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Delmira Agustini y su sombra. Leda Rendón

delmira-agustiniEn el 2015 se cumplen 101 años de la trágica muerte de la escritora uruguaya Delmira Agustini a manos de su exmarido: Enrique Job Reyes. Leda Rendón nos ofrece una lectura de la vida y la obra de esta autora sudamericana.

 

 

 

Delmira Agustini y su sombra

Leda Rendón

Pus de Léda jouant dans la troupe des cygnes
Théodore de Banville

 

En el 2015 se cumplen 101 años de la trágica muerte de la escritora uruguaya Delmira Agustini a manos de su exmarido: Enrique Job Reyes. Los poemarios que publicó en vida fueron: El libro blanco, Cantos de la mañana y Los cálices vacíos. En la correspondencia que mantuvo con Rubén Darío podemos ver la necesidad que tenía de ser reconocida por él y los abismos espirituales en que los dos se sumergieron. Llama la atención la esencia indomable de Delmira aunque le decían "La nena" —rasgo que acentúa su personalidad dual, por un lado aniñada y por el otro una vampiresa—. Es interesante también que el papá, un hombre de finales del siglo XIX, le pasaba en limpio sus textos en general eróticos. Su poesía está poblada de amoríos extraños y salvajes: desde una mujer que se enamora de una estatua, pasando por la embelesada por un cisne, hasta la que succiona a su amante convertida en un animal. Así introdujo en la escritura de su momento la fuerza distinta del apetito amoroso femenino. Ella quería guiar a Eros; daba sin duda el papel activo a sus heroínas. En seguida, a manera de homenaje, analizo el poema titulado "Visión" que podemos encontrar en el libro Los cálices vacíos. Este escrito, como gran parte de la obra de Agustini, modifica las reglas del modernismo y habilita el territorio inconsciente como no fue habitual en la literatura escrita por mujeres de su época.

Leda Rendón
Leda Rendón
El poema "Visión" de Delmira Agustini podría parecer una angustiosa y frustrada entrega entre Leda y el cisne, pero tal vez no lo sea, ya que la habitación parece ser el doble de la protagonista. Este texto siniestro y enigmático comienza con una pregunta, ni siquiera la heroína sabe qué pasó esa noche: “¿Acaso fue en un marco de ilusión, / En el profundo espejo del deseo, / O fué divina y simplemente en vida / Que yo te ví velar mi sueño la otra noche?” Pero es claro que el cisne le dejó una huella imborrable: "Y mi estrella es más grande desde entonces / Toda tu vida se imprimió en mi vida…." La Leda de Agustini se enamora de su propia creación, un ser que surge de la sombra "Como un hongo gigante, muerto y vivo". No es casual que la comparación sea con un ser del reino fungi, algunos producen alucinaciones. Estudiar este texto representa dos retos: primero, "Visión" es uno de los poemas mejor logrados de la uruguaya. Segundo, en él Delmira vuelve a su manía por la multiplicidad; a su incasable deleite por lo doble; y a reflexionar sobre la  imaginación y la escritura. Del primer punto hay poco que decir que se acerque a la belleza del texto, creo como dijo Octavio Paz al hablar de Apollinaire, en este mismo sentido, que habría que leerlo "[…] como deben leerse todos los poemas" (77). Del segundo punto habrá que develar cómo el cisne es digerido por Leda; por su sombra.

"Visión" es uno de los poemas más largos de Delmira, y deja ver su afecto por los endecasílabos y su cercanía con la métrica francesa. Además hay rompimientos con versos de siete y cuatro sílabas que le dan al texto una interesante variación rítmica. El poema abunda en comparaciones y analogías entre el cuerpo de Leda, los objetos y los diversos paisajes. Delmira Agustini ambiciona anular el cuerpo en beneficio del espacio —quizá para que la culpa del deseo carnal desaparezca o porque quiere escapar de la idea del cuerpo como definición canónica de lo femenino— y esto lo consigue a través de la mirada del creyente, del devoto de su figura, que es su alma, si hablamos en términos del filósofo Spinoza. Enseguida, Leda imagina lo que el cisne siente y supone de ella. Es aquí que somos testigos de una paradoja, si la habitación es el cuerpo de la protagonista, el amante entonces no sólo es parte de su imaginación y su deseo; es un trozo de su carne que es su cuarto. La segunda estrofa brinda pistas al respecto: "En mi alcoba agrandada de soledad y miedo / Taciturno á mi lado apareciste / Como un hongo gigante, muerto y vivo, / Brotado en los rincones de la noche / Húmedos de silencio, / Y engrasados de sombra y soledad". Vemos cómo la recámara está animada, leemos una prosopopeya del espacio en su conjunto: "Agrandada de soledad y miedo", sus rincones son "húmedos" y están "engrasados" como Leda. El cuarto igual que la sustancia de la heroína siente la presencia del alado "hongo". El cisne como el espacio es el doble de Leda. Ya Sylvia Riestra había notado esto en su ensayo "Delmira Agustini y lo siniestro": "[…] insistentes y ambivalentes imágenes del cisne errante, del buitre, del búho, de la serpiente, del vampiro, de la estatua, son dobles de sí misma" (http://letras-uruguay.espaciolatino.com/riestra/delmira_agustini.htm). Así Jonathan Dettman al hablar del poema "El cisne" observa algo parecido en la obra de la uruguaya: "[…] como una representación del pensamiento o del espíritu de la poeta" (http://www.jonathandettman.net/el-cisne-delmira-agustini).

