El «Hoy» de Juan Gelman

leyva-vips-2013José Ángel Leyva
Si hay un poeta al que uno celebra conocer, además de leerlo y admirarlo por su obra lírica, es Juan Gelman. Coherente como pocos entre el decir y el hacer, entre el ser y el deber ser, el mexargen, como él gusta llamarse, ofrece en su más reciente libro publicado Hoy, una enseñanza de cómo el poeta no renuncia ni claudica en su búsqueda estética. En Hoy, Gelman pone las cosas en su sitio.

 

Juan Gelman, Hoy, Seix Barral, Biblioteca breve, Argentina, 2013.

La lectura de este libro, el más reciente de Juan Gelman, luego de la aparición de su Poesía reunida, en el FCE y en Seix Barral en Argentina y España, que incluye el que parecía su libro epigonal, El emperrado corazón amora, obliga a la pregunta ¿qué significa Hoy en el contexto de la obra gelmánica, en la andadura del poeta que fecha este poemario 2011-2012 en la Ciudad de México?

   La economía del título es clara y directa en sus intenciones semánticas. Tajante, el Hoyadvierte al lector acerca de su situación al frente de esa construcción verbal. No sólo fija un punto de referencia en la historia y en la biografía del poeta, muestra, además, la virtud plástica de su discurso, la capacidad trasgresora de la sustancia sonora del pensamiento y las imágenes que le brotan con ímpetu juvenil. La respiración de Gelman es la misma, pero su escritura se acomoda en una suerte de prosa poética. Los cortes de ritmo y de sintaxis son parte de su decir, de su expresión compacta y lacónica. Pero hay al mismo tiempo juegos de lenguaje, posibilidades semánticas que se multiplican y se transmutan por contigüidad o continuidad de una palabra con otra, de una frase con otra. Al mismo tiempo es un diálogo con sus interlocutores, con sus lecturas. Fragmentos de conversaciones, noticias, ires y venires en el tiempo, evocaciones, conciencia de la edad y admiración por lo que nunca se acaba ni se descifra, enigma que se abre para dejar ver su oscuridad creadora, como la voz del hermano Boris que lee en su idioma materno a Pushkin, ante un Juan niño que desconoce la lengua de sus padres, pero sabe, desde su español porteño, desde su extranjería familiar, que en esa música verbal está su casa, el sentido migratorio de su voz: “El extraño sabor de la ignorancia y enfrente Ella, la que todo termina y se mece en un niño que canta.”

    A sus 83 años, Gelman echa por tierra la idea de que la edad agota los veneros de la poesía, que la inconformidad se aplana y la búsqueda termina. Hoy demuestra los bríos y la insatisfacción de un hombre que no cesa de cuestionar y cultivar el “árbol sin hojas que da sombra”. Si en lo formal su escritura se hace más horizontal al tiempo que los versos se contraen y se expanden como el fuelle de un bandoneón, para cerrarle el paso a la imagen con la nota, para no divagar, en lo conceptual abre más caminos a los significados: “Vacíos del presente molestan al pasado. En la asamblea de las pérdidas, algún amor alza su llama con la humildad dichosa de lo que pudo ser. Los enemigos callan y la noche desnuda dicta maneras/ riquezas del cuerpo que soporta.” (XLVII)
Hoy es un punto y aparte en la lírica gelmaniana, más por su actitud vital que por suponer un golpe de timón en esos aproximadamente 300 poemas de factura concisa. Las ausencias están presentes en este libro que marca el final de un largo proceso de luchas y de duelo por la memoria y la justicia de su hijo y su nuera asesinados a finales de los años setenta, por los desaparecidos en general por la Junta Militar de su país. Lo dice claro a su compatriota Jorge Boccanera en una reciente entrevista: “El libro no va por el lado del dolor de la pérdida solamente, sino sobre todo por el abismo insondable del Mal que lo provoca. Un abismo inaferrable, inmedible, que viene a ser el mundo de hoy.”

Gelman y Leyva
Gelman y Leyva

No puede, cierto, desmembrarse la sentimentalidad del Gelman poeta del Gelman justiciero, pero no es difícil reconocer la intención estética de este discurso fresco, actualizado. Nada de lo que ha vivido y vive es ajeno a su poesía, por eso este Hoypregunta por mañana: “El yo repara sus otros con fierros que sollozan (…) Un espíritu extraño se persigue para saber quién es.” “En el olvido de olvidar no hay descanso”, “¿Y si el Talmud roza las barbas del abuelo? (…) ¿Y si las miserias sean olvidos del futuro?

 

 

 

 

2 comentarios

  1. g vazquez