Gelman por Boccanera

El poeta Jorge Boccanera es, con certeza, uno de los poetas argentinos que más se identifica con el autor de ”Los poemas de Sidney West”, no sólo por ser argentinos y por tener fuertes vínculos con México, sino por lo que entraña su poesía, por el conocimiento de su obra.

 

 

 

 

 

Gelman y la música de las preguntas
Jorge Boccanera

 

Gelman y Boccanera

 

Un saludo al maestro

 

El amigo, sí, pero siempre el maestro, el que indaga y enseña a buscar. El objeto a explorar es siempre aquello que vale la pena, como llamó a uno de sus libros. El título —Valer la pena-– funciona como consigna y se desdobla en significados varios: el alma en pena que busca trascender esa pena, y esa búsqueda de sentido prodigándose por aquello que realmente vale la pena. Él lo dijo del modo que sigue: “El título es de un verso de Francisco Urondo; es ambivalente como mínimo; funciona en el sentido usual de las cosas que valen la pena pero también en que hay que estar a la altura de la pena, que no es fácil”. Entre las muchas cosas que nos enseñó Juan, es que lo que vale la pena, es el misterio.

 

 

Postales sobre la obra de J. Gelman

 

-La poesía de Gelman habla siempre de un “labio preso/ que besa en libertad”.

 

-Gelman nos muestra que en la poesía no hay temas tabúes y que las búsquedas, como en su caso, pueden tener cultivos diferentes y abrirse tanto al crear como al recrear.

 

-Con más de 20 títulos de poesía publicados en casi medio siglo de trabajo –desde Violín y otras cuestiones (1956) hasta deatrásalante en su porfía (2009), la poesía de Gelman se alimenta de su propia búsqueda: una reflexión en estado de vértigo.

 

-Gelman no le pierde pisada a sus obsesiones, y las obsesiones no le pierden pisada al poeta. Así, despliega una nutrida constelación de símbolos. Lo llamativo es el modo en que se funden y refunden constantemente sus ejes temáticos: el amor, la infancia, el sol, el exilio, la justicia, la dignidad, la memoria y la poesía como diálogo repujado por la “belleza incesante”.

 

-En la profusa obra de Gelman no tiene lugar la palabra satisfecha, conforme, henchida en su designio, sino aquella que sale en busca de su significado.

 

-La respiración de esta poesía tiene la música de las preguntas; esas que escarban y como dientes de un engranajes, muelen sus cuestiones. Dijo Julio Cortázar: “cuando Juan pregunta se diría que nos está incitando a volvernos más lúcidamente hacia el pasado para ser más lúcidos frente al futuro”.

 

-Esta poesía va repujada por una lucha de contrarios; los opuestos pensionando el texto entre la unidad y el desmembramiento. En un torbellino de fuerzas contrarias se debaten el vuelo y lo estático, la inocencia y lo degradado, belleza y espanto,  esperanza y derrota, lo que arde y lo oprimido, el ser y el extravío del sí mismo, memoria y olvido.

 

-La poesía de Gelman es un Guernica de palabras que entrelaza inventiva y mirada crítica, indagación formal y preocupación social. Hay un cruce entre la imaginación de la conciencia y la conciencia de la imaginación.

 

-La poesía de Gelman tiene tratos con la imaginación y tratos con la realidad. No en el sentido de un “acuerdo”, sino en el modo en que se dan esas relaciones, como tituló uno de sus libros principales de 1975.

 

-En uno de sus primeros poemas, el remate de “¡Qué cuestión!”, ponía el dedo en los asuntos que urgen a los hombres. Ese “¡Qué cuestión!” es sorpresa y conciencia del entorno. Ese “darse cuenta” aparece ya en el título de su libro inicial: Violín y otras cuestiones, remite a asunto a resolver y a cuestionario. La poesía de Gelman cuestiona,demanda.

 

-Esta poesía, que avanza en base a un movimiento doble: la búsqueda formal y la interpelación a la realidad, intenta  siempre un reportaje a la realidad; el más a fondo.

