Francisco Villalpando (mención honorífica en el Premio de novela corta “Rafael Ramírez Heredia”)

Los días han transcurrido lento desde que la ingeniero de sistemas se fue a Suiza; en un principio Fernando creía que iba a ser fácil el poder estar en Cuauhtémoc sin la grata presencia  de Nubia, pero conforme ha ido transcurriendo el tiempo, el simple hecho de saber que ni siquiera estaba en la ciudad le hacia sentir un poco de nostalgia, lo que a su vez el lo había tomado como una señal de que sus sentimientos hacia ella eran muy serios.
Desde la zona de banca del “campo de los Demonios” Fernando y Checas observan a los jugadores que practican muy concentrados.

  • Y cuando llega Nubia Fer? – Le pregunta Checas a su amigo.
  • En unos días más. – Responde Fernando casi dejando escapar un suspiro.
  • Vas en serio con ella, ¿verdad? –  Pregunta Checas sonriendo con su amigo. – Aún recuerdo como aquí mismo hace algunos meses insististe para que te llevara a la casa de ella…
  • Si, como olvidarlo, gracias a ti y a unas cervezas fue que me dí valor para invitarla a salir- Las imágenes de aquel día aún permanecen frescas en su memoria, sonriendo y agradeciéndole a su amigo por ello.

* * *

Así que el entrenamiento concluye, todos se despiden para ir a sus casas. Checas se va caminando, pues vive casi contra esquina del improvisado campo de fútbol de los Demonios. Roberto por su parte cree que este es el momento oportuno para hablar con Fernando.

  • Entrenador. – Roberto alcanza a Fernando cuando este se dirige a su vehículo.
  • Si Roberto, ¿que pasa? – Se detiene Fernando.
  • Ya le he platicado del interés que tiene mi tío en conocerlo personalmente.
  • Así es Roberto, ¿porque?
  • Tal vez en este momento usted no lo comprenda, pero es urgente que usted platique con él. – Le dice Roberto con solemnidad.
  • Está bien Roberto, si así lo crees entonces vamos a ponernos de acuerdo para poder visitarlo. – responde Fernando tratando de corresponder a Roberto Bautista, el efectivo defensa central de los Demonios y quien también se estaba ganando la amistad y simpatía del entrenador.
  • En estos días voy a verlo, yo le informare de su decisión. – Concluye Roberto.

Roberto se marcha rumbo a donde está su automóvil estacionado, mientras que Fernando por un momento se queda quieto, escuchando el sonido de los grillos y observando como la luna casi llena cubre con su luz el solitario campo de juego.

  • ¿Cual será la urgencia del tío de Roberto para querer platicar conmigo? – Se preguntaba Fernando. – Bueno, creo que estoy próximo a saberlo.

Fernando se dirige hacia donde esta su motocicleta para finalmente también irse a casa, ya sus otros compañeros se han retirado y solamente queda el en el campo de los Demonios.
Como siempre que termina sus sesiones de entrenamiento con el equipo, Fernando conduce su vehículo tomando el largo y solitario camino de terracería que pasa por entre los cultivos de manzana, para después tomar la carretera asfaltada, la cual lo llevará rumbo a la salida a Anáhuac, en donde se encuentra su casa. Tiene un poco de prisa en llegar pues Nubia le había prometido hablarle por teléfono desde Suiza la noche de hoy, por lo que ya ansía escuchar su voz. Enciende las luces de su vehículo ya en movimiento y acelera un poco, avanzando delante de la nube de polvo que va dejando detrás de si, sin percatarse de un vehículo que repentinamente y a gran velocidad sale de la nada para impactarlo de forma estruendosa…
… Todo es confuso, Fernando con dificultad abre los ojos y ve su motocicleta tirada en el piso con la luz encendida, la llanta trasera aun dando vueltas… los párpados le pesan… distingue figuras borrosas  aproximándose… Escucha voces… alguien está cerca de él…
– Un mensaje de un amigo: ¡no te metas con las mujeres ajenas!… ¡Vámonos, alguien viene!…
Los sentidos de Fernando comienzan poco a poco a desconectarse del entorno, ya no puede mantener los ojos abiertos, ya no escucha nada más…