Enseguida Agustini se dedica a describir lo que el cisne ve de Leda, para hacerlo utiliza símbolos de lo femenino "copa de cristal" que podríamos asociar al sexo húmedo de la mujer: el amante sediento puede beber de ella. Además la copa está "Sobre el mantel de fuego del desierto", “el mantel” es, sin duda, la piel de Leda. Enseguida asocia el ansia de la carne a la adición: "a los opios infalibles". Más adelante, también hay símbolos fálicos como la culebra vinculada por Agustini a la mujer, será para dejar claro quién domina la situación o porque puede ser igual que el hongo: venenosa. También la culebra está ligada al pecado original, y en algunas culturas es una divinidad. Al cisne de Agustini la culebra le produce temor, posiblemente un miedo divino: Leda es aquí una mujer que asume el papel dominante en la relación sexual.

En la cuarta estrofa está el acento en lo religioso y lo melancólico en relación con lo divino, que  está vinculado al color blanco: "Te inclinabas á mi como el creyente / A la oblea de cielo de la hostia… / -Gota de nieve con sabor de estrellas / Que alimenta los lirios de la Carne, / Chispa de Dios que estrella los espíritus-". Todo lo que sigue en la estrofa es tristeza, son dudas. El cisne amante, que es parte de su cuerpo, la observa como una inquietante "[…] ventana abierta al más allá". Esa "Visión" puede resultar abismal para cualquiera, lo que pasa es que ese cisne sigue cayendo en las redes de la poetisa. Agustini continúa su reflexión; su cata del amante traído a la vida por ella, surgido de su propia carne; de su escritura —tan enigmática para ella como para el otro— por eso dice: "Te inclinabas á mi como si fuera / Mi cuerpo la inicial de tu destino / En la página oscura de mi lecho; / Te inclinabas á mi como al milagro / De una ventana abierta al más allá". Es decir, el cisne se sabe una invención surgida del deseo febril de una mujer sola en su alcoba, esa es parte de la "Visión" insoportable para el él: descubrirse un ser ficticio, saber que nada de lo que haga será por anhelo propio: él no ambiciona, lo desean; él no existe, es parte del cuerpo, el espacio y la imaginación de otra. ¿Cómo puede poseer algo que lo devorará haga lo que haga? ¿Cómo puede penetrar a alguien que lo deglute con la mirada y el ansia de una "culebra"?

Todo es más inasible para el cisne en las siguientes estrofas, porque la mujer lúbrica que lo imagina, que lo hace surgir como un "[…] hongo gigante muerto y vivo" manifiesta lo que estuvo latiendo desde el principio: "….Y era mi mirada una culebra / Apuntada entre zarzas de pestañas, / Al cisne reverente de tu cuerpo". Esta es la única vez que aparece la palabra "cisne" y ya para este momento él se "inclinó" tanto que está en las manos de Leda. Al final el cisne se somete ante ella y eso es lo que hace que Leda entre en calor sexual y pasión amorosa: "Que mis flores eróticas son dobles, / Y mi estrella es más grande desde entonces. / Toda tu vida se imprimió en mi vida". Agustini, quizá, le roba el alma y el cuerpo a su propia creación, pero al mismo tiempo se entrega a una "Visión".         Pero la posesión no ha terminado porque el cisne ha adquirido conciencia y es incapaz de consumar el acto erótico: "….Yo esperaba suspensa el aletazo / Del abrazo magnífico; un abrazo / De cuatro brazos que la gloria viste / De fiebre y de milagro, será un vuelo! / Y pueden ser los hechizados brazos / Cuatro raíces de una raza nueva". La estirpe concebida por los míticos Leda y Zeus parece, en ese momento del poema, imposible. Pero no olvidemos que el cuarto es el cuerpo de la protagonista y el cisne no puede escapar de la mujer que lo creó. De alguna manera ella es una diosa, capaz de dar vida con su imaginación y su deseo. Ella tiene el control. En esta versión Zeus —al igual que Adán con Eva— es parte de su carne y juntos crearán una nueva raza. Leda esperaba ser poseída de cierta manera, pero el cisne se repliega. De lo que ni ella ni él son, quizá, conscientes es de que ese "[…] pliegue inmenso de la sombra" puede ser también la puerta de entrada a la otra Leda, la sombra que estuvo sigilosa esperando ver huir al cine para absolverlo y crear como estaba escrito las "[…] cuatro raíces de una raza nueva", que son sus míticos hijos protagonistas de trágicas aventuras: Clitemnestra y Castor en un huevo; y Helena y Polux en el otro. Dos humanos y dos dioses respectivamente, porque Leda estuvo con dos hombres en la misma noche, Tindáreo su marido y Zeus. Así Agustini revierte las normas del modernismo en el que de acuerdo a Jonathan Dettman "[…] las mujeres son siempre pasivas, cuando no medio muertas como las enfermizas mujeres prerrafaelitas" (http:/www.jonathandettman.net/el-cisne-delmira-agustini)."Visión" es una síntesis de las obsesiones la la uruguaya, es también una forma de la conciencia femenina que se cuestiona la relaciones de poder entre hombres y mujeres. Finalmente, Delmira Agustini "[…]  diviniza al hombre para devorarlo ella, comunicarse ella pero con la armonía, lo eterno, el todo" (García Gutiérrez: 26).

