poetas o de fichas bibliográficas donde los premios de poesía y la cantidad de publicaciones son un impreciso termómetro de la valía de una obra.

Es muy evidente que cierto tipo de aleaciones entre editoriales, periódicos, universidades, embajadas y ministerios de cultura (no hablo tanto de becas donde los jurados pueden todavía ser más independientes) han esparcido un humo que confunde a los lectores y a resultas de ello, ciertas obras importantes quedan en la sombra… ¿Cuáles serán esas obras que no se alcanzan a ver? Una se pregunta, una quisiera descubrirlas y darlas a conocer. De lo que se trata es de una verdadera investigación sobre la poesía, a partir de nuestra lealtad a las visiones alcanzadas en la escritura o partir de una experiencia que todo el tiempo convocamos en solitario.

Sin pasar por alto que hay una reciprocidad entre la fuente y sus devotos, entre la poesía y el poeta, tenemos una tarea de vigilancia que se ejecuta primero sobre nosotros mismos: Sobre la propia lectura de lo que llega a nuestras manos, sobre nuestra integridad contra esa práctica extrema, ya sea de publicitar a ciegas la poesía, ya sea de evangelizar a su nombre.
Esta actitud de alerta es más necesaria que la difusión bajo un dudoso criterio igualitario o «democrático». Plutarco observaba que muchos de los que detentan la palabra lo hacen sin haber aprendido a escuchar, «como si el alumbramiento estuviera de la concepción y la preñez». No quiero dar la idea de que practico la lectura de los griegos, pero celebro que el azar atravesara en mi camino ese pequeño folio – ¡en sueco! – sobre el arte de escuchar, de uno de los sacerdotes del Oráculo de Delfos. Más no yendo demasiado atrás hay que recordar la asombrosa luz de un ciego famoso, Borges, que dijo tantas cosas sobre la lectura, como ésta: «que otros se jacten de las páginas que han escrito, a mí me enorgullecen las que he leído».

Es imposible atenerse a reglas, también entre algunos poetas premiados encontraremos el poema esperado, el urgente; además el descubrimiento, ya lo sabemos, casi siempre se hace a posteriori, cuando las evidencias acumuladas son innegables y no pocas veces cuando el poeta ha dejado de estar entre nosotros. Por eso propongo que a la par del seguimiento de la contemporaneidad haya en La Otra (no me suena bien cambiar el nombre a «La otra otra») una sección para esos maravillosos poetas injustamente olvidados o que fueron ignorados en vida. En la poesía nórdica hay varios ejemplos, tengo adelantadas algunas traducciones, pero la propuesta vendrá pronto.

Me es muy grata tu invitación, le doy una bienvenida a esa exclamación de renovación y espero ser digna de contribuir a ella.

Un muy grande abrazo!
Ángela García

 

 

Jorge Boccanera

Querido José Ángel
Buenos Aires, Argentina, 24 de febrero, 2018

Contá conmigo desde ya. Coincido en muchas cosas que decís y que lo peor de una revista es que se haga rutina. Quizá La Otra ya cumplió un ciclo y se haga menester empezar otro con algunos cambios. Sobre todo, uniendo a la parte de ficción, notas que abran debate sobre la realidad que nos toca vivir, como ya lo hiciste una vez en la revista de la universidad que coordinabas. Acentuar la zona de crítica literaria, ensayos breves, notas de opinión, etc. Coincido en que como parte de la revista debiéramos enviar más «propuestas», pensando en una renovación, como decís, de pensamientos y miradas. Vale decir: aggiornarse. Que no quiere decir olvido del pasado. Y sobre todo, algo que creo vengo haciendo hace rato desde las revistas que dirigí, desde mi lugar de periodista en la agencia Telam y en revistas, etc: detectar y difundir aquellas poéticas que inician y muestran talento. Respecto a formar por aparte otro Consejo editorial de poetas jóvenes, me pregunto si no podríamos integrarnos todos en un solo. Desde ya te estoy mandando por estos días unos trabajos que hicimos aquí con poetas jóvenes sobre las Antologías. fuerte abrazo

Jorge Boccanera

 

 

Querido José Ángel:

Pablo Molinet
Pablo Molinet
Te escribo con premura y un pie en el estribo.
Llevamos, si me salen bien las cuentas, 22 años de discusión gozosa. Ahora mismo señalo una diferencia con tu comunicado; culpar de uniformización a las becas y a los premios me parece una obliteración de la responsabilidad individual frente al texto propio. Quien escribe para obtener becas haría otra cosa igual de desencaminada si las becas no existieran. Quien pone su atención en ganar actúa desde un sitio ajeno y remoto a lo que entendemos por poiesis. Pero que alguien obre con expectativa de recompensa es un problema de ese alguien, no de la recompensa en sí misma — tropezar con una piedra, ¿es culpa de la piedra o de quien, viajero en Babia, tropieza?–.

(He visto, por supuesto, proyectos concebidos para ganarse al jurado, y que por eso, precisamente, son retirados de selecciones preliminares; he visto lo opuesto, textos escritos en solitario que no piden la aprobación ni el plácet de nadie y por eso, justamente por eso, obtienen tal o cual beneficio público o privado.)

Pero no quería responder tan solo con desacuerdo y refutación (cacallaca), sino con una propuesta: puedo obtener evidencia suficiente de que no hay tal uniformización en la poesía mexicana reciente.

¡¡Muchísimos abrazos!!!!
Pablo Molinet, Ciudad deMéxico, 24 de febrero, 2018.

 

 

3 comentarios

  1. Fausto Marcelo Ávila Ávila