Ida Vitale (Montevideo, 1923), Mella y Criba

Alfredo Fressia aborda la poética de su coterránea uruguaya expuesta en su más reciente libro, que ya nos sugiere desde el título un afán depurador.

 

 

MELLA Y CRIBA, de Ida Vitale. Editorial Pre-Textos. Madrid, 2010. 80 páginas.

 

NUEVO POEMARIO DE IDA VITALE

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Ida Vitale con Ledo Ivo y Enrique Fierro en Valledupar-foto de José Ángel Leyva

 

LUNA LLENA, TIERRA VACIADA

Alfredo Fressia

Alfredo Fressia
Alfredo Fressia
            Los caminos más arriesgados de las artes literarias suelen internarse en el mar de la poesía, siempre lleno de celadas tras los cantos de la sirena. Y por eso es necesario desprenderse de muchas cautelas para ser poeta. En Uruguay la mayor imprudente, Ida Vitale (Montevideo, 1923), lo sabe y lo dice en Mella y criba, su más reciente poemario. “Perdida en la espesura/ del lenguaje”, recuerda a Hänsel, el personaje de lo hermanos Grimm, condenado a perderse en el bosque, y que dejaba piedras (un día por su mal dejó sólo migas) para volver por el laberinto. Y concluye: “Y sigues penetrando/ en la floresta silenciosa,/ aunque la veas cerrarse/ tras tus pasos” (“El lenguaje de Hänsel”).
            La imprudente aventura de los poetas, sin embargo, debe contar con una meditada concepción de su tarea, un modo de armarse para no sucumbir en la floresta del silencio. El 5 de julio de 2010 la Universidad de la República atribuyó a la poeta el Doctorado Honoris Causa. Agradeciendo el tardío homenaje, Vitale habló entonces de “la poesía, tal cual yo la entiendo, esa parcela que para muchos es algo impreciso, homogéneo y vagamente desdeñable por su clara inutilidad o una precipitación de ingeniosidades morales y que para mí es precisa, distinta en todas sus partes y básica para el espíritu, como la música”.
            La poesía como aventura del espíritu, de estirpe platónica a veces, creada a partir de un lenguaje preciso y musical, he ahí una reseña de toda la obra de Vitale, una actitud frente al lenguaje que el lector reencuentra en el presente Mella… Se trata de una cincuentena de poemas organizados en seis partes, casi tropismos o manchas temáticas que parten de un “Pequeño teatro familiar” y de algunas “Ciudades” recorridas (y entre las cuales reaparece Montevideo con “el palimpsesto de la trampa”). Por breve, y por exhibir muy directamente la “firma” Vitale, se puede citar de estas primeras composiciones del libro “Amar a un conejo”: “Te dieron un conejo./ Te dejaron amarlo/ sin haberte explicado/ que es inútil amar/ lo que te ignora”.
            Pero el mundo animal, así como la carga moral implícita en el tema ecológico, que atraviesa el poemario, se vuelven temas centrales de la tercera parte, “Luna llena, tierra vaciada”. Al lenguaje como eje temático (“Armas”, la cuarta serie) le seguirá una “Visión oscura”, que no elude el tema de la muerte, o de un desaparecer, hasta llegar a “Lo firme”, la última parte.

 

