Sharon Olds, Estados Unidos, 1942

sharon-oldsUna muestra poética de esta autora norteamericana, selección, nota y traducción del inglés de la joven poeta argentina Yanina Audisi.

 

 

SHARON OLDS
Nota, selección y traducción de Yanina Audisio*

 

La poesía de Sharon Olds llega como sacudidas, desde la tierra, desde el aire. Tiene un efecto de erosión, desde el lenguaje esencialmente coloquial va produciendo un extrañamiento sucesivo al lector, despojando de banalidad a las palabras, obrando el milagro de la literatura: sostener el sentido para complejizarlo, tensarlo para producir pequeñas roturas por donde entra lo terrible, lo que palpita en todos nosotros, eso que enlaza al amor con el daño, a la destrucción con la creación.

Su poesía se impone: habla de lo perceptible por cualquiera, pero difícilmente nombrado, de lo que para muchos es impensable pero se hace presencia en las esquinas de los vínculos y las interacciones cotidianas. El otro es el infierno, y el yo es el otro del otro, pero también es el otro de sí mismo.

Los objetos, el mundo material, tanto como las palabras y su universo simbólico aparecen en la función de sustratos donde se revela la humanidad en su magnitud, el deseo y la necesidad con sus lastres y sus salpicaduras. El uso de palabras polisémicas, la presencia de un hilo narrativo y el manejo del tiempo (que incluye cierta circularidad, simultaneidad de escenas e incidencia recíproca de la fatalidad y la reversibilidad), reafirman esta idea; Sharon Olds nos señala la traición de todos los sistemas, incluso el que le pertenece, el lenguaje.
Traducir sus poemas fue un acto nacido de la urgencia, la lectura me pidió que encontrara una manera cómplice de pasar a nuestro idioma su denuncia. La selección de los poemas a traducir obedeció a esa misma urgencia: había que decir lo que había que decir, sabiendo que siempre es un decir fallido, más aún cuando la traducción enfrenta las inconmensurabilidades de dos estructuras lingüísticas diferentes. Las versiones de mi autoría asumen esa brecha e intentan rodearla, hallando en el rodeo una posibilidad celebratoria de la fuerza y el desgarro que Sharon Olds imprime en sus poemas.

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Sharon Olds

Sharon Olds (1942) es una poeta estadounidense, becada por la Fundación Guggenheim y la National Endowment for the Arts, y premiada con el Premio Pulitzer y el National Book Critics Circle Award, entre otros.
Realizó un doctorado en Literatura Inglesa en la Universidad de Columbia, especializándose en la obra poética de Emerson.  Actualmente enseña escritura creativa en la Universidad de Nueva York.

Su obra se caracteriza por una escritura intensa, construida con detalles personales relacionados a la vida familiar, la infancia, la sexualidad. Utiliza el verso libre y un lenguaje accesible y directo.
Ha publicado doce libros de poesía: Satan Says, 1980; The Dead and the Living, 1983; The Gold Cell, 1987; The Matter of This World, 1987; The Sign of Saturn, 1991; The Father, 1992; The Wellspring, 1996; Blood, Tin, Straw, 1999; The Unswept Room, 2002; Strike Sparks: Selected Poems (1980-2002), 2004; One Secret Thing, 2008; Stag’s Leap, 2012.

 

El niño castigado injustamente

El niño grita en su cuarto. La rabia
arde en su cabeza.
Está cambiando como el metal bajo gran
presión a alta temperatura.

Cuando se calme y salga a través de esa puerta
no será el mismo niño que entró
con un portazo. Se ha agregado una aleación. Ahora
se agrietará en otros surcos ante los golpes.

Es más fuerte. La extensa impurificación
se ha iniciado esta mañana.

 

The unjustly punished child

The child screams in his room. Rage
heats his head.
He is going through changes like metal under deep
pressure at high temperatures.

When he cools off and comes out of that door
he will not be the same child who ran in
and slammed it. An alloy has been added. Now he will
crack along different lines when tapped.

He is stronger. The long impurification
has begun this morning.

 

 

Después de hacer el amor en invierno

Al principio ni una sábana sobre mí,
todo se siente doloroso, una lámina de hierro
cae sobre mis nervios, yo permanezco
en el aire como si volara inquieta sin moverme, y
lento, me templo: caliente,
tibia, fresca, fría, helada, hasta que
la piel que rodea mi cuerpo es de hielo
excepto los puntos donde nuestros cuerpos se tocan
como flores en llamas. En torno a la puerta,
desprendida en su marco, en torno al cristal,
la luz de la sala arde en líneas rectas y
fragua finos rayos en el techo,
una figura alzando sus brazos, de alegría.
En el espejo, los ángulos del cuarto se sosiegan,
es la hora en que puedes ver que cada ángulo en sí
está bendito y los globos oscuros de la araña,
suspendidos en el espejo, están inmóviles. Puedo
sentir mis ovarios profundos en el cuerpo,
me detengo en las lámparas de plata, quizás estoy
buscando mis ovarios, es diáfano
todo lo que contemplo, es real
y puro. Hemos alcanzado el final de las preguntas,
tú deslizas la mano, cálida, extensa,
seca, por mi rostro, una vez
y otra vez, una vez y otra vez, como Dios
haciendo los arreglos finales, antes
de enviarme abajo para nacer.

