Poemas de Alvin Pang y Ravi Shankar

alvin pangLuis Chacón Ortiz nos ofrece sus traducciones de estos dos poetas que participaron recientemente en el Festival Internacional de Poesía de Granada, Nicaragua.

 

 

 

Traducción de: Luis Chacón Ortiz

 

Alvin Pang

alvin pang
Alvin Pang
Alvin Pang, nacido en Singapur en 1972, es poeta, escritor y editor. Sus poemas se han traducido a más de quince lenguas y ha participado en festivales y publicaciones importantes de todo el mundo. Fue becario del Programa Internacional de Escritura de la Universidad de Iowa en 2002. Entre sus libros se encuentran los siguientes: Sondeando el silencio (Testing the Silence) de 1997; La ciudad de la lluvia (City of Rain) de 2003; Aquello que nos da nuestros nombres (What Gives Us Our Names) de 2011; y Tumasik: Obras contemporáneas de Singapur (Tumasik: Contemporary Writing from Singapore) de 2009.  Fue galardonado como el «Artista Joven del Año de Singapur» en la categoría de literatura en 2005. Poco después en 2007 recibió el Premio Nacional de las Artes y la Cultura de Singapur. Ha participado en representación de Singapur en el Parnaso Poético que tuvo lugar en Londres en 2012 como celebración paralela a las Olimpiadas. Sus libros de poesía más recientes son: Otras cosas y otros poemas (Other Things and Other Poems), publicado por Brutal en Croacia; Cuando Esa Gente Bárbara Llegue (When the Barbarians Arrive), publicado en el Reino Unido por la editorial Arc, ambos del 2012; När barbarerna kommer, publicado en Suecia por la editorial Rámus Förlag, ambos del 2015.

 

Coraje

"El profesor, de 76 años, uno de los sobrevivientes del holocausto, bloqueó con el cuerpo la puerta del aula para que los estudiantes pudieran saltar por la ventana y así escapar del pistolero".

En recuerdo de Liviu Librescu y las demás víctimas del atentado en Virginia Tech en abril del 2007.

Es posible que sea la última persona a la que acudirías por consejo en estos días. Frágil, modesto, algunas veces distraído, parece faltarle el glamour y la fuerza de Acción; la casual brillantez de Talento; la sabiduría y prudencia de Precaución. Sus estudiantes, quienes al graduarse van en busca de Éxito, no le dan mucha importancia. Suelen olvidar cómo, al buscar el rumbo para sus vidas, nuevas aventuras, o, sencillamente, al enamorarse, acudieron a él en primer lugar. Aquellos que se sentían frustrados sólo tenían que hablar con él para encontrarse a sí mismos dando el primer paso hacia el progreso.

La verdad es que Coraje disfruta permanecer lejos de los reflectores. Nunca duda en hacer lo correcto, incluso en privado, y no le molesta si nunca le dan el crédito. Él ha sido el pionero para muchas ideas y técnicas innovadoras, usualmente cuando nadie le estaba poniendo atención y podía trabajar junto a Concentración y Paciencia, sus colegas más confiables. Sólo él sabe cómo calmar a Ansiedad, a punta de besos suaves o bromas sencillas que la sacan de ese ensoñamiento. A Coraje le encanta correr maratones: lo que le falta en energía lo compensa con espíritu y resistencia.

Nadie sabe con certeza de dónde viene o quiénes son sus padres. Durante la juventud se le consideraba un héroe y muchas cosas, tanto buenas como malas, se hicieron a su nombre. Sin embargo, él prefiere que se le recuerde por su jardín, en donde la hierba más pequeña desafía al viento y a la lluvia, asegura él, porque está en su naturaleza crecer o morir.

Una vez le pregunté a Coraje a que le tenía miedo. Bromeando me dijo que vivía con el miedo de que cada día pudiera ser su último. Al alejarme, me susurró al oído eso a lo que de verdad teme: que las cosas permanezcan así, únicamente, como son, por siempre.

Ansiedad

Solía topármela mucho cuando corría de aquí para allá. Ella siempre quería que me sentara a conversar, pero nunca tenía mucho que decir. Una vez me despertó en la madrugada sólo para escuchar su respiración. Pasé mucho tiempo sentado a su lado en algún café hasta que me di cuenta que era adicta a la cafeína, al sonido de su propia voz.

Ansiedad necesita atención: le encanta darle malas noticias a la gente. En las reuniones, callaba siempre a los oradores justo cuando iban a decir algo importante; en las crisis, siempre era la más ruidosa en toda la habitación. Ella, quien es difícil de ignorar, tampoco sabe escuchar. Hasta que no supe apartarme de ella, no comprendí el valor de mi propia voz.

Ahora no comprendo porque solía pasar tanto tiempo con ella. Tal vez me atraía su soledad, o estaba enamorado de su presencia. Recuerdo que siempre tenía hambre, por lo que mordisqueaba cualquier cosa a la que pudiera ponerle las manos encima. Se ha puesto tan gorda, tan extraña, que ahora le da miedo salir, conocer personas nuevas. Suele pasar horas frente al espejo, probándose ropa, pero, sin importar qué se ponga, siempre se siente desnuda delante de otros. Ha olvidado cómo reír.

Últimamente pasa el tiempo en casa, hablando con Desesperación, quién es ciego. Se siente letárgica, pesada; las cortinas cerradas todo el día para que nadie pueda ver qué tan horrible se ha vuelto. Aunque asegura preferir la oscuridad, sé que esconde un par de alas, las cuales ha olvidado cómo usar. En lo profundo del corazón, lo único que ella quiere es volar una vez más, si tan sólo pudiese estar segura de que no volverá a caer.

