Lukasz Czarnecki. Polonia, 1980

lukasz-czarneckiUn interesante, pero no extraño, caso en el que un poeta polaco escribe directamente en español su poesía. Publicamos algunos textos suyos.

 

 

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Łukasz Czarnecki
Łukasz Czarnecki nació en 1980 en Polonia. Maestro en Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Jagellona en Cracovia. A partir de 2008 estudia el doctorado en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. También doctorado en sociología en el Laboratorio de las Culturas y Sociedades de la Universidad de Estrasburgo. Últimamente publicó “Purificados-Wyczyszczone” (2012).

 

Łukasz Czarnecki

 

1

Solo.
Nadie.
Sólo el reloj repite los segundos
con los espejos.

Hablo
con las personas de mi mente.
Sólo reloj.
Sólo espejos.
Sólo mi mente.

Escucho el reloj
en mi mente.
Hablo con los del espejo.
Observo
las miradas.

Escucho el espejo.
Hablo con el reloj.
Miro la-mente.

 

2

Su mundo no es
grande,
es cerrado.
No sabes cómo respira
ya que está adentro.

Se mueve.
Está caminando
ida y vuelta,
estira los músculos,
su casa mide un centímetro.

Siempre encerrado.
¿Cómo es posible tomar el aire?

¿Sin ver las maravillas de este mundo?
¿Sin madrugadas, sin gente?
¿Sin comida, sin flores?

La vida de esta pequeña mariposa
—le dicen sin respeto frijol saltarín—
no es para nada aburrida.
¿Tocar todas las paredes para
intentar romper
la puerta?
No, nada de esto.
Aquí está bien,
en un espacio de dos milímetros cuadrados;
siempre hay mucha tarea:
saltar hacia delante.

 

3

Vino la melancolía

Vino la melancolía.
Tienes cumplidos 31 años.
No tienes, además, nada.
Sólo escuchas el reloj.

                    Pero, ¿podría usted salir de aquí,
                    dejarme en paz,
                    por favor?

Si comes, comes solo.
Si hablas, sólo a ti mismo.
Si a alguien ves, sólo en el espejo:
Nadie.

                    ¿Y qué hace por aquí?
                    ¿Ya no se cansa usted?
                    A lo mejor espera algo.

Prefiero tipos como tú,
sensibles.
Muy fáciles de convencer,
abrir gas sin fuego,
donde solo cocinas.

                    Lárgate.

Muy bien.
¿Ya tienes miedo?
Si no, el gas, el cuerpo mismo
te engañará; un cáncer
en el colon.

                    Ya estas pasando, yo creo.
                    Si no te vas, pues…

¿Qué?
Te faltan palabras.
Te dejo escuchar los mosquitos,
que sea tu último concierto.
Nos vemos en media hora en la cocina.
Cierra bien las ventanas y las puertas.
Vamos a preparar la cena.
Nuestra última
con candelabros,
platos de plata.
Juntos.

 

4

A dúo violonchelo

Siempre quise tocar
a dúo violonchelo.

Primero empezamos con la mirada:
tres, dos, uno.
Empezamos juntos,
aunque con diferentes partituras.
Vida,
yo toco mi propia.
Mi compañero,
la suya.

Yo soy el fondo,
él lleva el tema central
y al revés,
adelante o después.
Llevo el tema
y él me da el fondo.

En andante
tranquilo, descansamos,
preparándose
para allegro,
parte final,
intercambio emocional,
éxtasis.

Nunca he tocado a dúo
violonchelo.

Entonces escribo.

 

5

Los sueños durante el día

A veces sueño durante el día.
Si no demasiado, controlo.
Mi cuerpo duerme.
Las pesadillas,
tristes encuentros,
robos,
secuestros,
engaños,
emociones
fuertes.

Tengo miedo de estar solo.
Perder la conciencia;
ahondar en el mar,
negro pesimista.

Sigo despierto.
Estoy tomando café,
doble cafeína.

Tengo lágrimas,
verde espacio,
nubes amarillas,
fotos en sepia,
té azul;
lejos de aquí,
un réquiem.
Otra lagrima,
licuado de fresa,
violonchelo negro,
vuelo abajo,
sin aire,
sin vida,
sin hueso.
¿Noche o día?

 

6

Segundo estudio de David Popper para violonchelo solo

Cuando escucho
los tristes sonidos
de los mosquitos,

cuando veo la ventana
con el sauce triste,

cuando tengo
lágrimas
en el ojo izquierdo,

cuando el mar
oscuro,
inmenso,
gris me llena.

Cuando ya no veo,
mis lentes de contacto
tocaron la arena.

Cuando ya no hablo,
desconozco lenguajes.

Toco la nota.
No hay forma.
Nota después de nota.
Un tacto, un cuarto de hora.
Caminar en desconocido.
No hay repeticiones.
Salvo al final.
Escribo notas.
Vueltas.
Desarmonías.
Sólo la nota.

No soy músico.
Soy tocador de
notas.

 

7

 

Y hui en busca de nuevos horizontes

La vida pasó ya. Es como si yo no hubiera vivido.

 Antón P. Chejov

Dormí un poco.
Me levanté temprano.
Todavía los ojos cerrados.
Escuchaba un concierto de
pájaros.
Varias voces.
Notas solas.
Dúos ensamble.
La sala de conciertos
en la gran corona del árbol;
de un tronco
la tuba
enfrente de mi ventana.
Cada voz es otra aria,
cada aria es la vida.
Hoy aquí en este lugar
volamos desde allí
cansados.
Hoy había ríos, bosques,
cerros, campos de cultivo,
de papaya, barbechos,
nubes
cerca del sol.

Escucho un concierto.
No me muevo.
Respiro.
Cada vez más
rápido.
Los ojos húmedos
cada vez más.

 

8

Déjame.
No necesito
tu compasión.

Déjame escuchar
sólo la música del reloj
y la canción nocturna
última
de los grillos.

Déjame
tomar té con la luna,
ver las estrellas,
sentir las lágrimas.

Déjame
vivir despacio,
en silencio.

 

9

Ausencia

Aún
viajo,
vivo,
veo.
Respiro el mar,
árboles con troncos
milenarios, con peces
color mandarina.
Hormigas.
Hongos.

El cielo gris
sin fin.

 

10

El dorado

Verdes prados,
vacas abundantes,
amapolas calientes,
cerros rellenos de queso verde.
Y cada hoja,
la esmeralda.
Y cada amapola,
el beso carmín.
Y cada girasol,
la tierra
dorada.

 

11

Un cuarteto

Para que nadie sepa,
para que nadie vea,
en la última silla
de la sala de concierto:
yo y mi húmeda
mejilla.