FRACTURA IMPREVISTA

            Son todos movimientos temáticos presentes en otros poemarios de la autora, quien decididamente no busca aquí la novedad, sino que más bien se reencuentra en una primera persona con una fuerte carga autobiográfica, donde está incluido el exilio. Es bajo esa clave que se deben leer menciones como “la senda del desastre/ que te ha tentado siempre/ a avanzar por lo oscuro” (“Proteo”), o el obsesivo tema del recuerdo y el olvido, necesario este último para sobrevivir (la dialéctica recuerdo-olvido llega a componer un texto, “Círculo muy vicioso”, que se va desconstruyendo como estructura poemática: “recordar el olvido/ abre la calma./ Y basta”). La conocida vigilancia de la inteligencia en la obra de Vitale no entra en tensión con la llamada intuición poética, más bien se sirve de ella para dar cuenta del mundo, para anticiparlo (y se atribuye con frecuencia una función ética) o dejar testimonio (una función histórica y documental, autorreferenciada a veces).
            En noviembre de 2009 la autora fue galardonada en México con el premio Octavio Paz. También en su discurso de agradecimiento, el 20 de abril de 2010, decía Vitale: “Nuevas experiencias, un paisaje diverso nutren vida y poesía. Siempre he pensado en las posibles variaciones del destino y de la escritura a partir de una discontinuidad en la línea que se creía inalterable. Una fractura imprevista y surge la deriva en el rumbo que parecía prefijado”. Es uno de los modos de entender el título que la autora dio a su actual poemario. La poesía es siempre mella –y hará mella- si realmente surge de una “fractura”, de una “discontinuidad”, un desvío de rumbos que conduce a algunos escritores por ese camino riesgoso. Pero la deriva no será poesía si no pasa por la criba, otro duro ejercicio de selección, agravado por la soledad en que debe ser realizado. En ese sentido, Mella y criba podría designar más que este único poemario, y aventurarse a denominar toda la obra de Vitale, nacida de una mella y siempre sometida a criba severa.
            Es claro que la mella no implica necesariamente la amargura, y aquí hay lugar para “Mi homenaje”, en “Lo firme”, un homenaje a muchos seres del mundo, incluido “A quien en su país desvencijado/ ose decir su parecer riesgoso”. Y hay música, como la de los endecasílabos citados, composiciones en heptasílabos, que en algún caso se organizan en alejandrinos (“Relicarios”), poemas en hexasílabos (“Invierno”), o ese ritmo tan característico en los versos de nueve sílabas de “Luna llena, tierra vaciada” (“Blanco talón nunca alcanzado”), ya que la mella y la criba son obra “para el espíritu, como la música”.

 

CUATRO POEMAS DE MELLA Y CRIBA

Ida Vitale

 

MONTEVIDEO, 2

Montevideo era sencilla y verde,
quebradiza de tanta línea recta,
ángulos como esquinas para el sueño,
mientras a éste lo ayudó la suerte.

Pero sobre lo escrito por la historia
que alguien quizás sabrá leer mañana,
ingenuidad y errores han pasado
y nació el palimpsesto de la trampa.

Se lavó la confianza y la alegría,
el gusto a abierto corazón del viento.
¿Regresarán en luz de las ventanas?
¿Tanta presbicia vuelve inútil todo?

Los jóvenes, ¿podrán ganar de nuevo
el campo de alma que les ha quitado
un carnaval que dura en la tristeza
de los que callan lo tergiversado?

 

RELACIONES TRIANGULARES

Hace un rato
que en la encina cercana
protesta un grajo.
Mi vecina, la gata
blanquinegra e inaudible,
asoma en la ventana.
Mira al árbol
y encerrada imagina
la aventura riesgosa.
Mira al grajo y me mira.
No sabe a quién apoyo.
Para alguien que no existe
un raro trío hacemos
en tres lenguas distintas,
dos silencios y el ruido
del grajo inaccesible.

 

MENISCO

Por donde pasa el peso de la vida
algo falló, falleba mal cerrada
y entró un poco de mal, no lo terrible.
Un desnivel de piedra y un descuido:
la porosa sustancia, el no visto
cartílago, almohadilla ignorada
entre frágiles cóndilos, tan útiles,
se desgarró, en su secreto nido.
Como pasaron años, tan clementes,
es justo, ahora, que la muerte llame,
con este sobrio, casi mudo aviso.

 

LA SUTURA

Tan sutilmente fina,
podría ignorarse
la peligrosa falla que tira
de los secretos hilos
y a partir de un instante
invade la labor tejida.

¿Qué puedes
por el desmoronado diseño?
Ahí está el corte
que progresa escondido
bajo la sutura lograda,
también fina.

Temo ya no saber hacer
lo que no debe verse
aunque
irse del mundo
pida dejar algo
-como sea-
en pago de la ausencia.