(Traducciones de Luis Chacón Ortiz)

 

 

Ravi Shankar

Ravi Shankar
Ravi Shankar
Ravi Shankar es poeta, editor, traductor y profesor de escritura. Él fundó la revista por Internet Drunken Boat (www.drunkenboat.com) y ha publicado o editado diez libros de poesía, entre ellos, Instrumentality, finalista del 2004 Connecticut Book Awards, y Deepening Grove, ganador en el 2010 del National Poetry Review Prize.

 

 

 

Mosquito

Aunque he cerrado las ventanas, sellado toda grieta
con cinta scotch, bañado a mí mismo con repelente,
y agitado los brazos con la ávidez de una bastonera,

seguís ahí, pellizcando mi piel, colgando al costado
de mi ojo como una mancha solar, ávido de sangre,
persistente, terco, la encarnación exacta del apetito

que surge de la nada, imposible de alejar, hasta que
aparecen los cúmulos indignados de piel enrojecida
para atestiguar tu tránsito; y, es entonces que vos,

molesto punto, finalmente te has desvanecido como
una epifanía: en el momento en que te alimentaste
de mi, sí, en este momento, descubriste lo que sos.

 

Cómo terminó la búsqueda

Antes de que el bus me atropellara,
estaba buscando un aroma,
el cual no recordaría hasta que
no fuese percibido de nuevo.

No culpe nadie al chófer:
me había detenido a observar
a una chica que se desvestía en la ventana.
Estaba demasiado largo como para olerla.

Más temprano había consultado con un adivino,
no para que leyera las líneas de mi mano,
sino tan sólo para que me dijera
dónde comprar un enorme guante de neón.

Camino a casa, mi cabeza retumbó
con la siguiente hipótesis: la vida no es más ni menos
seria de lo que imagino.
Y entonces apareció el bus.

 

Antes del monzón

Para Rajni Shankar – Brown

Un calor tan sofocante que los perros
callejeros sólo levantan la cabeza hacia
la carnicería a golpe de cuchillo,
para luego volver a echarse bajo el camión

de víveres o a la sombra de una choza
que anuncia, en grandes letras verdes,
arsénico, "Cura de por vida para las
hemorroides o toda clase de fistulas".

Un chofer de calesa ha envuelto su rostro
en un húmedo dhoti y se acuesta
boca arriba en el asiento trasero, rehusándose
a llevar pasajeros mientras las moscas

pululan sobre una montaña de basura
que un barbudo trapero inspecciona
con atrevimiento, conservando uno que otro
objeto, preferiblemente comestible,

dentro de un fibroso saco a su espalda.
La regla de oro aquí es la ineficiencia:
las calles sucias con casas sin terminar,
abandonadas a una pátina de polvo rojizo,

filas serpenteando frente a las clínicas
o los cines, sin moverse nunca, hombres
sin casco martillando un enorme desnivel de concreto,
mientras se abren nuevos baches en la carretera

que cruza una familia de Jainistas, arropados
en sus blancas túnicas, bocas cubiertas
para evitar los insectos, las posesiones balanceándose
sobre sus cabezas. ¡Cómo se derrama lo sublime

sobre lo escatológico sin aparente contradicción!
Altares emergiendo de la mugre de la sobrepoblación
como hongos después del aguacero, una figura
de Ganesha delicadamente esculpida en terracota,

oscilando sobre el tablero del camión
que carga estiércol de vaca a unos aldeanos
que lo usan como combustible, un tipo demasiado
engalanado para el riesgoso negocio de vender

flores de loto en un callejón húmedo con
orina fresca. Como la ciudad evidencia
un eterno continuum, sin costuras: el paraíso,
lo terrestre, lo infernal, en conjunto.

Oráculo del insomnio

Insomne, extraño ver cómo dormías,
tenuemente iluminada por la luz roja
del reloj despertador, las sábanas
desvelando tus hombros y moviéndose,
tal vez impulsadas por el sueño en el centro
de la cama, a ocupar el espacio que llenaría
mi cuerpo, la algarabía de la medionoche
en Manhattan tan sólo a un vidrio de distancia,
pero ahogada por el ronroneo de nuestro
nuevo ventilador. Aquí, la pradera oscura,
con la esporádica exhibición de las libélulas,
parece contener un centenar de revelaciones,
una de las cuales es que, insomne, te extraño.

Al sur de Hebrón

Tras los campos de cebolla, un armatoste de metal oxidado gime, como si estuviese fuera de lugar, o esa piensa el niño cuyo padre ara la tierra, igual a un naranjal que florece dentro de la chimenea; el torreón gira como un carrusel roto, dejando una estela de tallos aplastados a la sombra. El niño vive aquí. Traza el camino tanteando alrededor de las minas para escuchar su idioma en los quioscos colapsados del ahora destruido mercado en el pueblo. En casa no tiene nada que arrojar y debe buscar piedras del tamaño de puño en la cantera por donde pastan las excavadoras; piedras capaces de perforar pesadamente el aire para estrellarse contra metal u hombres de paja con un satisfactorio ¡pam! Que diminuta es esa piedra comparada con la singular carga de ser un indeseado en la tierra que te vió nacer, para siempre, por ningún motivo comprensible.

 

 

Del Traductor

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Luis Chacón Ortiz (Costa Rica, 1986). Ha publicado los libros de poesía El Sur (Ediciones Fecit y Ayuntamiento de Lodosa, 2007) y Poetry Is Fearless (Ediciones Espiral, 2012), así como la novela Ciudad radiante (Uruk Ediciones, 2015). Trabaja como traductor.