Sonia Betancort. La sonrisa de Audrey Hepburn

sonia-betancortDice el venezolano Enrique Hernández D´Jesús de la poeta canaria: veo como estos textos visuales crecen en la esencia de lo esencial de la poesía y, camina con la poeta cuerpo a cuerpo, creando con el mundo real la cotidianidad íntima en una obra abierta, con destellos repentinos del transcurrir diario, en el asombro, en palabras iluminadas, en el hacerse diálogo.

 

 

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Sonia Betancort

 

La sonrisa de Audrey Hepburn

Sonia Betancort

 

A mi tía Nela,
toda ella es sonrisa

A mis hermanas,
María y Mariángeles

A Concha, mi otra hermana

 

 

Escena 1:
La lágrima precede al lagrimal

 

A la reina perdida privada de corte,
la esposa del pez con torcido anzuelo,
la ardiente novia de mirada helada,
la prostituta, la perra, la hembra,
 y toda mujer sin cordón
para traerla o guiarla.
DJUNA BARNES

 

Ejercicio de la doble

Hago el ejercicio de la doble,
la del dialecto ensayado en el letargo del exilio,
la que puede transitar los dos lados y volver
farfulladora y alegre
con un gato maltratado entre las piernas.

Soy la adolescente proscrita y cruel
y la sensible del diario de Anna Frank.
La que traiciona a sus hermanas
por un beso de columpio
y salva a sus amigas
por un cigarrillo a la intemperie.

Soy la madre y sólo madre,
la que desteje su aroma de molusco
para alumbrar el nacimiento de su hijo,
la ninfa que se evapora, la matrona despeinada.

Soy un hombre también. Por fin soy un hombre,
un muchacho fijado al deseo del héroe
y el buscador de amparo, el travestido,
el maquillador de la mejor actriz.

Y Mr. Hyde que mece en los brazos a un niño,
el horror y su forma rebuscada de sinceridad.
Soy la preferida de Lewis Carroll
y la desposada de Nosferatu,
martirizada y perpetua,
dispuesta a morir.

Hago el ejercicio de la doble,
la dos veces nacida,
la dos veces invisible.
Entretanto, mi desacuerdo sueña
con el signo de ser nadie.

 

 

Black Crow

Mi alma es un vampiro grueso, granate, aterciopelado.
Se alimenta de muchas especies y sólo de una.
MAROSA DI GIORGIO

 

El cuervo es una transfiguración erótica de la huida.
Su vuelo reconstruye una colmena nocturna.
El cuervo se alimenta de lo que ansía
y aniquila lo que desea, lo que no le pertenece.
Se enamora de lo que le produce dolor
y luego lo mastica hasta retenerlo dentro,
hasta convertirse en el padecimiento del otro
que mira horrorizado.

Marqués de Sade esclavizado a su víctima,
llora como un recién nacido
frente al abismo de su ternura,
antes de llorar vuelve a morder
y en ese afán desbarata la locura del mundo.

El cuervo habla y roza la ventana de un hombre de 1845
que entra y sale de la esquizofrenia.
Vampiro y cleptómano de la mujer-clavija,
mujer con el sexo desplegado
en la boca de una guitarra,
el cuervo mata para hacer música,
el cuervo muere por comer con lo que mata.
Renace de su indefensión y se equivoca:
trae en la garganta una serpiente de agua
que lo deja ciego de sed.

El cuervo es un río, una constelación,
la calle deforme de una ciudad
donde cada día
nos quitamos los ojos por amor.

 

Ópera o guillotina

Música
y el cuchillo lame la superficie que prefiere,
enamorado de la brecha
acaricia un racimo de carne transparente,
posado sobre esa arquitectura y a punto de cortar
inmaculado tuerce la vista hacia el abismo,
lava con agua irreprochable sus labios de acero,
reluciente acompaña el vals de la indefensión.

La mano convierte en un tajo lo que como
y desmenuza hasta el polvo
el recuerdo de esa alevosía.
Lo que se lame es simbólico.
Comer para vivir es un sueño.
Se vive del instinto del sabor.

En lo que como se balancea una divinidad.
Tal vez lo comido es ya caldo invisible,
espesura a la que mi espesura se parece
origen de la semilla en los cañaverales.

Sólo el acto de comer es fructífero:
sexo cosmético de otra alfarería,
tiras de chocolate en la sombra del apetito,
gajo para poner al límite,
abandono de la nuez en su mitad.

Me convierto en lo que como.
Soy eso que me llevo a la boca.

Parra pisoteada seré
espuma deliciosa
pulpa para oler
cuerpo para el sacrificio.

 

Sonia Betancort
Sonia Betancort Canarias