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Lasse Soderberg. Jorge Boccanera

lasseComo asistente al Festival Latinoamericano de Poesía en el Centro, en Buenos Aires, Argentina, en el Centro Cultural para la Cooperación, el poeta sueco Lasse Soderberg conversa con su colega argentino y revela sus vínculos con Latinoamérica y sus fuentes nutricias.

 

 

"El poeta escribe para el viento" , Lasse Söderberg
Jorge Boccanera

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Jorge Boccanera

Para el poeta sueco Lasse Söderberg, sin duda una de las figuras centrales del VII Festival Latinoamericano de Poesía en el Centro Cultural de la Cooperación (CCC) que se realiza en la ciudad de Buenos Aires, “las imágenes son el sistema circulatorio de la poesía”.

     Con una poesía que va de la textura surrealista al coloquio, y una capacidad deslumbrarte de explorar sentido en una cotidianeidad que a ojos no avisados podría resultar pueril, Sörerberg, poeta, ensayista y animador cultural nacido en Estocolmo en 1931, lideró por más de dos décadas las Jornadas Internacionales de Poesía de Malmö.
Considerado además uno de los principales introductores al sueco de la poesía en lengua española, tradujo a Rafael Alberti, Pablo Neruda, García Lorca, Octavio Paz, Luis Cernuda y Jorge Luis Borges.

     Autor de veinte libros de poesía –algunos de sus títulos en español son: "Pájaro en mano", "Caracol de Europa", "El otro brillo", "Las piedras de Jerusalén" y "Lo Inconstante"– accedió a este diálogo.

     ¿Qué importancia tuvo en su poesía el surrealismo?

En mi adolescencia quise ser surrealista y escribí poesía automática según los preceptos ortodoxos. Duró poco, me dediqué a otro tipo de poesía. Aparte del trabajo con las palabras, la apuesta moral y vital del surrealismo sigue siendo un ejemplo.

     Hoy, cuando parece prevalecer una poesía de tono lineal, ¿hay que seguir reivindicando el poder de lo lúdico, la imagen?

Abrirse al mundo no es encerrarse en las modas impuestas, hay que inventar, jugar y representar. Las imágenes son el sistema circulatorio de la poesía.

     ¿Qué discursos poéticos predominan en la poesía sueca actual?

Tiendo a convertirme en buitre, como cadáveres, principalmente los clásicos y los poetas olvidados. Por eso me siento poco capacitado para juzgar o hablar de la poesía actual de mi país o de otros países.

     Lo visual es una característica marcada de su poesía, ¿de qué modo tu escritura dialoga con la plástica

Desde que vi la reproducción del nacimiento de Venus de Boticelli, a los siete años, me interesó la pintura. Luego he tratado a muchos pintores, entre ellos algunos latinoamericanos como Roberto Mata y Wilfredo Lam. El problema de hoy es que ya no veo tantos nacimientos y ni tantas “venuses”.

     Hay palabras que se repiten en su poesía y trazan el mapa de su simbología: “piedra”, “arder”, “la sal”, “el fuego”, ¿qué significados encierran esos términos?

Sólo toco lo que mis ojos ven, dice más o menos Sor Juana Inés de la Cruz. Soy materialista, pero la materia es también enigma, que como sabemos cambia. Por eso cambia también aquello a lo que aluden.

     Su poesía se ha nutrido de un tránsito continuo por el mundo; ¿qué le han aportado los viajes realizados por América latina?…

Llegué a América Latina a través del lenguaje. Vuestros países estuvieron ya muy presentes en mi vida antes de que se hicieran realidad a través de los viajes. La literatura es el comienzo del viaje, todo el resto fue confirmación.

     Un poema suyo habla de Rosario y del río Paraná, ¿podría hablar de sus visitas a Argentina y de poetas que conoció de aquí?

Mucho antes del Festival de Poesía de Rosario, conocí no pocos poetas argentinos. Por ejemplo, en París a Alejandra Pizarnik, César Fernández Moreno y Julio Cortázar. Luego en Cuba a Paco Urondo, en Medellín a Francisco Madariaga, en Buenos Aires a Rodolfo Alonso, en España y en México a Borges. Un amigo constante ha sido Marcos Ricardo Barnatán, argentinísimo a pesar de sus muchos años en Madrid.

     Un texto suyo de gran belleza, “A la que ama al viento”- está dedicado precisamente a Alejandra Pizarnik, quien tampoco ocultó su interés por el surrealismo, ¿qué le interesó de su poesía?

Me impresionaron los breves y negros poemas de Alejandra al conocerla y tratarla en París antes de su regreso a Buenos Aires. Me impresiona menos cierto culto inculto que se le profesa a ella y a otros suicidas.

     Entre sus traducciones de autores latinoamericanos, figura Borges, ¿cómo fue la experiencia de volcar su obra al sueco?

El caso Borges en Suecia me recuerda un cuento de Andersen. Borges era un poco “el pato feo” desdeñado, como sabemos, por la Academia. Algunos nos hemos esforzado en demostrar su verdadera identidad de cisne. Traducir a Borges es maravillarse de su inteligencia, cualidad no siempre presente en los poetas. También es, a veces, irritarse de su veneración por lo argentino.

     Hay traducciones suyas de Neruda, Lorca, Paz, ¿se siente influenciado por algún autor de lengua española?

De Neruda he traducido poco, de Lorca un poco más. Mucho de Borges y de Paz, dos polos que parecían mirarse de reojo. Todos me han influido. Neruda por el vitalismo, Lorca por la magia, Borges por la ironía, Paz por las ideas, todos por la imagen. 

   ¿Para quién escribe el poeta?

El poeta escribe para el viento: Para lo errante y sufriente/ para todo lo que es incesantemente abatido/ aniquilado… Para todos y para nadie”.

 

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