Alexis Gómez Rosa

SEGUNDA PARTE

 

Cuando tú piensas en la ciudad, ¿qué ideas se te vienen a la cabeza?

Para comenzar debo decirte que soy un capitaleño de la escuela del Profesor Amiama Gómez y de  Franklin Mieses Burgos. De los que superpone la ciudad soñada a la ciudad herida y abandonada. De los que se refugian en la ciudad romántica de Joaquín Balaguer (la ciudad colonial) y por eso la rescató y elevó alejada de mi bolsillo.. De los que situados en la acera de enfrente aplaudió la construcción de la Avenida 27 de Febrero y la Plaza de la Cultura; y ahora defiende los elevados y los pasos a desnivel y el Metro de Santo Domingo de Leonel Fernández. De los que se sienten frustrados por la ceguera de munícipes, sociólogos y políticos que no tuvieron visión para promover la construcción de la isla artificial. De los críticos a una población de indolentes que arrabalizan la ciudad con espíritu deportivo y la reproducen con sus ruidos en destartalados carros de concho. De los que ven con pena cómo la falta de conciencia cívica convierte las áreas comunes de condominios y edificios en anexos y verjas que adulteran su arquitectura. En fin, soy un enfermo celebrante de la ciudad que sufro en cada paso por las aceras rotas y los montículos de cemento que dejan albañiles chapuceros. Pese a la enfermedad, a ese sentimiento de amor/odio que te genera un tránsito caótico de guagueros desaprensivos, soy un loco enamorado de Santo Domingo (día y noche), con su atarazana, puertos, monumentos coloniales y un malecón que es una invitación al delirio.

¿Cómo llegan tus acercamientos a las editoriales?

Bueno, en un principio, como todos, reuní mis chelitos y me acerqué donde conseguí  mejor precio. Aunque, a decir verdad sólo hice una publicación pagada (vanity press);  las demás se hicieron posible como resultado de premios o por el interés de ciertos editores en publicar mis cosas.
Así vino en la sorpresa mi primer libro: Oficio de post-muerte, financiado por el Comité Pro Defensa de los Derechos Humanos de República Dominicana, con asiento en Nueva York, donde vivía. Cuando regresé al país lo reimprimí con la Editorial Alfa & Omega, en una versión ampliada. Luego, trabajando en el Centro Dominicano de Promoción de Exportaciones, vi la posibilidad de hacer una colección poética con el papel sobrante al desfilarse la revista de esa institución. Noté que se desperdiciaba una franja de papel considerable y decidí utilizarla para hacer la Colección de poesía “Luna Cabeza Caliente”. Digamos que un desperdicio chico significó mucho para decir algo grande. Y por todo lo alto se dijo, con muy buenos títulos de poesía. Dentro de la colección publiqué High Quality, Ltd. en 1985 y Contra la pluma la espuma en 1990. Esas fueron publicaciones en un proyecto de efervescencia colectiva en el que hice de chamán para el desconcierto de los iluminados.

¿Cómo describirías tu poesía?

Mi poesía es la crónica de un viaje sobre el filo de la navaja. El ojo atento y la mirada en ristre y en ese trance, en ese tránsito, el presagio de una marcha en la que todo es riesgo, apuesta. Escribo con pie de plomo sobre el lomo del tiempo presente. Mi poesía, entre pisada y pisada, camina en extrema tensión de la lengua que la sostiene y en la que avanzo retrocediendo, corrigiéndome. El poema que la encierra se nutre de un viaje hecho de asombros y perplejidades.

Cuándo escribiste “Lápida circa y otros epitafios de la torre abolida”, por ponerte un ejemplo, tuviste que desechar algunos poemas o todo lo hiciste condensado con la publicación que ibas a sacar.

Con Lápida circa y otros epitafios de la torre abolida yo quise hacer un homenaje a la amistad desde el imaginario de la ausencia. Pensé a mis amigos poetas del otro lado de la barda, en el barrio de los acostados y quise retratarlos destacando sus mejores galas. A diferencia de los epitafios cubanos que tienen la intención de zaherir, subrayando vicios y defectos de la personalidad, yo he procurado celebrar por lo que admiro y hermana en su picardía.

Tienes a nivel de tu escritura una manera de cambiar de escenario, de cambiar de tema, y te has movido en diversos terrenos… ¿Cómo logras cambiar de una forma a otra?

Bien sabemos (verdad de Perogrullo) que la escritura es diversa y el acto escritural (cuando se asume visceralmente), es único. Drama, novela, cuento, poema, son formas de la literatura que traducen expresiones de la vida. La diversidad de mi escritura es la diversidad de la vida que delínea en un género lo que mejor le acomode a su propósito, a su intencionalidad. Mi actitud no difiere cuando escribo poesía, ensayo o cuento. Es la misma: sufrir y sudar en la palabra su más fina vestidura.

¿En algún momento pensaste en ser alguien diferente, distinto?

Siempre he sido el que vendrá; el de la máscara imprecisa, unisex;  el de voz impostasiada en su pluralidad. De niño soñé con ser bombero y paracaidista; terminé como boy scout. Ya grande, y con esa experiencia de boy scout, me negué a ser del Club Rotario. Ya sabes lo que decía Franklin Mieses Burgos del que transita entre esos extremos.

¿Cuál es tu compromiso con la palabra?

Hacerla gritar, mutar, experimentar y significar en el terreno inexplorado de lo inédito, a fin de producir el estallido expresivo de sus posibilidades sonoras y semánticas, en abierto juego de imágenes y símbolos.

¿Qué les dirías a los jóvenes que sienten ese imperioso deseo de pasar al mundo de la literatura?

Atreverse a morir en cada página demorando en el trabajo su vida. Como decía Wilde, “genio es trabajo” y se hace preciso trabajar  de manera sistemática, pausadamente, nunca contra el reloj. No hay peor enemigo para el escritor que la prisa en terminar, la prisa por publicar. Me hubiese gustado haber tenido conciencia de oficio cuando publiqué mi primer libro, porque mi carta de presentación se habría dado con  mayor equilibrio y madurez. Soy del parecer que hay  que dejar el forro sobre la mesa leyendo, escribiendo, corrigiendo, reescribiendo, hasta que el ojo rechine al borde de su insuficiencia. Hacer de la poesía un sacerdocio.
Y es que la literatura se alimenta de literatura. Conocer bien la tradición (porque la letra entra con sangre), para luego dar fisonomía a la escritura: voz  que se perfila e ilumina en el habla de todos; voz solitaria en la trastienda del deseo.

 

 

Roira Sánchez. Dominicana. Periodista y manager de agrupaciones de rock de Santo Domingo. Actualmente es la Coordinadora de Literatura y Cultura del matutino El Caribe, donde ejerce la crítica literaria y de arte. Tiene una novela inédita.