Coral Bracho vista por Óscar Wong

coral-brachoEl poeta mexicano Wong hace un análisis del libro Si ríe el emperador (Edic. Era, Méx., 2010, 79 pp.), de su compatriota, una de las poetas más relevantes de México.

 

 

VIOLENCIA Y DESAMPARO, ORFANDAD Y MELANCOLÍA
CORAL BRACHO, SI RÍE EL EMPERADOR

Óscar Wong

Oscar Wong

 

Aprehender al mundo de manera sensitiva a través de esa dinámica sonora que surge de la emoción, de la conmoción ante esa voluntad de mirar el interior de las cosas, mediante la observación profunda, aguda del entorno, forma parte de la seducción poética. De manera que en la mirada sensible se genera una intimidad, un vínculo significativo entre la imagen fundamental que se contempla, con un principio de movilidad, y el espacio interior que se condensa en múltiples significados, con una dimensión demiúrgica y una tonalidad, una armonía plena de la estrofa. Es cierto que, de acuerdo con Gorostiza, en la poesía se advierte un desarrollo plástico, limitado y finito, y un desarrollo dinámico, de progreso continuo, que convergen en una superficie y en un fondo animado por su propia dicción.

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Coral Bracho
La poesía puede concebirse, además, como un acto de comunicación, si se parte de que para entender es indispensable el hecho de descifrar, ya que atender al significado significa traducir, como indica George Steiner, aunque también representa maniobrar la codificación rítmica, estructural y considerar la emisión y recepción del significado, partiendo de la “indagación intuitiva”. Es válido, entonces, cuestionar la substanciabilidad de la palabra, a partir del sonido y de su repercusión significante. Pero si se busca abordar el espacio escritural, sin llegar a lo que Octavio Paz determina como “artefactos líricos”, también la relación humana se marca, no de manera categórica, estética, sino desde la perspectiva sonora-conceptual (1), donde ética y estética buscan conciliarse en el textual espacio del poema.
Lo discursivo prevalece sobre la exaltación lírica –entendida como emotividad cuasi desbordada y, por tanto, centrada en el sujeto–, que genera reflexiones lingüísticas, puesto que la analogía fónica genera (Escalante dixit), una analogía de sentido. Como elemento constructivo del verso, el ritmo asume también el matiz léxico y la cualidad de los sonidos que provoca la variedad acústica o articulativa. Las reflexiones anteriores son indispensables para abordar las característica líricas de Coral Bracho –la suave respiración, apoyada en el silencio como factor central, el ámbito metonímico que provoca una dinámica descriptiva y enumerativa; las aclaraciones y precisiones dentro del esquema estrófico, induciendo una sintaxis peculiar– que prevalecen en el poemario Si ríe el emperador (Edic. Era, Méx., 2010, 79 pp.), donde el silencio, como cualidad fónica esencial, representa, instaura, funda una imagen sonora con un valor determinante.
La inmovilidad cadenciosa, visual, representa ese silencio resonante, ese pensamiento dinámico, perturbador. El mutismo habla en poesía, y ésta, según Heidegger, implanta la
Coral Bracho
contemplación. Por eso Coral Bracho transmuta la substancia y la forma lingüística en el tiempo del poema: el silencio que atiende atrás de las imágenes, de los objetos. En el presente poemario se fijan 7 estancias, 7 capitulares donde la voz se concentra y se expande a través del silencio, de la memoria viva, de la voz que activa al mundo. La expresión poética de la autora simula esa “levedad de nieve” cuando desciende el ave entre las rocas. Por supuesto que la poesía no es un acto de reflexión –aquí no intervienen los factores del pensar; tampoco, desde la perspectiva señalada, se piensa sobre lo pensado, como se concibe al acto de reflexionar–. Paronomasias y combinaciones rítmicas aliterantes, designación articulada, sin eludir el campo de la representación., marcado ejemplo de discurso lingüístico, donde la cadencia silábica, el enunciado sonoro, también es requerido para su realización, incluso teleológica, sin descuidar el marco humano, real. Y aunque Bracho jamás pretende desacralizar a la poesía, sí busca ahondar en la dimensión lingüística, buscar las posibilidades del lenguaje, partiendo de la correspondencia: expresión-contenido-intención-resolución. (2)
La visión sensible, estética, de la autora busca, justamente, percibir la realidad desde la perspectiva ética y estética, por eso el país se observa como velo de arena y donde la historia, el manto que se hunde, se precipita en la arcilla (p. 27). La visión de un vehículo público incendiado por manifestantes, sinécdoque de un país agónico, convulso, sirve a la autora para determinar el ámbito social (3). El manejo del paralelismo –similar a la utilizada por la expresión judaica– también es un pretexto para expresar los procesos políticos (Cf. “Modos distintos”: 30), o bien el manejo de la rabia de un perro, atacando a una mujer con un niño en brazos, simbolizando la furia del mundo. Aquí también la muerte acecha, la violencia como oquedad entre palabras, como luz fugaz, como un espejo vacío:

El instante en que el perro adiestrado
ataca
a la frágil, azorada mujer
con el niño en brazos
es el instante en el que todo cambia.
Desde los ojos
inyectados del perro
el mundo mira”.
                                               (p. 31)

Haz y envés, la inmensidad frente a la mosca que golpea el frasco -lo dual siempre en oposición-, en la suavidad, entre los muelles o en los bordes de los crisantemos. Quietud y devastación desbordándose, conciliándose. El movimiento es básico para enfrentar lo evanescente, lo inefable; por algo el campo semántico se concentra en vocablos-llaves, en palabras conceptos: trazos, luz; ligerezas, levedad; huella, llama, etc., forman un campo semántico constante en el libro, en el discurso lírico de la autora, quien metafóricamente hurga en las actitudes del emperador, dueño del país, un aciago mandarín que va diluyéndose, desdibujándose en cada acto que escenifica.
Violencia y orfandad, desamparo y melancolía, penumbra y transparencia continúan enfrentándose para equilibrar esa voz, esa perspectiva de un país que, al igual que en el poema de Quevedo., se va desbaratando: “Miré los muros de la patria mía…” Si ríe el emperador concilia lo sublime con lo cotidiano, lo trágico y terrible con el ámbito resplandeciente de las pequeñas cosas con una visión fecunda, lúcida, viva. Lo tenue y lo frágil se amalgaman con la voracidad del mundo, con la brutalidad del gobernante en turno. La inmovilidad cadenciosa, visual, representa ese silencio resonante, ese pensamiento dinámico, perturbador.

http://poesiadewong.blogspot.com

 

 

Notas:

1.- Algunos autores buscan descomponer las palabras, puesto que desde sus inicios, el lenguaje forma parte de la gran distribución de similitudes y signaturas, como precisa Michel Foucault.. Hay analogías obligadas, “propiedades” intrínsecas de las letras, de las sílabas, de las palabras; conoce, y asume, el aspecto sintáctico, su contenido representativo, etc. El lenguaje, además, se ancla en la realidad, en los procesos sociales, en la hostilidad del mundo. También se observan incursiones en lo inarticulado, buscando reconstruir los fragmentos significativos de una realidad, determinante en las diversas expresiones poéticas, caracterizadas por la riqueza técnica; el ámbito conceptual se concilia con el sustrato fónico y acaso la estructura versicular pretende deslizarse en la página, asumiendo formas plásticas, visuales e incorporando en ocasiones signos y diversos elementos iconográficos.

2.- Al respecto, preciso que Fernando Alegría recordaba en Literatura y revolución (1971), la clara orfebrería de índole ornamental en Huidobro, “de raíz parnasiana y tonalidad romántica”, y el lenguaje cotidiano mezclado de fórmulas pedagógicas y sentencias de pillería popular, que unía obscuridades y claridades en Nicanor Parra. Frente a lo universal, el concepto de lo particular. El entorno refigurado a través de ritmos, imágenes y la simultaneidad de planos de significados, con un sentido analéptico y proléptico, de acuerdo al esquema planteado por Robert Graves (Cf. La diosa blanca). Esta manera de enfrentar al mundo partía de dos vertientes: 1) el mundo como caos y el hombre víctima de la razón y, 2. la actitud revolucionaria, la realidad mostrándose en su complejidad y hondura,
por lo que ante el desmoronamiento de la racionalidad establecida, el poeta persigue redescubrir la cadencia implícita en el lenguaje y apoyarse en las asociaciones de sentido que la escritura postula.

3.- Por algo el redactor de la cuarta de forros determina el entorno que modula Coral Bracho como “la flor de una escalofriante lucidez verbal” y que alguna manera “explicita, de una manera frontal e inquietante, la retórica del caos”

 

 

5 comentarios

  1. Marlene Villatoro