Francisco Villalpando (mención honorífica en el Premio de novela corta “Rafael Ramírez Heredia”)

Fernando despierta aún confundido por el sueño que tuvo la noche anterior, pero para su sorpresa lo primero que alcanza a distinguir es un bello rostro.

  • ¿Susana, que haces aquí?
  • ¡Buen día dormilón! – tienes visita. – Le dice Susana jugueteando un poco mientras sale de la habitación llevando unas vasijas con ungüentos y medicina herbolaria.
  • Buenos días entrenador.

La voz lo hace voltear un poco, provocándole un pequeño dolor en el cuello, en la puerta de su recamara Checas y Bautista aguardaban.

  • Pasen muchachos. – Les invita Fernando tratando de acomodarse mejor en la cama.
  • ¡Tienes mucha suerte entrenador! – Le dice Checas bromeando con él.
  • Todo esto es muy extraño, tuve un sueño donde claramente podía ver como… no importa. – Les comenta Fernando mientras se toca un costado de sus costillas, sintiendo un poco de molestia en esa parte también.
  • Gracias por traerme, pero díganme ¿que fue lo que ocurrió? – Insiste Fernando al tiempo que poco a poco comienza a sentir dolor por todas partes de su cuerpo.
  • Sobreviviste de puro milagro, – Dice Checas. – Tuviste un accidente automovilístico hace tres días…
  • ¿Tres días? – Pregunta Fernando sorprendido, pero al mismo tiempo pensando en que eso por alguna razón ya no es relevante. – Entonces lo que tuve no fue tan sólo un sueño… – Comenta Fernando como respondiéndose a si mismo.

Roberto y Checas permanecen en silencio, mientras Susana entra a la habitación dirigiéndose hasta el lado de la cama donde se encontraba Fernando recostado.

  • Te tengo que poner tu medicamento… – Le dice Susana mostrándole una vasija con una especie de pasta verdosa.

Fernando simplemente se le queda mirando a los ojos tratando de asimilar todo lo que ha estado ocurriendo, queriendo saber si habría sido un sueño o un delirio, es complicado de buenas a primeras el aceptar que él y Susana…

  • No todo es lo que parece. – Dice Roberto Bautista  con su acostumbrada tranquilidad. – hay mucho más de lo que la vista puede ver.

Las palabras de Roberto Bautista hicieron una especie de eco en su mente, pues le eran familiares, pero no quiso darle mayor importancia en ese momento, la cabeza aun le dolía un poco.

  • Bueno Fer, nos da gusto que por fin hayas despertado, tenemos juego el próximo domingo, todos los muchachos te mandan saludos y esperan que te recuperes para ese día.

Ambos se despiden y se marchan para sus casas, mientras que Fernando aún no puede dar crédito al sueño, delirio o lo que sea que le haya ocurrido. Continua viendo en silencio como Susana de forma tan tranquila y natural como si nada hubiera ocurrido preparaba una mezcla con el contenido de la vasija.

  • Descúbrete por favor – Le pide Susana con su acostumbrada gentileza.

En su aturdimiento Fernando no se había percatado de que las sabanas de su cama eran lo único que cubría su cuerpo.

  • No estarás queriendo decir que…

No bien estaba concluyendo su frase cuando Susana le quita la sabana que lo cubría, dejando ver toda una especie de moretones y cortadas por todo su desnudo cuerpo. Ignorando si le parecería correcto a Fernando, Susana comienza a aplicar el ungüento que Roberto le había llevado para que continuara curándolo en su casa.  

  • Algo muy grande aún tienes por hacer en este mundo Fernando. – Le dice Susana mientras con cuidado le va aplicando la medicina del Chamán en sus heridas. – No cualquiera sobrevive a tu accidente.

Fernando no dice más, ahora que está un poco más consciente se da cuenta de que por alguna razón lo que dice Susana tiene mucho sentido, ya no era tiempo de preocuparse tanto por saber lo que había ocurrido, lo más importante ahora era el saber que hacer en lo sucesivo.

  • Sonido de teléfono –
  • Yo contesto. – Dice Susana.

Cuando Susana sale de la habitación para ir a contestar el teléfono a la entrada de la casa, Fernando sabe que esa llamada es para él, Nubia estaba tratando de comunicarse.

  • Es para ti Fernando. – Dice Susana entregándole el auricular inalámbrico. – me voy a mi casa, regreso mañana por la mañana para saber como sigues, buenas noches.
  • Muchas gracias Susana. – Dice Fernando con sinceridad a quien sin pedir nada a cambio se había ofrecido a cuidarlo todo ese tiempo que había estado inconsciente.

Susana únicamente le responde con una bella sonrisa para después marcharse, entendía que Morientes necesitaba ese tiempo a solas para poder explicarle a Nubia varias cosas. Mientras sale a la calle que ya estaba oscura, piensa en como todo había cambiado desde esa noche en que sacaron a Fernando del hospital a pedido del tío de Roberto para sanarlo conforme a sus tradiciones Tarahumara, todo para ella también había cobrado un aspecto nuevo, lleno de esperanza.

  • Te amo Fernando.

Susana se lleva la mano a su vientre y después se dirige hacia su automóvil, mientras un fresco viento agita su cabello.