Carmen Camacho. Vuelo doméstico

carmen-camachoOriginaria de Jaén, España, 1976, la poeta Carmen Camacho publicó en el 2014 su libro Vuelo Doméstico (ed. El Gaviero), donde la poesía y la narratividad se dan la mano en prosas y versículos.

 

 

 

VUELO DOMÉSTICO, DE CARMEN CAMACHO
(editorial El Gaviero, España, 2014)

 

CARMEN CAMACHO www.carmencamacho.net

vuelo-domesticoEspaña, 1976. Acaba de publicar el libro Vuelo Doméstico (ed. El Gaviero), donde la poesía y la narratividad se dan la mano en prosas y versículos.  Es autora además de los poemarios Campo de fuerza (2012), La mujer del tiempo (2011), 777 (2007) y Arrojada (2007), el libro de aforismos Minimás (2008 y 2009 -2ª ed.-), el cuaderno de cantares Letra Pequeña (2014) y Las Versiones de Eva (2014), antología personal de su obra poética. Se encuentra parcialmente traducida al inglés, francés, italiano, portugués, árabe y armenio. Ha impartido charlas, lecturas y talleres de creación literaria en espacios e instituciones culturales de España y otros países de Europa, Latinoamérica, del mundo árabe y en Rusia. Toma de tierra –palabra, danza, quejío- es su último espectáculo de Spoken Word. 

 

 

Algunos textos de Vuelo Doméstico:

NIÑO Y TROMPO

 

Cada vez que lo lanza
cae, justo
en el centro del mundo.
Octavio Paz

 

El domador de caracoles de Rafael Pérez Estrada cuenta sin descanso las cabezas del rebaño que guarda entre la yedra. La templadora de cencerros esta noche encontrará de un golpe certero la más bella onda de entre los ultrasonidos. El ganadero de pelo ensortijado aspira a conseguir la raza de mariposas de Gerión, de alas helicoidales y colosales ojos verdes. La caracola está harta de que se le meta en casa el ruido del mar. El prestigioso arquitecto exhibe sobre su chimenea el fósil de un lirio de agua. La vieja trenzadora de cadenas de ADN acaba de tener un sueño raro. El camaleón detiene con su cola el curso del río. Yo tengo en el cuello un antojo caleidoscópico. Copulo sola.

Usted, sí usted, que ha visto en la tele ese documental sobre la forma de las galaxias y oyó hablar de la danza del derviche; usted, que guarda en el sótano los planos de la azotea, que en algún lugar olvidado tendrá la peonza y el cordoncillo; usted, que conoce la distancia más hermosa entre dos puntos, que sabe de nuestra sed,

        por favor, haga algo.

 

CABELLO DE ÁNGEL

Jamás tomó el cabello de ángel en sentido figurado. De siempre lo comió con la certeza de que aquello que rellenaba el buche de las empanadillas no era dulce de cidra, sino los auténticos cabellos de los querubines que se asoman por las cúpulas y las hornacinas, entre las faldas de los santos o desde detrás de la Inmaculada. Imaginaba el proceso: con las mismas tijeras con las que amputan las trenzas de las novicias, cortan las monjas mechones  de pelo a los ángeles que trasnochan, para entregarlos luego a su madre enigmáticamente por el torno, junto a huevos, roscos y limones luneros, todo ello también con aire secretísimo. Y se metía en la boca aquello, la niña santa, ferviente, fidelísima, no sin lividecer del asco al entender que tragaba bolas de pelos ciertos, las marañas de San Miguel después de pisarle el pescuezo al demonio, los tirabuzones en alheña de Yibrail, también lo que queda en la navaja de Ockham después de un apurado ontológico y perfecto. Todo el cabello de ángel recogido de las barberías que hacen esquina en los cuarteles del cielo, de todos los cielos, pues el Corán y la Torá también cuentan muchachos empíreos, al parecer bien bellos.

       Fue ir perdiendo la fe y ganando en ganas de aquella rugosa dulzura.

        Lo que yo quiero decirte es que me muero por morderte el pubis.

 

ZONA CERO

Tan cerca de la raíz que no me puede más que truncar. Antigua medina, sus laberintos, el Gran Capitán de cabeza desproporcionadamente distinta, la romana y la de los escaparates —conocí esta antes que aquella—. La solidez del puente, la solidez de la catedral, la solidez de los arcángeles, la solidez de su viento recio,

       Córdoba,

       que reflejada en el río, en la calima que todo lo deshace, en su acento tan abierto que escapa,

       se va haciendo inmaterial, ingrávida, etérea. Físicamente intocable,

       mientras camino por ella con el corazón lleno de piedras.

*

Hubo en Córdoba una tarde que se fue haciendo noche. Todo eso sucede a diario, así que venga, dime, qué pasó. La taberna de la esquina estaba sola y yo era absolutamente nueva. Entró al bar un muchacho. Tal cual tiene el alma debe de tener los ojos, supuse, ya de vuelta a la pensión.

       Acerté.

       A veces acertar duele.

       Sin equivocación, desde entonces esta noche,
              duermo lejos,
              la taberna tiene cerrada su puerta,
              un triste perrillo cruza la calle de lado a lado,
              la luz no deja de rajar aquella esquina
              que va a derrumbarse, dios mío, sobre mi almohada.

 

GRANDES DOCUMENTALES

              Sino a  Quien conmigo/

1.
Murciélagos para mosquitos, hurones en conejos, tigre garra gacela, lobos de sus corderos. El Estado contra X. Y el hombre, ya se sabe, que es un hombre para el hombre…

2.
Pirañas en el estómago del delfín. Hormigas que devoran el cadáver de un oso. Chavalongo asola mapuches. La mujer liberada y su esclava doméstica.

3.
Pero la boca que muerde otra boca. El ojo que desgaja. Sexo hiende, piel a través. Luz a dentelladas: carne de mi carne.

 

REWIND

En algún momento, en Sidi Mokhtar, el viento arrebatará, levanta, estremeció, el chador de una hermosa mujer.

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Carmen Camacho. Foto: Maria Artiaga