Miguel Ángel Tenorio

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nos regala dos Instantáneas de la ciudad: “Cocinando juntos» y «Recoger los huevos».

 

 

Originalmente escritas para radio, el autor ofrece a los lectores de La Otra-Gaceta dos

INSTANTÁNEAS DE LA CIUDAD
Miguel Ángel Tenorio

1.- COCINANDO JUNTOS (2008)

2.- RECOGER LOS HUEVOS (2007)

 

1.-  «COCINANDO JUNTOS»

  • 2        Soy feo – dice él, mientras camina la larga calle de Nicolás San Juan en la Colonia Del Valle.
  • 3        Soy feo – vuelve a decir, cuando ya está frente al edificio de departamentos que está buscando.
  • 4        Sí, soy feo, pero creo que tengo una buena voz – dice cuando toca el timbre número 13, que es el de ella, con quien tiene la cita.

Ella, que un día, en un acto completamente impulsivo, en la computadora metió su nombre y demás datos en el anuncio de «¿BUSCAS PAREJA?»

«Mujer madura a quien le gusta vestir de minifalda de cuero, aunque la critiquen sus familiares y amistades. Me gano la vida escribiendo las versiones finales, las que serán publicadas, de escritores que son famosos, pero que no saben redactar. Y quiero entablar relación con hombre maduro al que le guste la literatura.»

Él, que ve el anuncio, empieza a escribir una respuesta para ella. Hace apenas dos meses se acaba de separar de su tercera mujer, que le dijo:

5        Estás viejo y feo, y yo no quiero envejecer contigo.

6        Pues sí, estoy viejo y feo – dice él, que le escribe a ella: «Hombre maduro sin atributos físicos envidiables, pero con ganas de compartir mi gusto por la lectura».

7        Quiero saber más de usted – le dice ella en la computadora.

8        Yo también escribo – dice él – aunque nadie me publica.

9        Me gustaría conocer lo que escribe – dice ella, que luego se arrepiente, pero ya no se atreve a corregir. Al contrario, propone -. Vamos a conocernos en persona.

10    Me da miedo de que se decepcione de mí – contesta él.

11    ¿Pero por qué decepcionar? – pregunta ella -. Si nadie está pensando en otra cosa más que en platicar.

12    Ah, pues está bien – dice él, que en realidad sí pensaba en otra cosa: esa imagen de la mujer madura con minifalda lo ha estado llamando desde el principio, y por eso le pide el teléfono a ella para ponerse de acuerdo.

13    Qué bonita voz tiene usted – dice ella al teléfono, sintiéndose atrevida -. Ha de leer bonito en voz alta.

14    Eso sí – dice él, adquiriendo seguridad, tanta que propone fecha y hora, en casa de ella. Cenar juntos.

Ella se emociona y se pone su minifalda sin ropa interior, porque la voz de él parece desnudarla, acariciarla en sus piernas que tanto desean ser tocadas. Pero de pronto recuerda las palabras de él: «No tengo atributos físicos». «Escribo, pero nadie me publica». Desencanto. Quiere cancelar la cita. Él ya no contesta en su casa, seguro que ya salió. Se quita la minifalda y se pone los más viejos pantalones de mezclilla, calzones «matapasiones», calcetines, tenis y se decide a hacer un spaghetti para salir del paso. Y el vino francés que iba a sacar, mejor lo guarda y pone sobre la mesa el español que compró de oferta.

Él toca el timbre. Ella presiona el botón para que se abra la puerta del edificio. Él sube los cinco pisos, repitiendo todo el tiempo:

15    Soy feo, soy feo … pero tengo buena voz.

Ella abre la puerta del departamento. Él llega. Mutua decepción: él, efectivamente es feo, y ella no trae la minifalda prometida.

16    Hay que darle prisa a esto – piensa ella, que propone -. ¿Cenamos? Tengo spaghetti.

17    ¿Me permites, entonces, hacer una ensalada? – pregunta él, como si nada, entendiendo que aquí «cenas y te vas».

18    ¿Te gusta cocinar? – pregunta ella, que siente que algo se empieza a mover dentro de su ser.

Y más se le mueve cuando lo ve a él sacar la lechuga, el jitomate, tomar una ensaladera de la alacena y empezar a cortar los ingredientes, tomar un queso. Las manos de él acarician la lechuga y la recorren como si fueran las piernas de ella. Las manos de él tomando el jitomate como si fueran los senos de ella, que sale rápidamente de la cocina.

19    ¿Y tendrás aceite de oliva extra virgen? – pregunta él.

20    Ahorita voy – dice ella, que tras unos instantes aparece con la minifalda prometida, luciendo unas piernas que siguen siendo muy atractivas. Pero más atractiva se pone cuando abre la alacena y se agacha al piso para buscar la nueva botella de aceite de oliva extra virgen que acaba de comprar. Él descubre la ausencia de ropa interior y no puede contener que los ojos, y no sólo los ojos, se le salten.

Ella voltea y le pregunta, sabiendo lo que él ha visto:

21    ¿Qué me pediste?

22    El aceite de oliva extra virgen – responde él, con una voz engrosada por el deseo, voz que hace que ella abra sus labios y clame por un beso que él se atreve a dar, acompañando ese movimiento con la urgente necesidad de tocar esos muslos de ella, que se abren para recibirlo a él, para cocinar juntos los dos, esa cena tan deseada.

Ya después, vendrá un poco de spaghetti, ensalada y vino tinto francés … para platicar.