 

-Su poesía es el despliegue de una emoción razonante estampada en una imaginación portentosa. Un espacio donde las cabezas de los amantes descansan en la infancia y los compañeros de la lucha son niños poderosos que intentan construir una cuna para mecer el mundo.

 

-Esta obra –tremendamente viva polifacética, punzante- se alza sobre la adversidad, la intolerancia, el miedo, la indiferencia. También sobre las voces agoreras que abundan desparramando sombrías  predicciones que martillan sobre la caducidad de la historia, dan de baja a la esperanza, a la solidaridad, a la utopía.

 

-El arco de modulaciones de los registros expresivos de Gelman, va de la oralidad expansiva a una perplejidad acotada, de lo  confesional al apunte deductivo, de la reverberación de la imagen a la sequedad del silogismo, de la textura surrealizante al tono de salmodia de los místicos.

 

-Una de las marcas fuertes de esta poesía, el elemento
coloquial: un lenguaje dinamizado con preámbulos, confidencia, pausas reflexivas, comentarios con filos de parodia, locuciones populares y un humor corrosivo volcado como al descuido.

 

-Gelman tituló uno de sus primeros libros con el anagrama de Gotán y su apelación al tango es constante: letras de canciones, remedos al ídolo popular (Carlos Gardel), jerga callejera, y autores, compositores e intérpretes el género. Pero siempre lejos del pintoresquismo y la enumeración de motivos trillados. A ratosfirma coautorías con destacados poetas del tango y despliega una voz coral para arrullar la canción del desterrado que araña fragmentos del país arrebatado.

 

-Lo conversacional en cada poeta juega diferente. Gelman planta el circunloquio para desbaratarlo a fuerza de fragmentación, reticencia, interrogación, enumeración caótica, digresión, ambivalencia y otras torsiones del lenguaje.

 

-En esta poesía la imagen ocupa un lugar de privilegio. En los últimos libros de Gelman se podría hablar de una imagen-piñata, portadora de visiones múltiples.

 

-Gelman lleva al límite los juegos de identidad: autores apócrifos, traspasos de palabra, reescritura de textos ajenos, remedo, pastiche. G. propone coautorías, intercala epígrafes falsos, recoge y reutiliza versos de distintos autores y épocas, les adjudica a otros versos suyos, y traduce sus propios textos. En su espejo se miran John Wendell Dom Pero, Yamanocuchi Ando, eliezen bn jonon, José Galván y Julio Greco. Los dos últimos, que llevan las iniciales del poeta, dan cuenta de las víctimas de la represión militar de los años 70 en Argentina.

 

-En el poema “Yo también escribo cuentos”, de Hacia el sur, intervienen cuatro poetas: lo escribe Gelman, lo firma José Galván. El poema hace alusión a “Tabaquería”, el poema emblemáticos de F. Pessoa firmado por Álvaro. de Campos.

 

-Entre las permutas de lo intertextual el poeta intercala pasajes de canciones, del Martín Fierro, La Biblia, manifiestos vanguardistas, noticias del Times, ensayos de Marx, cantos de Pound, poemas de Yehuda Ha-Leví. Y en un texto de su libro La junta luz coloca completo el poema “Idilio muerto” de César Vallejo.

 

-Gelman vivió exiliado pero nunca se exilió. Intensamente buscado en 1975 por grupos parapoliciales, sale de Argentina debido a decisiones partidarias; entrará clandestinamente en 1976 y en 1978. Sus libros aluden al destierro desde los títulos: Bajo la lluvia ajena (Exilio), Interrupciones, Salarios del impío, Hacia el sur, Sombra de vuelta y de ida, Incompletamente, País que fue será.

 

-Uno de los ejes de su poesía es el exilio: la vida del escindido en una “humareda de brazos que no se encontrarán”. En esa dirección, escribe: “hay/ saltos que no se pueden dar/ con una valija de sangre”.

 

-Frente a la suma de reveses, esta poesía respira deseo, que es la medida de la vida. La representación de su anhelo es lo que tiembla, vuela, refulge, arde, canta. En medio de una gestualidad profundamente humana, confiando en el misterio, el poeta atraviesa el bosque de su larga noche siguiendo las huellas del rumor que una vez y otra vez: “nombra en silencio/ los animales del azar”.