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Cynthia Pech. Raíz de un instante

cynthia-pechSobre el libro de la poeta mexicana Cyntia Pech escribe Pilar Morales y advierte que ya desde el título nos propone una dicotomía entre la perdurabilidad de la raíz y la condena del instante, paradoja y a la vez unidad dialéctica del lenguaje, de la vida.

 

 

Diálogos imaginarios para Raíz de un instante

Pilar Morales

No es la primera vez ni será la última
Cynthia Pech

 

Me gusta la forma en que este libro aparece enmarcado por un diálogo involuntario: porque aquí Carlos Aguasaco y Francesca Gargallo contrapuntean sus sentires (quizá sin saberlo) sobre Raíz de un instante. En la presentación, el primero nos propone una clave de lectura que consiste en no pasar por alto lo que él llama “la voluntad de la voz poética” porque es por medio de ésta que se hace explícita una actitud de ruptura, de resistencia y de renuncia en la poesía de Cynthia Pech que es, sin más, un acto libertario; Aguasaco ve además contradicción cuando en versos como el que he usado yo como epígrafe, intuye en la repetición un círculo vicioso y hasta un guiño del caos. Francesca, desde la solapa trasera, con un lirismo exacerbado y pleno de emoción (yo me la imagino vociferando) replica: “La poeta crece de instante en instante. Así asume el exilio: no quiere repetir errores y sabe lo implacable que es el tiempo.”
       Si se tratara de intervenir en este diálogo inventado para mediar entre estos dos sentires, yo diría: no olviden que se trata del tiempo y de las formas en que éste transita como temática por todos los poemas del libro;  miren cómo el título ya obliga a pensarlo: ¿cuánto dura un instante? o ¿qué puede quedar de fijo en él? La respuesta no es simple y no lo es porque, lejos de la división hecha por aquel filósofo moralista que organizó el tiempo en tres momentos: el que ha sido, el que es y el que será y que aseguró que el tiempo que hemos recorrido es seguro, el que ahora recorremos es corto y el que vamos a recorrer es dudoso, en Raíz de un instante el tiempo plantea nuevas resultantes.
       Deténganse en el poema titulado “Déjà vu”, por ejemplo; ahí, una experiencia sublime del pasado (que debería corresponder al inventario de lo seguro) al volver a hacerse presente se torna incierta y hasta imposible.  Ahora vayan a “Un buen augurio”, ahí verán que la consulta a la gitana se desea que sirva para señalar la línea del futuro y borrar la del pasado; olvidar, entonces, se nos presenta como algo que se prefiere antes que conocer el porvenir.  Paradojas de la poesía. Paradojas del tiempo.
       La paradoja como recurso expresivo en Raíz de un instante aparece una y otra vez. Los elementos próximos contrastan y así puede verse en “Blues”, “Bruma”, “Intervalo” y “Las pequeñas cosas”; en este último, el recurso mencionado, sirve para referirse a la vida no como un transcurrir sino como una espera:

Debiera decir que esto es también la vida
       pero ella sigue esperando aquél suceso abyecto
que abra las puntas de los dedos
cuando el soplo del viento mediterráneo
apenas entre por los poros […]

       Podría asegurar que bastan tres o cuatro poemas para ilustrar el universo complejo de la poesía que Cynthia nos ofrece en este libro sólo en relación con el tema del tiempo que se nos presenta alejado de lo unidireccional y lo determinante.
       Pero hay que agregar más cosas al diálogo imaginario quizá sólo para contradecir un poco a Gargallo y darle la razón a Aguasaco: ¿en estos poemas hay una preocupación por no repetir errores y un pesar por el carácter implacable del tiempo, como lo ve Francesca? Pienso que no.
Sí hay una postura vital con respecto al tema, de hecho es la postura que domina. En poemas como “La orfandad”, “El orden de las cosas”, “Una cuestión estadística”, “La constante”, “Rutina” y “Lo que me ronda” puede leerse esa insistencia en la repetición y la sensación de que en algunos versos se nos arrastra a un círculo vicioso y que fue lo que llamó la atención de Aguasaco. Esto aparece de manera dominante porque, insisto, se trata de una preocupación vital y contribuye para que el libro entero sea un inventario de motivos que se articulan para constituir un solo asunto homogéneo.
       Entonces, la repetición es deseada en estos poemas. ¿O qué no es ésta propia de la poesía? La repetición se disemina en recursos que contribuyen a marcar un ritmo en los versos y entre los poemas. En Raíz de un instante la repetición es ritmo, es el esquema musical que la poeta elige.
Pero la insistencia en este elemento hay que leerla más como declaración de principios que como recurso poético; en el poema “La orfandad”, por ejemplo, sirve para que la voz poética se sitúe en una posición porque expresa: “soy”, “he matado” y “no tengo” para referirse al desarraigo familiar y afirmar: soy esto por conciencia y ha sido difícil.
       Dada esta importancia a la repetición, puedo proponer que el poema “El orden de las cosas” reúne varios de los motivos importantes que se extienden en dirección distinta en otros poemas del libro; cuando ahí se lee

No es la primera vez ni será la última
que agarre las maletas y decida partir
llevándome la esperanza
hacia el lado contario […]

O en otra estrofa:

No es la primera vez ni será la última
que cierro ventanas y puertas con llave […]

En una estrofa más:

No es la primera vez ni será la última
que el llanto no lo oiga quien debe […]

       se hace patente la unidad de tono tanto en temática como en recursos poéticos; no se rechaza la repetición y se hace evidente el tema del tiempo y su tratamiento como mecanismo creativo.
       Es posible alargar este diálogo y seguir construyendo un inventario de ejemplos que muestren las varias interpretaciones del tiempo que hay en Raíz de un instante, no sólo como paradoja sino además como contradicción o como concordancia que caben dentro de esa totalidad. Pero quedémonos aquí, por el momento. Y, si me lo permiten, les propongo leer este libro como una extraordinaria fórmula para tratar de objetivar lo inefable porque ¿que es el tiempo si no algo sobre lo que es difícil hablar?