 

After Making Love in Winter

At first I cannot have even a sheet on me,
anything at all is painful, a plate of
iron laid down on my nerves, I lie there in the
air as if flying rapidly without moving, and
slowly I cool off.-hot,
warm, cool, cold, icy, till the
skin all over my body is ice
except at those points our bodies touch like
blooms of fire. Around the door
loose in its frame, and around the transom, the
light from the hall burns in straight lines and
casts up narrow beams on the ceiling, a
figure throwing up its arms for joy.
In the mirror, the angles of the room are calm, it is the
hour when you can see that the angle itself is blessed,
and the dark globes of the chandelier,
suspended in the mirror, are motionless-I can
feel my ovaries deep in my body, I
gaze at the silvery bulbs, maybe I am
looking at my ovaries, it is
clear everything I look at is real
and good. We have come to the end of questions,
you run your palm, warm, large,
dry, back along my face over and
over, over and over, like God
putting the finishing touches on, before
sending me down to be born.

 

 

El final

Decidimos hacer el aborto, convertirnos juntos
en asesinos. El período que vino
no cambió nada. Ellos estaban muertos, esa pareja joven
que hubiera durado una vida.
Mientras hablábamos de eso en la cama, el accidente
no fue una sorpresa. Fuimos hasta la ventana,
miramos los autos chocados y las relucientes
y curvas tijeras de vidrio, como si nosotros hubiéramos
hecho eso.  Los policías sacaron los cuerpos,
sangrantes como partos, por la pequeña y humeante
puerta entrecerrada, los tendieron
sobre la loma, los cubrieron con mantas que
se impregnaron. La sangre
comenzó a caer
por mis piernas sobre las pantuflas. Me quedé
donde estaba hasta que lanzaron la forma
amarrada en el agujero negro
de la ambulancia y sostuvieron a la otra,
un vendaje cubría su cabeza,
manchado donde estuvieron los ojos.
A la mañana siguiente tuve que arrodillarme
una hora en ese piso para limpiar mi sangre,
fregando con trapos húmedos aquellas brillantes
manchas translúcidas, como uno tiene que remojar
por largo rato la olla para desglasarla
cuando el banquete ha terminado.

 

The End

We decided to have the abortion, became
killers together. The period that came
changed nothing. They were dead, that young couple
who had been for life.
As we talked of it in bed, the crash
was not a surprise. We went to the window,
looked at the crushed cars and the gleaming
curved shears of glass as if we had
done it. Cops pulled the bodies out
bloody as births from the small, smoking
aperture of the door, laid them
on the hill, covered them with blankets that soaked
through. Blood
began to pour
down my legs into my slippers. I stood
where I was until they shot the bound
form into the black hole
of the ambulance and stood the other one
up, a bandage covering its head,
stained where the eyes had been.
The next morning I had to kneel
an hour on that floor, to clean up my blood,
rubbing with wet cloths at those glittering
translucent spots, as one has to soak
a long time to deglaze the pan
when the feast is over.

 

 

Cangrejo

Cuando como cangrejo, la rosada
pinza resistente resbala por mi lengua
Pienso en mi madre. Había conducido
hasta la orilla de la Bahía, una mujer diminuta
en un auto enorme, había pedido al cangrejero que
lo partiera por ella. Había aguantado la espera mientras
los alicates rompían esos hogares calcáreos,
rojo salvaje y con nudos, esas articulaciones de cartílago,
el pobre tejado del lomo.
Yo había vuelto a casa, la había encontrado ante la mesa,
desalojando con cuidado los pedazos, dejando
el caparazón feroz a un lado,
el cuerpo suave al otro. Ella nos dio
un montón, porque nos gustaba tanto,
entonces había siempre suficiente, un montículo de cangrejo
como una cruza entre la leche materna y la carne. El lomo
hasta tenía la forma de un perfecto
seno en ruinas, escamas erguidas
y blancas como la carne de un crisantemo, pero la
mejor parte era la pinza, ella la había abierto
tan lentamente que la extremidad estaba intacta,
bulbo colorado para el tacto; era tan
placentero comer con facilidad aquella arma,
hundir su pulpa curva y suave entre
el paladar y la lengua. Ella amaba alimentarnos
y todo lo que nos daba era fresco, estaba dispuesta a
empuñar caparazón, membrana, tallo, ir muy cerca
de la suciedad y la sal para nutrirnos,
del modo en que se acercó a nuestro padre
para darnos la vida. Miro atrás y
nos veo chorreando ante la mesa, comiendo,
su hilera de hambrientos rosados, la fuente de impecables
pinzas cojas, miro aún más atrás y
la veo en la cocina, despellejando carne,
sus manos pequeñas, crispadas. Ella es como un
águila pescadora, salvaje, desgarrando la carne
con destreza, cumpliendo su vida de miedo y deseo.

