Literatura y cocina

Illimani
Una vez más, el chef Illimani Maciel incursiona en las letras con el paladar despierto. Los poetas en la cocina o la cocina de los poetas.

 

 

Poesía y gastronomía
Illimani Maciel

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Poesía y Gastronomía. Todo tiene que ver entre sí, siempre, una conexión entre cosa y cosa, diversidad…

La década de los años cincuenta del siglo pasado, eran tiempos difíciles económica y políticamente, las crisis y los golpes de Estado eran el pan de cada día. En esta circunstancia se encontraban al sur de América, en Argentina, dos de los grandes poetas de la época, Guillén, quien había tenido que exiliarse de Cuba, después del golpe militar de Machado y Alberti exiliado por la guerra civil española. El exilio, no obstante, jamás logró doblegar estos espíritus rebeldes gozosos de la vida y amantes empedernidos de la buena mesa. Algo sobre sus vidas.

Nicolás Guillén nació en Camagüey, Cuba, el 10 de julio de 1902. Guillén es uno de los poetas cubanos de mayor originalidad. Su obra representa la expresión más completa del sentido y del sentimiento líricos afrocubanos. Su poesía nos muestra un inmenso panorama de temas y tendencias, que busca rescatar la pureza y la esencia de la gente de Cuba.
 
Rafael Alberti, es un poeta español nacido en Cádiz. Miembro de la famosa Generación del 27, su ideología marxista le obligó a exiliarse al término de la guerra Civil Española. Ha cultivado también el teatro, aunque con menos asiduidad y éxito que la lírica, genero en el que destacan sus libros: Marinero en tierra, Sobre los ángeles, Cal y canto, etc.

Es importante recalcar el hecho de que ambos poetas se encontraban en le exilio. Guillén huye de la dictadura de Machado en Cuba y Alberti de la dictadura franquista en España.

En el verano de 1958, Guillén,  vivía en la ciudad de París, al darse el golpe fascista de Salan, Guillén se vio forzado a abandonar la ciudad y, por supuesto, el País. Pidió asilo a México, a Venezuela, a Uruguay, hasta que, finalmente, por medio de Rafael Alberti, llegó a la ciudad de Buenos Aires, Argentina.

Guillén conoce a Rafael Alberti y a su esposa Maria Teresa, diez años antes en una visita que éste realizó a Argentina. Los Albertis vivían en la calle de Peyrredón con el amarillento río de Plata tendido a lo lejos.

He aquí, en palabras del autor, el relato de cómo es que Nicolás llega a Argentina y de las primeras actividades que realiza al llegar a Buenos Aires:
 
 
 
A mí llegada a Buenos Aires, tanto Maria Teresa como Rafael decidieron que yo debía ofrecer unas charlas por la radio, con el fin de levantar algunos fondos que me permitieran vivir sin apuros.
Dicho y hecho: me contrató la emisora El Mundo, y cada semana salía yo al aire una noche, contando anécdotas y diciendo poemas, que era lo único que en caso semejante y en las condiciones políticas del país podía hacer un extranjero
para no señalarse. Del primer dinero que me llegó por aquel trabajo, decidí regalar a Rafael y Maria Teresa algo que había sido un sueño irrealizable en mi niñez, que lo fue más tarde en mi juventud y que aún seguía siéndolo en mi edad madura;
algo que nunca pude conseguir como totalmente mío, a mi disposición, esto es, sin que yo tuviera que agradecerlo a la generosidad maternal en la lejana cocina de mi infancia, o tomar de manera siempre parcial y dosificada en los restaurantes del mundo.
En fin, que regalé a Rafael Alberti un jamón como para mí lo hubiera yo querido.
 
 
Recuerdo muy bien la mañana que fui a comprarlo a una tienda de la calle Castelli, cerca de la plaza Once. Escogí el más grande y orondo de los jamones argentinos que allí había y regresé a mi cuarto de hotel para decidir cómo iba a hacerlo llegar a su lírico destinatario. Al cabo de mucho pensarlo, me pareció que lo mejor era meter el jamón en una gran caja, que hiciera creer en otra cosa, y acomodarlo con toda suerte de relleno. Me ayudó en esto la pintora Lea Dublín, quien dio al envoltorio un aspecto tan artístico y elegante que nadie podía sospechar su grasiento contenido, y a la casa  de Pueyrredón nos fuimos. Sólo que junto al jamón había puesto yo un soneto dedicando a Rafael la suculenta mercancía.
 
 
Abierta la caja en medio del regocijo que es de suponer, decidióse llevar a cabo una entrega oficial  algunos días más tarde. Para ello se convidaría a un grupo de amigos íntimos, de los asiduos a la casa, y se daría una fiesta bien bohemia, la fiesta del jamón.
 
 
Mientras tanto, Rafael iba a escribir también un soneto, en contestación al mío. Es decir, el soneto recibiendo el jamón que con un soneto le entregaría yo. Vino ese día, o mejor esa noche, la del 25 de Noviembre de 1958, y se efectuó la ceremonia. A las nueve en punto, Maria Teresa pidió silencio a los invitados, que formaban poco más de una veintena, y tomando yo el jamón lo puse en las manos de Rafael. En seguida leí el soneto de la dedicatoria , que dice así:
 
 
 
 
 
AL POETA ESPAÑOL RAFAEL ALBERTI
ENTREGÁNDOLE UN JAMÓN
(SONETO)

Este chancho en jamón, casi ternera
anca descomunal, a verte vino
y a darte su romántico tocino
gloria de frigorífico y salmuera

Quiera Dios, quiera Dios, quiera Dios, quiera
Dios, Rafael, que no nos falte el vino,
pues para lubricar el intestino,
cuando hay jamón, el vino es de primera.

Mas si el vino faltara y el porcino
manjar comerlo en seco urgente fuera,
adelante, comámoslo sin vino

que en una situación tan lastimera,
como dijo un filósofo indochino,
aun sin vino, el jamón es de primera.

A lo cual respondió Rafael Alberti con el soneto que había escrito para tan solemne ocasión:

AL POETA CUBANO NICOLÁS GUILLÉN
AGRADECIÉNDOLE UN JAMÓN
(SONETO)

Hay vino, Nicolás, y por si fuera
poco para esta nalga de porcino,
con una champaña que del cielo vino
hay los huevos que el chancho no tuviera.

Y con los huevos, lo que más quisiera
tan buen jamón de tan carnal cochino:
las papas fritas, un manjar divino
que a los huevos les viene de primera.

Hay mucho más, el diente agudo y fino
que hincarlo ansiosamente en él espera
con huevo y papa, con champaña y vino.

Mas si tal cosa al fin no sucediera,
no tendría, cual dijo un vate chino,
la más mínima gracia puñetera