 

2.-  «RECOGER LOS HUEVOS»

Nueve de la noche, Wall Mart de Cuitláhuac, el hijo de ella, de 11 años está en la casa terminando su tarea. Ella camina entre las verduras.

1        ¿Qué llevo? – se pregunta, con el fastidio de pensar que se tiene que meter a la cocina.

Sí, sí, sí, le da por rachas. Hace un mes se pasó todo un fin de semana cocinando y duró para dos semanas. Pero luego se acabó. ¿Y a poco otra vez otro fin de semana completo, metida en la cocina? No, ya no.

1        ¿Qué compro? – se vuelve a preguntar.

2        ¿Me permite? – le pregunta él, que quiere pasar a escoger unos nopales.

Ella voltea, lo mira, se hace a un lado. Él le sonríe Ella siente el impulso de devolver la sonrisa, pero el gesto se queda a la mitad, como una mueca. Él intenta una nueva sonrisa al tiempo que llena su bolsa con 13 nopales.

3        Permiso – le dice él a ella, que lo sigue mirando como petrificada. Y lo sigue con la mirada cuando él va y coloca los nopales en la báscula.

4        Kilo y medio – dice él hacia ella y vuelve a sonreír, al tiempo que dice:

5        Con esto de que hay que andar cuidando el dinero, mejor llevo mis cuentas.

6        Sí, pues sí – dice ella, que en ese momento afloja su rostro y la sonrisa por fin sale.

Y él, que ya tiene que ir a buscar los jitomates, siente que no se puede ir, siente que esa mirada de ella lo clava ahí en el piso.

7        ¿Por qué? – se pregunta él, que le echa una mirada rápida a ella, de arriba abajo, y no descubre unas piernas monumentales como las que le gustan.  Ella es más bien de piernas delgadas bajo ese vestido color café muy intrascendente. No hay escote, no se adivinan ningunos pechos privilegiados. Es sólo la mirada.

8        ¿Por qué? – también se pregunta ella, que tampoco se puede mover. Ella que está junto a su carrito que está vacío.

9        Le voy a hacer a mi hijo unos huevitos con jamón y nopalitos y espinacas – dice él.

10    Ay, mire, es buena idea – dice ella, que de pronto siente el deseo de decirle:

11    Y ya que los va a hacer, ¿no podría hacer más, para mí también?

12    Sí, es barato – dice él -. Y así, unos simples huevos con jamón que me durarían para un solo desayuno, me duran hasta para dos o tres, y hasta más nutritivos, para que así mi hijo se coma las verduras.

13    No, pues sí, buena idea – dice ella -. A mi hijo no lo puedo hacer que coma verduras, pero tal vez así …

14    Sí, tal vez – dice él, que de pronto no sabe por qué, pero siente unas enormes ganas de besarla. Y el recuerdo de esta mañana se le viene: despertar tras la noche de pleito con su esposa,  él se le acerca, le acaricia los muslos, la esposa está boca abajo y él mete su mano por abajo del cuerpo de ella, llega al pubis, le besa la oreja, le besa el cuello, los hombros, la esposa empieza a sentir bonito y se retuerce,  gime, se va humedeciendo, grita, aúlla.

15    ¿Qué pasó, mamá? – llega corriendo el hijo de seis años.

16    Tu papá que me está despertando – dice la esposa.

Y él entonces siente que puede hacer lo mismo por ella que lo sigue mirando y deseando que esos labios de él se posen en su pubis, como lo hacía a cada rato su marido que quién sabe por qué se fue. Dice que para tomarse un tiempo. A lo mejor le está afectando que ella esté ganando mucho más dinero y sea ella la que mantiene la casa. Pero eso no es importante. ¿O sí?

17    Si le gusta la idea – dice él, de pronto – pues mañana que cocine los huevitos con jamón, nopalitos y espinacas, hago el doble, para que alcance para mi casa y la suya, y así los prueba. Nada más me dice adónde se los llevo y con mucho gusto.

Ella enmudece. Él siente que a lo mejor hizo mal en decir lo que dijo y se va a alejar.

18    Bueno, si no le gustó la idea, no importa.

19    ¡No! – dice ella, en un casi grito.

20    No hay problema – dice él -. Compermiso.

21    No, no se vaya – dice ella -. Llámeme al celular y yo paso a recoger los huevos.

22    Bueno – dice él que sonríe tembloroso, sintiendo, al igual que ella, que esta historia no puede terminar así nada más, tiene que continuar.

 

miguel-angel-tenorio-26i2aLa serie radiofónica «Instantáneas de la Ciudad» estuvo al aire durante 13 años a través de las frecuencias de Radio Educación, hoy se puede escuchar a través de Código Radio, www.codigoradio.cultura.df.gob.mx

Miguel Ángel Tenorio nació en México D.F., el 7 de febrero de 1954. Dramaturgo y contador público de historias.  Escribe y cuenta para niños, jóvenes y adultos. Sus novelas para niños más importantes son Los Piratas de Campeche, A Cada quien su Merecido, ¡El Cielo se va a caer! y El Monstruo de la Escuela. Su cuento para niños con más ediciones es Que sí, que no, que todo se acabó.  Y su cuento Las Aventuras de Lía y Joel forma parte del libro de Lecturas de Español, Cuarto Grado, de la Secretaría de Educación Pública del Gobierno de México. Su serie radiofónica Instantáneas de la Ciudad, que durante 13 años estuvo al aire en Radio Educación, ahora se puede escuchar a través de www.codigoradio.cultura.df.gob.mx. Becario del FONCA, en el rubro de CREADORES ESCÉNICOS, 2008.

2 comentarios

  1. ERIKA