 

Crab

When I eat crab, slide the rosy
rubbery claw across my tongue
I think of my mother. She’d drive down
to the edge of the Bay, tiny woman in a
huge car, she’d ask the crab-man to
crack it for her. She’d stand and wait as the
pliers broke those chalky homes, wild-
red and knobby, those cartilage wrists, the
thin orange roof of the back.
I’d come home, and find her at the table
crisply unhousing the parts, laying the
fierce shell on one side, the
soft body on the other. She gave us
lots, because we loved it so much,
so there was always enough, a mound of crab like a
cross between breast-milk and meat. The back
even had the shape of a perfect
ruined breast, upright flakes
white as the flesh of a chrysanthemum, but the
best part was the claw, she’d slide it
out so slowly the tip was unbroken,
scarlet bulb of the feeler—it was such a
kick to easily eat that weapon,
wreck its delicate hooked pulp between
palate and tongue. She loved to feed us
and all she gave us was fresh, she was willing to
grasp shell, membrane, stem, to go
close to dirt and salt to feed us,
the way she had gone near our father himself
to give us life. I look back and
see us dripping at the table, feeding, her
row of pink eaters, the platter of flawless
limp claws, I look back further and
see her in the kitchen, shelling flesh, her
small hands curled—she is like a
fish-hawk, wild, tearing the meat
deftly, living out her life of fear and desire.

 

 

Los límites

Decir que ella vino a mí
desde otro mundo, no sería verdad.
Nada llega al universo
y nada lo deja.
Mi madre, quiero decir mi hija,
no entró en mí. Comenzó a existir
en mi interior. Me apareció dentro.
Y mi madre no entró en mí.
Cuando se inclinaba sobre mí para rezar,
siempre era ferozmente amable,
exigente en su exigencia puritana,
pero la barrera de mi piel falló, la barrera
de mi cuerpo falló, la barrera de mi espíritu.
Ella despertó, ella imantó mi piel, yo quería
complacerla, ardiente, le hubiera dicho
lo que quisiera oír, como si fuera suya.
La atendí con gusto, y entonces
me volví como ella, feroz
en busca de mí.
Cuando mi hija estaba en mí, sentía que portaba
un alma. Pero eso nació con ella.
Cuando una noche lloró con un llanto tan puro,
dije te cuidaré, dije
serás para mí lo primero. Nunca tendré
una hija del modo en que ella me tuvo,
ni siquiera nadaré en ti,
como mi madre nadó en mí y yo
me sentí que nadaba. Nunca conoceré a nadie
del modo en que conocí a mi madre,
las puertas de la caída del hombre.

 

The Borders

To say that she came into me,
from another world, is not true.
Nothing comes into the universe
and nothing leaves it.
My mother—I mean my daughter did not
enter me. She began to exist
inside me—she appeared within me.
And my mother did not enter me.
When she lay down, to pray, on me,
she was always ferociously courteous,
fastidious with Puritan fastidiousness,
but the barrier of my skin failed, the barrier of my
body fell, the barrier of my spirit.
She aroused and magnetized my skin, I wanted
ardently to please her, I would say to her
what she wanted to hear, as if I were hers.
I served her willingly, and then
became very much like her, fiercely
out for myself.
When my daughter was in me, I felt I had
a soul in me. But it was born with her.
But when she cried, one night, such pure crying,
I said I will take care of you, I will
put you first. I will not ever
have a daughter the way she had me,
I will not ever swim in you
the way my mother swam in me and I
felt myself swum in. I will never know anyone
again the way I knew my mother,
the gates of the human fallen.

 

 

*Yanina Audisio (Argentina, 1983). Escribe poesía y narrativa. Publicó el poemario “La noche en los perros” (Expreso Nova Ediciones, 2013). Realiza traducciones de poesía en lengua inglesa y corrige textos literarios. Colabora con diversas páginas y blogs de literatura. Coordina el grupo literario Las Puntas del Clavo en Buenos Aires. Blog: http://puntasdelclavo.blogspot.com.ar/

 

 

Un comentario

  1. Pilar Ballestero Bugeda