«La sed de polvo», de Ricardo Venegas

Con la atenta lectura de Frida Varinia publicamos algunos poemas de este libro,»La sed de polvo», del mexicano y morelense Ricardo Venegas.

 

 

 

«La primera palabra, un búmeran en llamas»

(sobre La sed de polvo de Ricardo Venegas)

Yo quedaré dormida como el árbol…
Y estaré ciega, ciega para siempre
frente al escombro de un espejo roto.
               Rosario Castellanos

«La experiencia literaria» de la que habla Alfonso Reyes no es un ejercicio intelectual de informaciones exactas pero vacías; ¡No! esta experiencia, si es verdadera, es más religiosa que otra cosa. Es la emoción y la conmoción del arte en el cuerpo, es un enamoramiento momentáneo; una embriaguez de los sentidos: un entender sin el prejuicio de la razón. Una experiencia literaria es leer un libro de poemas y caer junto con las palabras al mismo abismo y encontrar ahí en el fondo, en «ese tocar fondo», esos: «escombros malabares» que te rescatan con el perfil filoso, espinoso de una luz de esperanza. Y entonces sí, sales de ese empantanado y oscuro abismo, maltrecha y malherida, pero sales renovada, «curada de espantos» a seguir creyendo en la palabra y como un contagio inevitable te inspiras de ese verso lúcido, prestado y duro que te cala hasta los huesos; para seguir tú, machete en mano; podando los abrojos de tu parcela, para seguir sembrado en el nido fugaz de tu creación.

Entonces sí creo, me entrego como lectora, como espectadora y fiel creyente en lo que el poeta dice; acepto el viaje mágico y comulgo con él. Digamos que acepto su «Mano negra» y digo en su nombre:
          «Lo imperdonable del amor
                    en tierra ajena».
Repito con él :
          «Mis pasos encuentran brisa seca
          abril está perdido
          o es el polvo de tu ausencia».
Los poetas son el equivalente a los árboles en la naturaleza, oxigenan el alma de los seres humanos para que no mueran en medio de las guerras, para que las bombas atómicas, reactivas, madre de todas las bombas, no lleguen al cuero duro de la palabra consagrada para salvarnos.
Los poetas son árboles que reconstruyen el tejido social desde muy dentro, por eso ellos mismos deben inmolarse, sacrificarse con su dolor por todos aquellos que escuchan su palabra. El poeta debe primero transformarse
y preguntarse cotidianamente ¿quién soy?
          «leo mi nombre
          y el rastro malabar de la ceniza:
El poeta debe buscarse en los espejos:
          «Vengo de hallarme en el espejo,
de preguntarme si soy más de lo que miro».
Y disponerse a trabajar haciendo jardines donde había basureros, reinventándose y «en los escombros del insomnio yo vigilo»
Vigilar la realidad y reinterpretarla desde la «turba de los sonidos», desde esos escombros de los que permanentemente habla el escritor «Y en los escombros de palabras», resurgir y dar aliento y «Así la absolución nos llega/talando el corazón endurecido».
Porque nuestro compromiso como poetas está ahí en documentar la realidad y como dice Evodio Escalante, hacerlo con un » saber que necesariamente golpea. ¿Cómo escribir sin dejar escombros ¿Cómo ejercer este oficio de manera limpia, sin contaminar el planeta, y sin robar a nadie» A lo que Venegas responde:
          «Tiene que haber una manera
de escribir sin dejar escombros,
tiene que haber una manera».
¡Debe de haber otro modo de ser […] «otro modo de ser humano y libre», nos diría Rosario Castellanos.
Esa otra manera, ese otro modo que está en el principio del logos creador y propositivo que el artista nos otorga en su grito, en su imagen, en su escena y en su sonido y nosotros somos eco, infinito eco de voces enredadas en el viento con un posible horizonte.

Frida Varinia

Frida Varinia Ramos Koprivitza (1960, Ciudad de México)
Doctorante en Filosofía por el Centro de Investigación y Docencia en Humanidades del Estado de Morelos, CIDHEM. Licenciada en literatura latinoamericana por la Universidad Iberoamericana, UIA. Diplomada en Museonomía por la Universidad Iberoamericana.
Autora de más de 15 libros de poesía y merecedora de dos premios nacionales en este género, ha editado el libro Agonía de un instante, El cuento fantástico mexicano entre otros libros de ensayo; ha sido incluida en varias antologías, y libros colectivos, traducida al italiano. Y es colaboradora en diversas publicaciones y revistas del país.
Escritora, investigadora, maestra y tallerista (INBA, UAG, UIA, UNAM, ICM). Escuela de escritores "Ricardo Garibay", Sogem y La Vecindad).
Pertenece a la Sociedad de Escritores de Morelos y al Seminario Mexicano de cultura, corresponsalía, Cuernavaca.
Editora asociada en Quadrivium editores.
Actualmente es profesora en el área de Literatura y de Lectura y Redacción en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.