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Miguel Ángel Ortiz. Poemas

miguel-angel-ortizAdemás de poeta, abogado, originario de la ciudad de Durango, 1984, donde actualmente reside, es uno de los poetas jóvenes con una vocación lírica más definida de su generación.

 

 

 

Poemas
Miguel Ángel Ortiz

 

Mano

1) Tomar una luciérnaga
2) Colocarla sobre la línea de la vida
3) Observar cómo se ilumina el destino, la llanura.

 

 

Tabla

Ese nublarse el cielo, y la salida otra vez del sol, pero ahora menos fuerte, menos quemante. Tibio, un sol más recordado que actual.
La luz se oculta y vuelve a salir; calienta nuestros nervios, como cuando una carne se descongela en la cocina.

 

 

Piedras

Bajar a la fondita por un café,
por un cigarro, pez
en cada auto que pasa.

Qué frío, dice alguien,
y ves caer sus palabras
hasta el fondo del barranco:

pasto, ballenas, tambor,
ventana de agua del cielo
justo al momento de abrirse.

 

 

Vaho

En la sierra, los caballos rompen el hielo que cubre los estanques. Golpean y golpean, meten su hocico y toman el agua enjaulada por el témpano.

Luego, el vapor sale de sus ollares y se vuelve otra vez nubes.

Yo soy un caballo que golpea contra el hielo de los meses, y busca tomar el agua para regalártela, para que el cielo completo te acompañe.

 

 

San Mateo

El Aparecido
se ha sentado a desayunar.

Busca una orquídea entre sus ropas
y escribe con ella
sobre el mantel.

En su morral —musita—
los instrumentos para pintar
un paraíso
en las paredes de su iglesia.

Gira una parvada
entre los libros y los platos.

Una cuchara atraviesa
el sosegado
blancor de la leche.

*

 

Un fogón.

Un cerdo, una gallina, una vaca
para desayunar.

La Pasión según San Mateo, también.

Un coro es un caballo esta mañana,
una voz se disloca,

acomoda sus huesos
sobre esta llanura.

*

La leche, al hervir, se ha desbordado del tazón. Un sorbo entra a la boca, inunda la garganta, baja al estómago y lo calienta. Leo las palabras sobre el mantel: «Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado a la mesa del tributo público, y le dijo: Sígueme. Y él se levantó y lo siguió».

*

Mira qué bien me han quedado estos huevos con tocino, aún hay leche en el refrigerador.
Una codorniz vino hasta la puerta y comenzó a rezar. —

 

 

*
Sobre el autor
Miguel Ángel Ortiz nació en Durango, México en 1984. Ha publicado El cuaderno de las resignaciones (Premio de Poesía «Elías Nandino» 2005); Milagros para una tarde de lluvia (Premio de Poesía «Carmen Alardín» 2007); y Funerales que jamás las brujas (Premio de Poesía «Amado Nervo» 2008).