 

Referencias
Agustini. Delmira. (1913). "Visión" en Los cálices vacíos. Recuperado el 25 de julio del 2015, de             http://www.damisela.com/literatura/pais/uruguay/autores/agustini/calices/vision_p3.htm 
Beristain, Helena. (1995). Diccionario de figuras retóricas. México: Porrúa. Recuperado el 25 de julio de 2015, de https://graceguevara.files.wordpress.com/2013/07/beristain-h-1995-diccionario-de-retorica-y-poetica.pdf
Chevalier, Jean. (1986). Diccionario de los símbolos. Barcelona: Herber. Recuperado el 25 de julio        de 2015, de
http://es.slideshare.net/mobile/katecon2006/diccionario-de-los-simbolos-jean-chevalier
Dettman, Jonathan. (2009). Recuperado el 25 de julio de 2015, de
http://www.jonathandettman.net/el-cisne-delmira-agustini
García Gutiérrez, Rosa. (2014) "Autorretrato, poética y relato: Los cálices vacíos" en Delmira    Agustini en su papeles.  Uruguay: Biblioteca Nacional. Recuperado el 25 de julio de 2015, de
http://www.bibna.gub.uy/innovaportal/file/65602/1/delmira-agustini-en-sus-papeles.pdf
Paz, Octavio. (1990). Traducción: Literatura y Literalidad. Barcelona: Tusquets.
Riestra, Sylvia. (2005). "Delmira Agustini y lo siniestro". Actas del primer encuentro de literatura uruguaya de mujeres. Montevideo. Recuperado el 25 de julio de 2015, de
http://letras-uruguay.espaciolatino.com/riestra/delmira_agustini.htm

 

Visión

….¿Acaso fue en un marco de ilusión,
En el profundo espejo del deseo,
O fue divina y simplemente en vida
Que yo te vi velar mi sueño la otra noche?

En mi alcoba agrandada de soledad y miedo,
Taciturno a mi lado apareciste
Como un hongo gigante, muerto y vivo,
Brotado en los rincones de la noche
Húmedos de silencio,
Y engrasados de sombra y soledad.

….Te inclinabas a mí supremamente,
Como a la copa de cristal de un lago
Sobre el mantel de fuego del desierto;
Te inclinabas a mí, como un enfermo
De la vida a los opios infalibles
Y a las vendas de piedra de la Muerte.

Te inclinabas á mi como el creyente
A la oblea de cielo de la hostia…
-Gota de nieve con sabor de estrellas
Que alimenta los lirios de la Carne,
Chispa de Dios que estrella los espíritus.-
Te inclinabas a mí como el gran sauce
De la Melancolía
A las hondas lagunas del silencio;
Te inclinabas a mí como la torre
De mármol del Orgullo,
Minada por un monstruo de tristeza,
A la hermana solemne de su sombra…
Te inclinabas a mí como si fuera
Mi cuerpo la inicial de tu destino
En la página oscura de mi lecho;
Te inclinabas a mí como al milagro
De una ventana abierta al más allá.

….¡Y te inclinabas más que todo eso!

….Y era mi mirada una culebra
Apuntada entre zarzas de pestañas,
Al cisne reverente de tu cuerpo.
Y era mi deseo una culebra
Glisando entre los riscos de la sombra
A la estatua de lirios de tu cuerpo!

….Tú te inclinabas más y más… y tanto,
Y tanto te inclinaste,
Que mis flores eróticas son dobles,
Y mi estrella es más grande desde entonces.
Toda tu vida se imprimió en mi vida…

….Yo esperaba suspensa el aletazo
Del abrazo magnífico; un abrazo
De cuatro brazos que la gloria viste
De fiebre y de milagro, será un vuelo.
Y pueden ser los hechizados brazos
Cuatro raíces de una raza nueva:

….Y esperaba suspensa el aletazo
Del abrazo magnífico…
Y cuando,
Te abrí los ojos como un alma, y vi
Que te hacías atrás y te envolvías
En yo no sé qué pliegue inmenso de la sombra.

 

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